|Uno|

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Oscuro y silencioso.

Esas palabras describían exactamente el ambiente de la habitación. Las cortinas estaban cerradas, negando que siquiera un poco de luz entrará y era muy tarde como para que haya algún ruido.

Reaper miró de reojo el lado vacío de la cama y aburrido de tanta espera, agarró su celular el cual se encontraba sobre la mesita de noche y lo primero en que se fijó al prenderlo fue en la hora.

Fingió cierta sorpresa al ver que eran las dos de la mañana, no tenía fuerzas para sentirse de otra forma, se moría de sueño, pero aún así no pudo evitar pensar en Geno y el porqué no había llegado.

¿Acaso le habrá pasado algo malo?

Quizás al final sí tuvo que acompañarlo, a pesar de que haya elegido quedarse en casa que ir a esa fiesta, la cual ni sabía quién la organizó en primer lugar.

Se lamentaba por sus cuestionables decisiones hasta un número que conocía muy bien lo llamó, por lo atendió rápidamente.

—¿Geno, dónde estás? Dijiste que volverías antes de las doce —Trató de no sonar muy preocupado, pues al mencionado no le gustaba nada de esas cosas.

—No estoy para tus reproches ¿Puedes venir por mí?

—Eh, bueno...

—¿Puedes o no?

—Iré, no te enojes, en diez minutos estoy allá.

Mientras buscaba su sudadera, colgó y un tanto apresurado fue a ponerse sus zapatillas.

No sabía si Geno se le había olvidado o es que estaba demasiado tomado, pero cómo esperaba que fuera a la fiesta a recogerlo lo más rápido posible si no tenía licencia de conducir para manejar el auto de este, como sea, decidió pasar por alto ese pequeño conveniente y optó por tomar un taxi.

──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────

—Hasta que llegas ¿Por qué demoraste tanto?

—Había tráfico.

Geno rodó sus ojos y simplemente subió al taxi, tomando asiento junto al pelinegro para después sentir como el vehículo se ponía en marcha.

La pareja no dijo nada en el camino, aunque se notaba en sus rostros que claramente deseaban preguntar cada uno cierta cosa, solo estuvieron con la mirada en la ventana.

El silencio entre ellos dos se volvió normal con el pasar de los años, sin embargo, era realmente molesto y más para el pelinegro, aunque claro, no iba a demostrarlo hasta quedar a solas con el mayor.

Pasó alrededor de unos quince minutos cuando por fin llegaron a su destino, Reaper se apresuró en pagar y salir del taxi, acción que Geno no tardó en imitar.

La brisa de la madrugada golpeó de manera suave los rostros de los jóvenes una vez estando delante de ese gran edificio, ocasionando diferentes reacciones.

Para uno fue alivio al estar devuelta en casa y para el otro, una total indiferencia.

—Te pasaste de copas ¿Verdad? —Rodeó con sus brazos el cuerpo ajeno, tratando de brindarle algo de calor y mostrarle afecto.

—Sí, supongo —Respondió cortante y se apartó del contrario para empezar a caminar directo a la entrada del edificio.

—Hey, espérame...

Reaper fue detrás de su novio sin mucho apuro, dejando una cierta distancia entre ellos dos, talvez así podría dejar de invadir sus fosas nasales aquel perfume de mujer, el cual procedía de la persona quien tenía enfrente.

──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────

Por más que intentaba dormir, simplemente no podía, realmente no comprendía qué es lo que le pasaba.

Con mucho cuidado se levantó de la cama, tenía en mente ir al baño, pero se detuvo al estar cerca del cesto de ropa.

Ah, vaya...

Su cuerpo se movió solo y la camisa blanca que Geno había usado para ir a la fiesta terminó en sus manos, en el cuello de la prenda se podía ver una difuminada mancha roja, la inspeccionó y en efecto, era lápiz labial.

Pronto los ojos del pelinegro se cristalizaron y un nudo se formó en su garganta.

Podrían imaginar que se pondría a llorar, que unas lágrimas traicioneras resbalaran por sus mejillas, pero no, nada de eso.

Reaper echó su cabeza un poco atrás y soltó un entrecortado suspiro para después meter su mano en el bolsillo de la camisa, sacando así un papelito, ya sabía que tenía escrito, así que solo lo arrugó y lo botó al suelo.

Llegó a su límite.

No podía soportarlo más.

Tenía unas tremendas ganas de llorar, no era la primera vez que Geno lo engañaba y seguro no sería la última, lo peor es que este era muy evidente y aún así quiso pasarlo por alto, hacerse el estúpido que no veía nada, esperando que de cierta forma pudiera el mayor reflexionar sobre todo esto y...

Más imbécil no podría haber sido.

Ahora...

¿Qué demonios debía hacer?

Geno era su maldito mundo.

Damaged ༄Afterdeath༄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora