10

183 37 11
                                    

ㅡPor favor llámeme sólo Taemin, será mejor acostumbrarse para cuando... Usted sabe ㅡno logró completar la oración, sintiéndose algo incómodo.

ㅡEn ese caso... Dejemos las formalidades de lado, Taemin ㅡsugirióㅡ. Llámame Naeun, nuestros padres no estarían de acuerdo pero, ellos también deben acostumbrarse, ¿no crees?

ㅡLo creo ㅡchistó.

Hasta ese momento, jamás había compartido una conversación más o menos real con la Princesa. Le era mejor sentir aunque fuera una pequeña confianza con quien se supone que le acompañaría el resto de su vida; antes, nunca se le habría ocurrido. Necesitaba sentir algo verdadero uniéndolo con el mundo que le rodeaba.

Sin darse cuenta, su manera de pensar había estado cambiando. Como si sus ojos no pertenecieran a él, todo a su alrededor lucía distinto incluso si no había cambiado, y buscaba desesperadamente una salida al sentimiento de vacío que se instalaba en el fondo de su ser al recordar la realidad a la que pertenecía.

Desafortunadamente, no podía admitir que la había encontrado, y esa salida se encontraba a un par de metros, charlando animadamente (o eso parecía) con un par de personas con quienes compartía mesa. Incluso él había cambiado, no era la misma persona que encontró siendo reprendida bajo palabras fuertes de una mujer no muy respetuosa; increíblemente, tampoco era el mismo que vio bailar sobre un escenario de madera, ni tampoco aquel cuyo rostro estaba lleno de miedo al ser arrastrado por el Príncipe. Chittaphon lucía tan extraño ante su mirar, porque sin querer, lo estaba empezando a volver su todo. Era el lugar a donde siempre querría ver.

Y era aún mejor cuando él lo notaba, y sonreía. No quería admirar otra sonrisa, pero trataba de hacerlo, todo el tiempo sin siquiera notarlo, incluso en ese momento en que rodeaba el cuerpo de su prometida y trataba de charlar con ella mientras se deslizaban por la pista de baile, acercarse, conocer sus pensamientos. Pensaba que si podía sentirlo por Chittaphon, su futura esposa también lograría eso en él.

Vaya equivocación. Fue ese pensamiento el que le llevó a cometer una locura.

ㅡChittaphon... ¿Puedes permitirme hacer algo que puede parecer bastante extraño, incluso para mí?

El rostro del bailarín pareció volverse curioso, aunque a la vez, no sabía qué esperar del más alto. Este le había interceptado a la mitad de su camino a casa.

ㅡMajestad, debe volver a su hogar, no querrá meterse en más problemas.

ㅡSólo una cosa, es todo lo que pido. Después de eso, podré regresar.

Chittaphon suspiró, sin aún girarse del todo a verlo. No sabía qué hacer, sentía que cualquiera de sus acciones podrían costarle muy caro, que cualquier cosa que sucediera no podría compensarla nunca. Él tenía bastante miedo de lo que podría suceder, aquello que estuvo repasando por tanto tiempo y le hizo tomar distancia con el palacio.

Pero la imagen frente a él era insistente, no era algo que le sorprendiera, mas no era lo que esperaba.

ㅡEstá bien ㅡsin saber el verdadero motivo, terminó accediendo.

Tampoco esperaba que tan pronto como cedió, el Príncipe le diera la vuelta y se colocara frente a él.

Las manos del mayor eran nerviosas y torpes, pero eso no impidió que una de ellas atrajera una de las ajenas, sobresaltando al bailarín. Sus ojos viajaron hasta aquella alianza, mas esta no lucía suficiente para él. Giró su mano contra la impropia, provocando que estas se enfrentaran palma con palma, marcando una bonita diferencia entre los dedos del rubio en comparación a los de Chittaphon, justo antes de provocar que se entrelazaran.

Sin esperar más, su brazo se ancló a la delgada cintura de Chittaphon, quien aún lucía atónito. No sabía si debía moverse, corresponder al tacto, sólo miraba atentamente las expresiones de Taemin. No fue hasta que el Príncipe alzó su mano que comprendió sus intenciones, dejándolo sin aire.

Cualquier melodía podía pasar por su cabeza, no importaba, porque sin importar cual fuera esta, se sentía como parte de una fantasía.

Lentamente, sus pies comenzaron a desplazarse, guiando sus pasos con cierta destreza y delicadeza. Para entonces, su mirada había caído; algo le hacía sentirse profundamente avergonzado, al menos hasta que sintió que esa postura le dio oportunidad al rubio de pegar su frente con la suya. Bastó alzar ligeramente su enfoque para encontrar los ojos del mayor, cerrados, y su gesto puro de relajación.

TaeMin no parecía reconocer las sensaciones que le recorrían, lo que el aroma del más bajo provocaba en él, y el por qué su corazón ya no latía frenéticamente, sino con un ritmo tan pacífico que puso en orden esa realidad con la que empezaba a tener conflicto. Amaba cómo la anatomía del más joven era perfecta para permanecer entre sus brazos, que sus pasos iban tan afines, y que no recibió ninguna pregunta.

No obstante, nada se compara al momento en que sintió los delgados brazos de Chittaphon envolver su cuello, rompiendo el contacto de sus frentes al dejar su rostro sobre su hombro, y provocando que su brazo libre se uniera al que enrrollaba su torso, apretándole con fuerza.

Podía morir en ese momento, quería perderse entre esa infinita calidez y no regresar. Quería que Chittaphon fuera su refugio, lo necesitaba con cada célula de su cuerpo. Por primera vez vivía, y disfrutaba de un verdadero baile. Nada ni nadie iba a poder permitirle una pieza similar, sólo así pudo comprenderlo.

Esa noche volvió al palacio sin pensar en las consecuencias, repasando una y otra vez el momento que había compartido con aquel bailarín de carácter decidido, mientras montaba sobre el caballo que había hurtado del establo mientras los guardias cerraban cada candado, después de que todos los invitados se retiraran. Una vez más, había obedecido a su lado más irracional, aunque si lo pensaba, era el lado más humano que poseía.

No pensó en lo que podía suceder, ni siquiera al regresar al castillo, escabullirse, sin pensar en encontrarse a su padre a la mitad del camino.

ㅡTe dije que no lo hicieras ㅡsu voz lo hizo estremecerse de pies a cabeza, hasta que sintió un profundo ardor sobre su pómulo derecho, justo antes de desplomarse al suelo.

Su cuerpo cayó con fuerza ante el impacto; el Rey había golpeado a su hijo sin ninguna muestra de piedad o arrepentimiento, provocando rasguños bastante remarcados gracias a la joyería que rodeaba sus falanges. Aquel golpe sólo fue el primero de varios, los cuales cayeron sobre sus labios y nariz, dejándolo un par de veces más tumbado en el suelo, con la sangre deslizándose desde sus comisuras y de cada raspadura que los anillos provocaban en su piel.

Lo único que pudo escuchar antes de perder el conocimiento fue que su boda se había adelantado. Tenía cuatro días para terminar con todo.

Sólo quería volver a los brazos de Chittaphon.

Criminal [TENMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora