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ㅡPondrás en orden tus pensamientos, asegúrate de que no haya una próxima vez para esas irreverencias ㅡescuchó de la Reina, durante el trayecto a casa.

Su mirada estaba perdida en sus manos, sobre su regazo; lo que menos podía hacer era tener sus pensamientos tranquilos, no cuando era incomprensible lo que sucedía entre ellos.

ㅡComo usted diga, madre.

ㅡEn unas horas comenzarán a llegar los invitados de hoy, así que más vale que te encuentres más presentable ㅡadvirtió, apuntando a su perdido mirar.

ㅡMadre, hoy me siento un poco indispuesto ㅡmurmuróㅡ. ¿Es completamente necesaria mi asistencia?

Tenía una diminuta esperanza en que la rutina cambiara y poder librarse un sólo día del deber de aparecerse en el tradicional banquete. Sus padres adoraban vanagloriarse cada que podían, todas las noches traían invitados a contemplar sus lujos, a hablar de sus privilegios y embarrárselos en la cara a personas de sonrisas terriblemente falsas, llenas de egoísmo. Taemin no solía quedarse atrás, pero su cabeza lo mareaba, las palabras, las escenas girando a través de ella. Ese día no estaba siendo él.

ㅡParece que estás bromeando, y tú bien sabes que aborrezco las bromas ㅡla mujer soltó una gangosa risa, agitando el abanico de mano muy cerca de su mentónㅡ. Tienes que estar a la altura, hijo mío. Me sorprende que siquiera consideres el no estar presente junto a tus padres, los reyes, en una reunión.

«Una de tantas», pensó.

Así fue que el Príncipe tuvo que asistir como normalmente, pero no se sentía así para él. Ni siquiera Naeun le había sonreído al verlo como era común, había dejado las cortesías de lado y lucía un gran descontento que no hacía juego con su remarcada belleza por la cual era conocida. Sabía que si esos gestos permanecían, quien sería sancionado y expuesto sería él y eso jamás sería perdonado por sus padres. Tenía qué arreglar las cosas si no quería tener otro pendiente más sobre sus hombros.

Así fue que terminó cruzando el enorme salón hasta llegar a la mesa donde la joven se encontraba, mientras el resto de invitados danzaba al ritmo de la música a la hora del famoso baile. No fue complicado llegar al corazón de la engreída Princesa, quien había comenzado tratándole con desaire hasta que este le invitó a la pista. Era una valiosa oportunidad para aumentar la reputación de ambos el compartir una pieza frente a todos.

Sin embargo, el momento que tenía implícito el ser algo mágico y digno de un cuento de hadas estaba muy alejado de lucir como tal, puesto a que si bien ambos se veían satisfechos, ninguno de los dos mantenía su vista en el otro, sino en la gente que los observaba y se movía a su lado. Especialmente, la chica daba señas que expresaban lo supuestamente afortunada que era, y TaeMin sonreía con ironía, al menos hasta que identificó lo que parecía ser una reproducción de lo que eran sus pensamientos hasta horas antes.

Sólo unos metros alejado, Chittaphon sujetaba la cintura y la mano de la hija del marquesado, quien se pavoneaba de vez en cuando por la pista hasta volver a caer entre los brazos del tailandés, quien sólo se limitaba a seguirle el paso. Incluso en ese escenario, Chittaphon volvió a lograr que algo se removiera en el interior de Taemin, quien se había dedicado a mirarlo por unos segundos, los suficientes para que volviera a desorientarse. Una amargura subió desde su estómago hasta su garganta haciéndolo exhalar por la nariz con fuerza, cosa que Naeun notó mas no reaccionó.

Se sentía confundido, fastidiado, insatisfecho y hasta dolido.

Celoso. Estaba muy celoso.

Criminal [TENMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora