Capítulo 17

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-No creo que sea adecuado… –Dije descendiendo la mirada por su cuerpo, cambiando totalmente de tema. Para poder olvidar.
-¿Adecuado?
-Phoebe… No creo que yo sea el adecuado para ti…
Una mano se coló por la parte trasera de mi cuello, luego solo sentía un escozor intenso.
-Eso por idiota. –Tosió dando unos cuantos pasos hacia atrás, apartándose de mí–. Ya no se trata de que seas el adecuado o no. Si no lo que yo vea.
Aclaré mi garganta.
-Y tú claro –finalizó.
Con los ojos clavados en el recorrido de madera que iba desde la entrada hasta la cocina anduve, cabizbajo. No era capaz de mirarla a la cara. Vale, sí, claro que sí; me atraía, era preciosa, y muy culta, tanto como inteligente. ¿Qué tenía de malo? Descontemos a su padre, a su madre y claro, a los míos.
-Phoebe en serio –dije mientras me servía un vaso de agua–, no creo que yo… Que tú y yo –no pude acabar la frase, la tenía delante en cuanto me di media vuelta.
-Ya te he dicho que te calles.
Me quitó el vaso, imponía… Imponía como todo Grey que haya existido. Sus ojos reflejaban la poca luz que entraba por las ventanas, haciendo que también me pudiera ver, inútil, como siempre. El aura de la sala cambió en cuanto, en cuestión de milisegundos, tenía a aquella escultura griega posada en mi pecho.
-Liam.
No pude articular palabra.
-Mírame.
Eso hice, eso hacía desde que entró por la puerta. La mayor parte del tiempo.
-Tengo que contarte algo. –Su voz bajó de intensidad, casi tanto como la mía anteriormente–. Mi padre ya sabía lo de tu padre con mi madre –sí, lo sé–, pero eso no era lo que te quería contar. –Suéltalo por dios–. Estoy comprometida…
La distancia que tomo después de decirme aquello fue nula. En cambio yo, dentro de mi interior eché a correr, un sprint descomunal.
¿Comprometida? ¿Cómo?
-¿Qué…? –La voz me temblaba.
-Lo siento. No debería de haberte seguido el beso… Yo… De verdad que –Me aparté. Me aparté rápidamente–. Liam por favor, escúchame.
-¡No! –La acababa de gritar… Mierda–. No… No quiero escuchar nada.
-Por favor. –Dijo mientras me atrapó el brazo, cerca de mi mu ñeca, ejerciendo más fuerza–. Intenté decírtelo en varias ocasiones en mi casa… Pero no pude.
-¿Cuándo? ¿En el coro de la canción? Vamos. –Me solté bruscamente de su mano, queriendo salir corriendo de mi propia casa. No iba a ser capaz de echarla.
-¡Liam no me voy a ir hasta que me escuches!
-Me da igual. ¡Quédate si quieres!
Ambos gritábamos, no a pleno pulmón, pero lo hacíamos lo suficientemente alto como para que las palabras nos hundieran poco a poco. Por turnos, hasta quedar bajo tierra.
-¡Liam David Jones!
-¿¡Qué!? –La tenía de nuevo pegada a mí, con sus labios inmersos en los míos. Bailando como aquella noche en la que la visité.
Quise apartarme, pero no pude. Eres un completo imbécil, ¿lo sabes no?
Me rodeó todo el cuello, de manera que quedé inmovilizado. Justo entonces se oyó el chirriar de la puerta de la entrada. La verdad es que a mí me daba completamente igual, pero Phoebe se apartó a la velocidad del rayo cuando los pasos siguieron al portazo de casa. Mi madre había vuelto, genial.
-Hola mamá.
Cuando mi madre alzó la vista se sorprendió de verla.
-Hola…
-Hola señora Jones… Soy Phoebe Grey, ¿se acuerda de mí?
-Claro que sí –dijo con una gran sonrisa. Fue entonces cuando ambas unieron sus manos en un saludo–, pero ya no soy la señora Jones.
-Perdone, señora Swan.
-Tranquila.
-Mamá, Phoebe ya se iba así que… –peligro en tres… dos… uno…
-Espera espera, ¿por qué no te quedas a cenar? Después de todo ya es tarde para que una señorita como tú salga sola a la calle.
Esas típicas frases de mi madre son las que más detestaba. Si fuera por mí, en serio, sería muda.
-Lo siento señora Swan… Pero creo que es mejor que me vaya. Mi padre se estará preguntando dónde estoy. Perdone.
Con una sonrisa se despide y se dirige a la puerta. Bien, no estaba de humor para soportarla. En serio, me tenía loco, totalmente atrapado en sus redes… ¿Y me suelta que está comprometida? Por dios, hasta la persona más normal me daría la razón a la hora de mi anterior comportamiento.
El mal humor y las ganas de gritar rebosaban en mi interior, por ello la acompañé hasta la puerta, intentado no soltar ninguna burrada que complicara  la situación más de lo que estaba.
-Lo siento Liam… –La interrumpí.
-Mira Phoebe déjalo, ¿vale? Cometí un error a la hora de pensar que tal vez… Y solo tal vez… -Giré la cabeza y me apoyé sobre mis talones, hasta sentir el marco de la puerta clavándose en mi espalda–. Ugh.
-De verdad no sabes lo mucho que… -No quería oír nada más.
Fui cerrando la puerta.
-Adiós Phoebe, ya nos veremos.
Toda la euforia, la ilusión… Mis esperanzas de llegar a la meta que siempre tuve… Todo desvanecido con un par de tontas y simples palabras. Genial, ya tenía otro logro de decepción que añadir a mi lista. Acababa de contarme lo que menos quería oír, había cometido el mismo error que yo. 

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