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En otros casos, Taemin habría sido menos flexible y el muchacho ya estaría siendo transportado hacia el palacio para que el Rey decidiera cómo proceder ante tan indiferente actitud, pero si algo no admitiría era que era esa misma personalidad la que lo tenía inevitablemente tan interesado en el siguiente movimiento del azabache. Por eso, esa noche, se dirigió hacia los asientos de los balcones, reservados para los miembros de la nobleza que se presentaran en los espectáculos públicos, extremadamente protegidos y en total sigilo e intimidad. A veces, los pueblerinos ni notaban la presencia de los magnates o empoderados, pero esta vez se trataba del mismo Príncipe. Nadie se esperaba que actuara con tal alevosía al romper con las órdenes reales de no exponerse a una función pública, pero nadie tenía el valor de enfrentarlo ni cuestionarlo. Así, Taemin había conseguido infiltrarse entre los asistentes.

Lo cierto es que sólo quería esperar al final de la presentación para volver a ver a Chittaphon y resolver algunas de sus dudas, volver a escucharlo vociferar de ser necesario, no tenía ningún otro interés al menos hasta que distinguió su agraciada figura balancearse en medio del escenario elegante y oportunamente alumbrado con delicadeza por reflectores intencionalmente opacos, brindándole además un espectáculo de sombras al ojo espectador.

Pero Taemin, él tenía su mirada puesta por completo en las alargadas extremidades del tailandés, fluyendo como si fueran parte de las melodías suaves que resonaban por los parlantes de todo el teatro. Su ceño se arrugó en su expresión de máxima atención, dejando su mirada ir y venir siempre a la par del cuerpo de Chittaphon y en su rostro que sólo remarcaba lo concentrado que estaba en completar su rutina.

Si bien no era la primera vez que presenciaba una función, era la primera en la que se había quedado genuinamente absuelto, sintiendo cada paso que Chittaphon daba como si fuera parte de la música. Era capaz de percibir el sentimiento con el cual se movía, era hipnotizante, celestial, y las prendas blancas holgadas (bastante diferentes a las que portaba en los eventos reales) que acariciaban la piel del azabache mientras bailaba, lo hacían verse como un verdadero ángel. No podía reconocer la sensación que le estaba causando, ya que nunca antes su corazón se había visto alterado por la sola existencia de una persona. Luego, estaba Chittaphon, quien sin darse cuenta había comenzado a dejar estragos en su inexperto y soberbio sentir.

Cuando el espectáculo finalizó lo que le hizo reaccionar fueron los montones de aplausos que el bailarín recibía por parte del público. Eso lo hizo ponerse de pie y mirar fijamente hacia el rostro del joven, quien con una fina capa de sudoración haciendo brillar su frente, sonreía orgulloso y conmovido, dedicando reverencias y saludando a los presentes tan agradecido, tan satisfecho que seguía siendo un enigma para el Príncipe, quien pronto había abandonado su lugar.

Por otro lado, Chittaphon regresó a su camerino una vez que el telón cayó, mirando hacia la puerta tras él por inercia. Esta jamás se abrió, no antes de que él saliera por ella dispuesto a regresar a su hogar, una pequeña vivienda en la cual vivía solo desde que había dejado su país. No era tan pequeña pero tampoco ostentosa, era perfecta para alguien que pasaba el día trabajando y sólo buscaba un refugio nocturno donde pasar la noche.

Habría llegado más temprano de no haberse encontrado una vez más la imagen de Taemin frente a él cuando abandonó el auditorio por la puerta trasera, lo cual le sacó un susto.

ㅡNo puede ser, ¿y ahora qué quiere? ㅡjadeó disgustado, mirándole irritado.

ㅡ¿Por qué?

La pregunta le hizo reemplazar su mueca con una confusa.

ㅡ¿Por qué qué? ㅡregresó.

ㅡ¿Por qué aguantas todas esas cosas cuando tú naciste para hacer algo más que acompañar doncellas en un palacio? ㅡsoltó con total sinceridad y una verdadera curiosidad.

En un principio, Chittaphon se sorprendió bastante al recibir, por primera vez, algo así como un halago de alguien proviniente de ese palacio, y más extraño aún, del Príncipe que le miraba hacia abajo. No obstante, su gesto se ablandó en algo así cómo lástima frente a la mirada dudosa de Taemin.

ㅡTodos empezamos desde abajo, hacemos cosas que no queremos porque sabemos que gracias a esa experiencia, ganaremos algo que nos tendrá en constante cercanía con lo que de verdad anhelamos ㅡexplicó, tratando de ser lo más empático posibleㅡ. Sé que usted no lo sabe, pero en el mundo real somos así. Tenemos que hacer sacrificios y eso hace mejores nuestros logros, porque sabemos todo lo que hicimos para llegar a ello, y nos sentimos más que dichosos, orgullosos de nosotros mismos. Se le llama coraje, independencia, valor... Y yo tengo mucho de eso, algún día lograré ser lo que debo ser, algún día haré lo que debo hacer.

Chittaphon podía saber que Taemin trataba de descifrar y desmenuzar cada una de sus palabras, lo cual le hizo sonreír inconscientemente. Notó que su mirada estaba perdida, así que no dijo nada más ni tuvo la necesidad de hacer un comentario al respecto; ajustó el tirante de su maletín, antes de inclinarse suavemente en su dirección.

ㅡRegrese con bien, Majestad, que pase buena noche ㅡfue lo último que dijo, antes de perderse en la oscuridad de la noche, ante los iluminados ojos del rubio.

Criminal [TENMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora