13

106 30 8
                                    

Sin nadie cuidando de él, resultaba más sencillo escabullirse entre la poca gente que andaba por ahí a casi las cuatro de la mañana, pero también era tan diferente a lo que acostumbraba. Temía por su seguridad, pero el sentimiento era ridículo a un lado del miedo a no encontrar y no saber dónde buscar al chico que realmente, lo había vuelto un criminal.

Pero como si el universo por primera vez estuviera de su lado, a pesar de haberlo pensado anteriormente con cosas absurdas y vacías en relación a su codicia y vanidad, Chittaphon abandonaba el mismo lugar en que sintió su corazón latir fuertemente a causa de él, usando unas prendas tan similares a las que portaba en aquella ocasión. Con un pañuelo, se deshacía de la humedad de su rostro tras la agitada rutina; habría deseado admirar el arte que era capaz de encarnar sobre el escenario que tenía grabado en su cabeza, pero no tenía más tiempo.

—¡Chittaphon! —gritó, libremente. Su pecho se llenó de emoción a pesar de que había expulsado su aire a través de ese nombre.

Por inercia, el tailandés giró a verlo, y su rostro de tiñó de pura incredulidad. El mero estupor le impidió moverse, ni siquiera podía comprender la razón, ya que no era la primera vez que le veía ahí, no era la primera vez que le seguía, y aún así algo le decía que se sentía diferente.

Incluso, su reacción fue distinta, cuando involuntariamente tomó las mejillas ajenas cuando el Príncipe corrió a él, y sus ojos lo inspeccionaron detenidamente mientras le escuchaba hablar.

—Chittaphon, tengo que decirte algo importante, por favor, escúchame —el rubio trató de ganarse la atención del chico que le sostenía, aunque tal vez la tenía de más.

—¿Por qué se encuentra herido? —cuidadosamente, Chittaphon acarició el daño marcado sobre la piel ajena—. ¿Quién le hizo esto? ¿Por qué no estuvo hoy en la cena?

Las preguntas salieron con rapidez, al ritmo del corazón de ambos, ya que estos casi podían reconocerse debido a la cercanía entre ambas anatomías. No hubo respuesta, ya que el semblante de Taemin se había ablandado al recibir la preocupación del más bajo, y eso mismo hizo que este llevara finalmente sus ojos a los ajenos, encontrándose con tanta adoración que no era capaz de procesar. Tan, tan diferente.

—Te necesito a mi lado —murmuró el Príncipe, dejando de lado todo frenesí en su actuar; él era su paz—. Me enamoré perdida e irrevocablemente de ti, y ya no puedo seguir con mi camino si no es unido al tuyo.

A pesar de la noche, todo parecía aclararse a su alrededor. Ni una estrella le hacía competencia a la brillante expresión que había contemplado instalarse sobre ese par de ojos que anhelaba mirar por lo que le restara de vida.

Lo más correcto que podía hacer en toda su existencia era sacar ese sentimiento finalmente de su corazón, entregárselo a la persona más pura que podía recibirlo, y ni siquiera esperar nada a cambio. Deseaba estar a su lado, mas no era posible; deseaba ser igual de amado, pero era improbable; deseaba escapar junto a él, nunca ser encontrado, y sumergirse en lo que Chittaphon reconocía como una realidad, una que él antes de ese bailarín jamás hubiera considerado. Era capaz de todo en ese momento, y aunque sabía que era algo con lo que quizá no tenía caso lidiar, fue indirectamente silenciado cuando por primera vez, sintió el sabor más dulce que había probado alguna vez cuando los labios del más bajo se impactaron sobre los suyos, robándole la respiración, las dudas, el temor.

Chittaphon los lanzó lejos, así como dejó de lado sus propios principios y sus inseguridades por tomar lo más real que había podido sentir y hacerlo explotar en ese beso, acunando el rostro del Príncipe entre sus inquietas manos, deseando borrar cada herida que existiera en este, así como toda angustia que podía sentir al conectar sus miradas.

Y no podía.

Criminal [TENMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora