Capítulo 11

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La fiesta finalizó poco después, aunque solo recuerdo volver a casa con Dier en la moto, no muy bien la verdad. Me desperté en el sofá del salón de mi casa, con él a mi lado, pero en el suelo. Ahí, disfrutando del fresquito.
La resaca era monumental… Me tiraba de bruces al suelo y hacía que me temblase todo el cuerpo. Mierda…
Me levanté rápidamente a por una, o más bien dos, aspirinas. Al tomarme la mía y dejar en la cocina otra con una vaso de agua, subí a ver si mi madre había vuelto, sin embargo me encontré con Phoebe y Naila durmiendo en mi cama.
¿Qué narices habíamos hecho anoche y cómo habían acabado ellas dos ahí?
Bajé a toda prisa a la entrada, y ciertamente, al mirar por la ventana al lado de mi moto había un coche negro, lujoso. Era de Phoebe, no había duda.
A lo lejos oí como Dier se quejaba por la misma razón que yo había hecho hacía menos de unos minutos.
-Joder… Que mal sienta el año nuevo… –Se levantó del suelo con ayuda del sofá en dirección a la cocina. Yo fui detrás.
-Oye… -Le dije apoyando mi espalda en la nevera–. ¿Te acuerdas tú qué pasó anoche? Phoebe y Naila están arriba…
Acabó de tomarse la pastilla, sin acabar de tragarse el agua, lo que condujo que al oír eso la escupiera cual fuente.
-¿¡Qué!?
Asentí, mientras su cara de póquer iba en aumento.
-Veo que no te acuerdas –suspiré con cansancio, intentando recordar el más mínimo detalle–, y yo tampoco.
-Sí que recuerdo algo. –Dejó el vaso en la encimera y me miró serio–. Recuerdo como quise robarte el sitio del sofá y luego me caí al suelo.
Su seriedad se desvaneció en cuanto nos reímos, seguido del quejar de dos chicas con una resaca igual o mayor a la nuestra que bajaban por las escaleras sin los tacones. Fui a por más aspirinas al armario, y serví dos vasos de agua.
-Dios… ¿Alguien se acuerda de qué  diablos pasó anoche? –dijo Naila con la voz áspera, rasgaba con solo oírla.
Phoebe miraba al suelo, con los ojos perdidos en el vacío, pero no le dije nada.
Cuando ya estábamos más orientados y menos decaídos se fueron yendo. Naila se fue en el coche de su madre, y Dier con alguien que no supe, pero tenía un descapotable.
La inteligencia del invierno.
Nos quedamos los dos solos, otra vez.
-Oye…
-Yo sí que lo sé. –Bajó de nuevo la mirada. Peligro, ya era la segunda vez–. Sé todo lo que pasó anoche.
-¿En serio…?
-Sí –dijo asintiendo sin cambiar la expresión de su rostro.
Ambos nos quedamos en silencio, hasta que le puse mi palma de la mano en la espalda y con un leve susto me siguió hasta el salón, para sentarnos y hablar. Aquella mirada significaba que algo grave había pasado, y también explicaría el porqué de que estuviera en mi casa.
-Tranquila, confía en mí.
-No debería, puesto que me has arruinado la vida. –Muy bien Liam, a ver qué narices has hecho ahora.
-¿Yo? ¿Qué he hecho?
-Hablar demasiado, decir cosas que no deberías de saber… -Tosió, sus ojos estaban cristalinos como el agua–. Aunque tampoco es de extrañar que lo supieses, después de todo es tu padre… Y mi madre…
¡No! ¡Dime que no fui tan estúpido como para confesarle lo de mi padre y su madre…!
-¿Te lo conté?
Se rio tapándose la cara, evitando que nuestros ojos coincidieran.
-Todo… ¿Sabes? Hasta hoy pensaba que mi madre estaba de viaje de negocios… Tal y como le dijo a mi padre. Sin embargo está aquí, o quién sabe dónde, con tu padre. Seguramente acostándose juntos cada maldita noche.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y dolor, a la vez que toda aquella delicadeza de vocabulario que poseía se esfumaba por lo afligida que estaba.
-Phoebe yo…
-Dios, cállate… Hasta anoche pensaba que podríamos volver a aquellos tiempos en los que bueno, nos llevábamos bien. Pero ya veo que no…
Se levantó con paso decidido a la puerta de la entrada, pero no podía, no podía permitir que se fuera así.
Con rapidez logré interponerme entre la salida y ella.
-Phoebe por favor… Escúchame –me interrumpió con una mirada lista para clavar y matar. Digna hija de su padre.
-¿Por qué? –Las lágrimas caían por sus mejillas, por amabas–. ¿Por qué quieres disculparte? Mejor no Jones… Mejor no.
Entonces no tuve más opción que dejar que se fuese. 

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