Capítulo 6

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Capítulo 6

El corredor era pequeño, angosto y oscuro. Las telarañas colgaban desde el techo y lo único que se distinguía en toda la cercanía era la pequeña luz al final del túnel. Katsuki lideró el camino con Eijirou justo detrás de él, luego Sero y al final Denki.

-Carajo-. Murmuró Denki. -¿Cuando piensan limpiar este lugar?-. Nadie le ofreció una respuesta, demasiado enfocados en la batalla por venir.

La luz crecía cada vez más, ahora delineada por la forma de la puerta y los chicos se prepararon. Katsuki se encontraba un poco inquieto por la pelea contra el sujeto de nivel 50, aunque nunca lo admitiría. Su quirk debía ser algo increíblemente versátil para tener una clasificación tan alta y eso preocupaba al rubio, no porque pensara que no podría lidiar con eso, sino porque ahora hacía equipo con los otros tres, algo que no había ocurrido desde la primera vez que se habían presentado a pelear, cuando sus niveles de los cuatro ni siquiera llegaban a sumar 20.

Llegaron a la puerta, respiraron profundo y cruzaron hacia la siguiente habitación, la cual estaba prácticamente vacía. Katsuki había estado en ella en varias ocasiones, por lo que el techo alto y frío, y las paredes de cemento no eran algo nuevo para él. Tampoco las líneas pintadas en el piso de piedra, parecidas a una cancha de baloncesto, ni los espejos de una sola cara que cubrían la parte alta de las paredes a cada lado de la habitación y que proporcionaban una vista casi aérea a los espectadores. No obstante, el monstruo anormal y humanoide encadenado con gruesos grilletes al otro lado del campo SI era nuevo.

Katsuki y los muchachos llevaban haciendo esto por un buen rato, casi dos años. Desde el inicio, el cenizo se había enfrentado a hombres y mujeres con toda clase de dones de refuerzo físico, elementales e incluso aquellos que podían alterar su propia apariencia, mutando sus cuerpos. Pero esto era diferente, el sujeto no parecía ni remotamente humano. Su piel era de un beige enfermizo, estirada fuertemente por huesos protuberantes y tenía un enorme cuello de jirafa que conectaba a una cabeza horrorosa.

Tenía el cerebro expuesto, ojos embutidos a cada lado y un mecanismo similar a una máscara de gas se encontraba en donde deberían estar la nariz y la boca. Por si eso no fuera suficiente, desde la espalda se asomaban dos alas largas y palmeadas de 2 metros y medio pies de largo cada una.

-¿Qué carajo...?-. Murmuró Sero después de ver a tan horrendo espécimen, y los otros tres asintieron en acuerdo.

-¡Ah, chicos!-. Oyeron una voz desde un costado.

Katsuki volteó a la derecha y notó la corta y regordeta figura de unos de los árbitros de Giran. El hombre era de mediana edad y poco atractivo en cada sentido de la palabra. Le faltaban dientes, con una línea de cabello en retroceso y todo, pero era honesto al momento de determinar una batalla y ninguno se atrevía a llevarle la contraria. Encima de eso, parecía ser el único hombre en Atlanta que no temía a la influencia de los espectadores irritados cuando perdían apuestas.

-Aikuro-. Los cuatro chicos asintieron en reconocimiento.

-Bien-. Dijo el hombre, mirando a los muchachos de arriba a abajo. -¿Están listos para esta monstruosidad?-. Señaló con el pulgar hacia la criatura que permanecía inmóvil al otro lado de la sala.

-Aikuro-. Habló Eijirou. -¿Qué es esa cosa?

-Ni idea-. Les informó. -Siendo completamente honesto, no creo que sea humano. No ha hablado, ni se ha movido ni hecho nada en todo el tiempo que lleva aquí. Todo lo que sé es que el espectador que lo trajo puso nervioso a Giran.

Katsuki se abstuvo de tragar de manera audible la bilis que se le había subido por la garganta. No muestres miedo, ¡cobarde! Pensó para sí mismo.

"2,645 Miles"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora