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A pesar de haber vuelto a su habitación a salvo, sin tener a nadie esperando o enfrentarse a nuevos problemas, todo su cuerpo dolía. Ahí había notado hasta donde había llegado, en lo que se había convertido, y es que mientras más libre lograba sentirse más profundo era el dolor que lo acunaba. La vida lucía completamente distinta, su sangre había dejado de ser azul para tomar el verdadero color que merecía, un rojo funesto, representando todo el sufrimiento por el que había estado pasando al haberse convertido en una verdadera persona.

Chittaphon había vuelto a desaparecer. No volvió a encontrarlo en el balcón, mucho menos en la pista de baile; Gooru iba y venía sola, pero ni siquiera ella parecía notar que algo iba mal, que él faltaba, siendo que para Taemin era lo más importante de la existencia misma.

Su rostro no volvió a mostrar emoción alguna los siguientes días, la cuenta regresiva para el momento de su boda había comenzado. Tenía que aceptar que siempre había estado condenado, que hasta conocer a Chittaphon siempre había estado de acuerdo con eso, nada le importaba, tal vez porque siempre fue alguien vacío y con sueños pobres en contraste a todos los lujos que poseía desde la cuna. Una parte de él solamente deseaba volver a mirarlo así, despertar de ese sueño tan complicado, pero Chittaphon volvió a hablar entre sus pensamientos.

"En el mundo real somos así."

Ni siquiera al Rey le importaba su cambio tan drástico de actitud, entonces Taemin se preguntó si esas cosas alguna vez le habían interesado. No quería ser como él, no quería llevar su vida, y no podía escapar.

Dos noches antes a la boda, tenía que encontrarse con Naeun y los reyes en la iglesia, culminando con los detalles finales, pero sólo pensaba en huir. El brazo anclado al suyo se sentía pesado, tal y como sus comisuras.

—Taemin... No podrás tener esa cara durante la boda —habló entre dientes la Princesa, tratando de mantener su pulcra sonrisa.

—Esta es mi cara... ¿Qué se supone que haga?

Esa respuesta dejó perpleja a la chica, mientras caminaban tras las dos parejas mayores, recorriendo el recinto. Los ojos de la chica se clavaron en él, pero no hizo nada por corresponderlo.

Ella no tenía la culpa, lo sabía, y fue lo único que le hizo detenerse antes de seguir hablando. Tampoco podía darse el lujo de arruinarlo a esas alturas, y si Chittaphon se había ido... ¿Qué más le quedaba?

El camino de regreso al palacio se volvió un martirio, teniendo una vez más la mirada desaprobatoria de su prometida y de su padre sobre él. Ni siquiera era capaz de decir palabra alguna, cada que abría la boca, el sonido del pesar se escabullía entre su voz, dándole un tono apagado y seco que ya había logrado captar la atención de todos. Sin embargo, unos ojos tristes caían sobre su entumida silueta de vez en cuando.

En cuanto llegaron al castillo, los invitados de la noche comenzaron a acceder de igual manera, regocijándose y celebrando al ver a la joven pareja junta, pero el gesto del rubio nunca cambió.

—Hijo, acompáñame un momento.

Sintió la mano de su padre caer sobre su hombro, eso fue suficiente para saber que algo iba mal. El hombre se abrió paso entre la gente junto al Príncipe; uno de los caminos de ronda que llevaban hacia la abandonada torre que alguna vez fue utilizada como almacén, fue el lugar donde los pasos cesaron, lejos del ojo público.

—Creo haber sido muy claro contigo, Taemin —el mayor caminó a su alrededor; ni se inmutó—. Estás causando problemas.

—Discúlpeme, Padre, pero no sé a qué se refiere.

—No quieras hacerte el listo, yo te conozco, sé el tipo de persona que eres, te empeñas en arruinar esto por seguir cumpliendo tus caprichos pero, eso no vas a conseguirlo.

Finalmente, cuando sintió que se había detenido delante de él, Taemin alzó la mirada en su dirección con mayor seguridad que cualquiera de las veces anteriores.

—Usted no me conoce en lo más mínimo.

Su gesto se tensó, y eso fue suficiente para que el Rey pareciera estresarse, frunciendo el ceño antes de soltar una irónica carcajada que hizo resonar el solitario lugar.

—Si no es a mí, ¿a quién crees que le interesaría conocerte? —con fingida lástima, cuestionó—. Lo único que importa aquí es que supuestamente, eres un Príncipe, pero tienes una actitud tan mediocre que me repugna. Me hace preguntarme cómo es que llegué a criar a una persona como tú, alguien que ha olvidado tan fácilmente lo que es acatar una orden real porque, Taemin, más que ser tu padre, soy el Rey, la persona que puede negarse a cederle la corona a alguien como tú, sin importar qué deba hacer para que eso no suceda.

Hizo de todo por mantener su postura firme, pero había sido cruelmente destruido en su totalidad. Involuntariamente, había dado unos pasos hacia atrás, negando repetidas veces, apretando su mandíbula. No podía hacerlo más.

—Usted no me crió —escupió—. Usted nunca estuvo conmigo, las personas con las que crecí fueron con las que usted contrataba para cuidar de mí mientras ustedes evitaban cargar conmigo, al menos hasta que les fuera útil, así que usted ya ni siquiera debería referirse a sí mismo como mi padre, y si cree que no cumplo con las órdenes que usted me da, usted definitivamente no sabe de lo que está hablando, así que le mostraré lo que es realmente desobedecer a su palabra real.

Dicho esto, arrancó con furia la banda cubierta con maquillaje que reposaba sobre la herida que tenía en el puente de su nariz, cubriéndola, antes de regresar por el mismo camino.

No escuchaba nada, ni el llamado del Rey, ni las voces de los invitados. Sus ojos se desbordaban sin poder evitarlo, no era capaz de quedarse más esas lágrimas que por mucho tiempo dejó acumularse, y fue tan sigiloso como pudo al respecto.

Hasta encontrar una mirada entre la multitud, esa que hizo que el tiempo volviera a detenerse.

Criminal [TENMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora