༻74. FRÍO, VIOLENTO & MORTAL༺

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ALEXIS

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ALEXIS

La primera vez que sentí arrepentimiento fue cuando Ashraf y Rhea fueron asesinados. Y más que arrepentimiento, yo lo describiría más como remordimiento y...rencor hacia mí mismo.

El día anterior a su muerte, Ashraf por fin me había mirado como si parte de su sangre estuviera dentro de mis venas y, tras años de haber sido ignorado por el sultán, él se dirigió a mí para decirme que estaba orgulloso de mí, el príncipe heredero. A diferencia de Rhea, no me veía con cariño u afecto, pero se encontraba complacido y yo tuve que reprimir a una indecorosa sonrisa.

Ojalá no me hubiese cohibido de ello. Ojalá Ashraf hubiese muerto, al menos, sabiendo lo mucho que me alegraba llegar a ser parte de su familia.

Lo peor es que todavía recuerdo la promesa de ir a visitar al santuario en construcción una vez que él regresara de su viaje. Y a pesar de que yo tenía catorce años, ese simple juramento sanó a una parte de mi infancia que yo ni siquiera reconocía.

Pero Ashraf nunca regresó. Rhea tampoco.

Ninguno de los dos volvió.

Y si yo los hubiese acompañado, Rhea hubiese cumplido su sueño de tener una familia feliz durante un par de horas. De ser así, la habrían asesinado con una sonrisa en el rostro.

No obstante, obedecí las órdenes de ser un príncipe ejemplar y me quedé en el palacio mientras ambos se adentraban a un camino que ya no los regresaría al mío. Tres días después, encontraron un par de cuerpos dentro de un automóvil que había sido detonado casi al arribar a la frontera de Borealis y, presionado por la corte y el gabinete de mi padre, fui enviado a reconocer a los cuerpos.

Únicamente los reconocí por sus joyas: El anillo de piedra constelación que pertenecía a Ashraf y los brazaletes de esmeralda que eran de Rhea. De lo contrario, nunca habría adivinado de quienes eran esos rostros a medio chamuscar, ni mucho menos hubiese sabido decir de quién eran esos huesos que sobresalían en medio de músculos y nervios.

Sentí culpa por haberme negado a acompañarlos.

Y el rencor me carcomió porque jamás pude expresarles cuánto los quería.

Creí que nunca volvería a experimentar a dichos sentimientos, que sólo cargaría una vez en mi vida con dichas sensaciones, pero luego de ver a Genevieve con los ojos llenos de lágrimas, que no se atrevió a derramar, de nuevo el remordimiento y el odio propio me convirtieron en su títere.

No tolero que la desprestigien a ella, de mí pueden burlarse cuanto quieran, pero con mi compañera, con mi Genevieve, es un rotundo no.

Sé que debí haberle destruido la quijada a Hadeon por el trato que le brindó y estaba a nada de hacerlo, de no ser porque supe que Genevieve me odiaría por haber fingido ser un humilde sirviente. Además, a causa de mi enojo, le habría mostrado una faceta que ella no necesita ni debe de conocer.

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