Capítulo 4

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Capítulo 4


Hace 2 días (10 de julio del 2018)

Toshinori Yagi paseaba por el perímetro de su sala de estar con sus ojos hundidos mirando el suelo de madera oscura. No había dormido lo suficiente en los últimos dos días, tampoco Inko, que ahora se encontraba sacudiendo con furia la mesa de café para mantener su mente ocupada en algo que fuera la desaparición de su hijo. Cuando escuchó el inconfundible sonido de vidrio rompiéndose y un jadeo amortiguado, levantó la vista y encontró a Inko, tratando de retirar del suelo los restos del florero roto, flores maltratadas y un charco de agua que se extendía a través de los pedazos de cristal. Sus suaves manos reunían a tientas los fragmentos y Toshinori se apresuró hacia ella, se arrodilló para quedar a su nivel y tomó sus manos entre las suyas.

-Inko, amor-. Comenzó en un tono suave y reconfortante. Ella levantó la vista mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas redondas. Toshinori secó una de las gotas de agua salada con un pulgar gentil. -Vamos a encontrarlo.

-P-Pero, ¿y si le pasó algo?-. Gimió. -Es mi pequeño-. Inko sacudió sus manos para soltarse del agarre del rubio y rodeó el cuello de éste con sus brazos, acercándolo hacia un abrazo fuerte mientras comenzaba a sollozar de manera incontrolable contra su hombro.

Toshinori suspiró agitado, acariciando la espalda de Inko mientras ésta mojaba su camiseta con sus lágrimas. Se sentía furioso consigo mismo por no haber sabido y dejar que algo como esto ocurriera.

-Es mi culpa-. Murmuró en apenas un susurro. Aún así, Inko lo escuchó y rompió el abrazo para mirarlo con ojos llorosos. -Yo... quizá había algo que lo molestaba. Se supone que soy su padre. Debí esforzarme más y asegurarme de que estaba bien.

Inko sacudió su cabeza furiosamente y colocó ambas manos en su cara afilada y angulosa.

-¡Toshi, no digas eso! ¡Siempre has sido increíble con Izuku! ¡Trabajas duro para darnos una buena vida y él lo sabe! Te admira y va contigo siempre que necesita consejo. N-No sé porque Ochako y él se fueron, pero no fue por tu culpa. No pudo haberlo sido. Te adora.

Toshinori se pasó una mano sobre su cabello y suspiró temblorosamente.

-Desearía poder ir a buscarlo yo mismo. No entiendo por qué se marcharon-. Toshinori se sentía débil. Miró a su esposa que trataba de contener los sollozos sin éxito. Se supone que debía saberlo todo, se supone que debía ser el protector de su familia y mantenerla fuera de peligro.

...Y fallé. Pensó mientras observaba a su esposa penar por su hijo desaparecido. Soy el hombre más poderoso de Wall Street. Tengo billones de dólares a mi disposición y trabajo con el gobierno en asuntos de economía internacional. Tengo todo esto. Puedo hacer lo que quiera y aún así no pude proteger a mi propio hijo.

Toshinori tomó la mano de su esposa una vez más, pero en esta ocasión, con más firmeza.

-Lo traeremos de regreso, Inko.

Inko asintió lentamente. Las lágrimas habían disminuido, aunque seguían rodando por sus mejillas y los sollozos se habían calmado.

-Solo quiero que vuelva a casa.

*********

Naomasa Tsukauchi estaba cansado.

No, al diablo con eso.

Estaba exhausto. Llevaba horas frente a la computadora, rodeado de tazas de café y sus ojos, rojos e hinchados, ardían después de ver cintas de seguridad una tras otra, buscando el momento y dirección en que Midoriya Izuku y Uraraka Ochako dejaron la ciudad de Nueva York privando a sus padres del sueño y con el temor acumulándose a altas horas de la noche.

"2,645 Miles"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora