༻O6. LEÓN NEGRO༺

44.8K 3K 2.7K
                                    

EVANDER

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EVANDER

Un cadáver cubierto por una sábana blanca, inmóvil y con manos raquíticas, me nombra en un susurro.

Hace frío en la habitación.

Un cuerpo sobre una fría plancha de metal descansa sin ser interrumpido, varias moscas se posan sobre la piel que perteneció a una niña.

Me remuevo ansioso entre las sábanas, con los párpados cerrados mientras intento que mi mente vuelva a calmarse.

Madre e hija me llaman con desespero, ambas con los ojos ahogados en lágrimas y lo único que hago es observarlas con horror.

Trago saliva con pesadez, quiero levantarme de la cama y no lo logro. Aún mantengo los ojos cerrados, pero es mi cerebro quien se encarga de hacerme ver a los recuerdos que he preferido mantener ocultos.

Puedo ver a mi madre lánguida y fría en su habitación. Debería de estar recostada, pues toda la tarde lloró hasta que sus ojos perdieron el brillo, pero no hay nadie en la cama. En cambio, la puerta de su baño está entreabierta y hay vapor que proviene de la bañera; alguien dejó el grifo abierto, el agua se desborda; cristalina con toques de carmesí.

Vuelvo a dar otra vuelta sobre la cama mientras todo mi cuerpo suda frío.

Sé que mi hermana jugaba en su habitación, insistió con que estuviésemos juntos y yo la aparté porque me encontraba frustrado. Le dije que no estaba para estupideces, Kerstyn se fue llorando y yo me arrepentí. La fui a buscar al atardecer.

Abro la boca para tragar aire y que así el nudo en mi garganta sea aliviado. Estoy asfixiándome, aunque sigo dormido ¿o sigo en medio de un sueño?

Las manos raquíticas de mi madre me dan el abrazo cálido que alguna vez añoré y, a lo lejos, veo a mi hermana beber de una taza de té humeante. Quisiera detener a ambas.

Gotas de sangre caen sobre la camisa que traigo puesta.

Mi madre murmura palabras a mi oído y mi hermana alza la vista en mi dirección.

Despierto sobresaltado, con mi corazón palpitando con fuerza y la frente bañada en sudor. La gran habitación se encuentra a oscuras, sin rastro de que exista alguien más que yo. Tardo en alejarme de la somnolencia y de la sensación de miedo que consiguió aturdir a mis sentidos. Ya no hay rastro de nadie aquí.

Aun así, me siento intranquilo. Todavía oigo a la voz de mi madre y no he olvidado cómo mi hermana me veía.

Me paso una mano por el rostro, un tanto desesperado. Mi pecho sube y baja con irregularidad a causa del temor, estoy abrumado por mi propia consciencia. Desde la madrugada tengo presentes a los susurros que rodean a mi cabeza e insisten con obligarme a recordar a lo que ocurrió en el pasado.

SiderealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora