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El escenario no era el ideal, pero era el único que les era posible poseer. Chittaphon se adentraba en lo más profundo del enorme palacio sintiéndose como un sucio secreto, aunque la mano tomando la suya lo hacía no querer desistir a la idea.

Era sólo en ocasiones bastante contadas en que el Príncipe era capaz de encontrarse con su menor, un joven que solía trabajar como acompañante para los invitados a los famosos banquetes de la familia real. Llegado desde Tailandia, Chittaphon era capaz de hacer de todo para ir en busca de sus sueños por convertirse en un reconocido bailarín, costara lo que costara. Fue en uno de aquellos eventos por los que Chittaphon fue contratado que Lee Taemin, el divino y codiciado hijo de los reyes, fijó sus ojos en el joven tailandés y desde entonces, sus manos se ensuciaron.

El Príncipe se encontraba comprometido, en tan sólo unos días se llevaría a cabo la boda que terminaría por crear una importante alianza entre reinos, ya que su esposa sería la Princesa Son Naeun. Como era de sospecharse, se trataba de un matrimonio arreglado con la intención de obtener beneficios para ambos poblados; Taemin siempre estuvo consciente de que ese sería su destino, creció admirando una dinámica familiar bastante fría y no tenía mayores anhelos mas que conservar su fortuna y seguir siendo aclamado, le gustaba el poder, la riqueza, así era hasta que conoció a Chittaphon, y todo parecía pequeño junto a él.

ㅡYo sólo estoy aquí porque necesito dinero, no voy a ser la marioneta de nadie nunca más ㅡreacio, el menor hablaba sobre sus planes para el futuro, mientras sentía la mirada del Príncipe sobre su cuerpo.

ㅡEl mundo funciona de esta manera ㅡalzó una ceja, recargándose en el arco que conectaba la sala de eventos con el amplio balcónㅡ. Siempre vas a vivir bajo un régimen, los sueños no existen, te animan a seguir resistiendo y nada más.

ㅡUsted no sabe nada de la vida, cree que no existe nada mejor que esto porque usted ya lo tiene todo pero, ¿qué con nosotros? ㅡrió con ironía, observando el paisaje que las tenues luces del pueblo a la medianoche le ofrecíanㅡ. No tiene ni la autoridad ni el derecho de fingir que sabe algo sobre qué es correcto anhelar y qué no sólo por ser un Príncipe, no todos podemos aparecer lo que se nos apetece con sólo tronar los dedos.

Finalmente, Chittaphon se giró hacia el Príncipe, quien se veía atónito ante el tono que estaba utilizando. Seguramente nadie nunca le había hablado con tanta sagacidad y firmeza, aunque aún así, el mayor se atrevió a sonreír.

ㅡNo sabes lo que te espera con ese tipo de pensamiento ㅡnegó el joven rubio de traje celeste, con un tono socarrónㅡ. Te van a pisotear, Youngheum.

ㅡEse no es mi nombre, Majestad, usted lo sabe, así que le voy a pedir que use mi verdadero nombre cuando se dirija a mí.

ㅡEstás en mi casa, todo esto será mío, cualquier lugar al que vayas puede ser de mi propiedad ㅡimpuso, dando lentos pasos en dirección al joven, pero este ni se inmutóㅡ, así que aquí, las cosas son como a mí me plazcan.

Pudo ver cómo los ojos del más bajo se llenaban de fuego, pero fue bueno conteniéndolo, provocando una arrogante sonrisa en el Príncipe. Esperaba que finalmente, la furia venciera al menor y terminase estallando en su contra, adoraba provocar eso, sin embargo, jamás sucedió.

En cambio, el bailarín pasó a su lado y le abandonó en ese mismo lugar, no sin antes musitar.

ㅡQue pase buena noche, Alteza ㅡtanta ironía descolocó a Taemin, quien sólo le siguió con la vista hasta que su silueta desapareció por los corredores del lugar.

Esa fue la primera vez que el Príncipe se sintió conmovido por alguien, tan sacado de lugar que no podía comprenderlo. Nadie nunca se había atrevido a exponer sus ideales frente a él, ni siquiera había conocido a alguien que los tuviera, unos de verdad y no impuestos por las jerarquías. Chittaphon tenía tantas metas que Taemin se preguntaba de qué servían tantos castillos en el aire, claro, estando él en el suyo, con todo a su merced. Chittaphon se volvió su cable a la tierra.

Criminal [TENMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora