Capítulo 8

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¡Antes de empezar!

Como este fic se desarrolla en un contexto estadounidense habrá muchas referencias hacia dicha cultura. Comenté en negritas a modo de notas para que sepamos más o menos a qué se refieren. Ahora sí, ¡disfruten su historia!




Capítulo 8

Izuku se había sentido un poco inquieto desde que el cuarteto se detuvo en esa parada al baño. No podía sacudirse la sensación de que algo estaba mal. Después de sentarse en el asiento trasero junto a Ochako por lo que pareció ser un tiempo absurdamente largo, levantó la vista justo a tiempo para divisar a Eijirou que conducía a un aparentemente iracundo Katsuki de regreso al vehículo. Izuku analizó la escena que tenía enfrente. La cabeza de Katsuki parecía inclinarse ligeramente hacia el suelo, su vista fija en las grietas del concreto, hombros caídos y sus manos descansaban dentro de los bolsillos delanteros de sus jeans azules.

El peliverde estaba seguro de que, por sobre todas las cosas, la causa mayor de su inquietud era que cuando Katsuki se había encontrado con su amiga en el refugio, el cenizo lo tomó de la mano y lo escondió detrás de sí. Además, su tono cambió drásticamente del que generalmente usaba. En lugar de las muecas, agresiones y una voz que cortaba como un cuchillo, la voz del rubio sonaba casi calmada cuando habló con Izuku en esos momentos. Si el pecoso no lo conociera mejor, podría jurar que el otro trataba de tranquilizarlo o incluso protegerlo. Sin embargo, el de pecas sacudió esa idea de su cabeza pues no sabía porque el rubio necesitaría protegerlo de su propia amiga.

Las puertas de la camioneta se cerraron e Izuku salió de sus cavilaciones, regresando al presente. Ochako, al igual que él, había sentido cierta tensión en la atmósfera cuando Eijirou no había entrado al vehículo de la manera tan vivaz a la que se habían acostumbrado. Así que la castaña trató de deshacer la tensión ella misma.

-Entonces, Little Rock, ¿no? ¿Quién está listo?-. Preguntó en el tono más optimista que pudo. Izuku ofreció una exclamación y una sonrisa tranquilizadora que impulsaron a que Eijirou entrara en acción y pusiera de nuevo esa sonrisa brillante suya en su cara.

-¡Cierto! ¡A darle!-. Comenzó a encender el motor y antes de que pudieran darse cuenta, iban a toda velocidad por la carretera hacia su destino.

Katsuki sin embargo, aún no se movía de su asiento, ni siquiera para ofrecer su disgusto por las elecciones de Ochako en música Trap y EDM. Izuku no estaba seguro de porque eso lo molestaba tanto, probablemente porque le disgustaba que cualquier persona no fuera feliz. El pecoso comenzó a hacer una lista mental de todas las cosas que podría hacer para sacar una emoción del rubio arisco. Realmente no le importaba si Katsuki terminaba enojado con él mientras éste dejara de poner una expresión tan lastimera, mirando hacia sus pies sobre el tablero.

Finalmente recordó que Ochako había comprado bocadillos durante su parada en esa gasolinera de Tennesee y comenzó a buscar furiosamente entre todas las botellas vacías y envolturas que tenía en sus pies con el fin de encontrar la bolsa de plástico que contenía todas las golosinas y bebidas que la castaña había conseguido. Una vez encontrada, comenzó a buscar algo que ni él ni Ochako extrañarían demasiado si se lo ofrecieran al rubio como ofrenda de paz. Una vez elegido el bocadillo, tomó aire y dio un golpecito en el hombro de la persona sentada directamente enfrente de él. La acción ciertamente puso en acción al rubio, pues se giró con una velocidad alarmante y a Izuku le tomó un momento registrarlo.

-¡Qué!

-Em, toma-. Izuku ofreció la bolsa púrpura hacia una de las manos del otro. -Yo... Em, realmente no me gustan tanto. Puedes quedártelas.

"2,645 Miles"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora