𝐃𝐨𝐬

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El oficial Son deja salir un suspiro con el vaho de su boca sobresaliendo de su cartón de café. Había hecho frío esa semana desde que se anunció que el clima cambiaría y el invierno podría llegar antes de lo previsto a Richmond.

No es como que nevara, las temperaturas solo bajaban y los vientos podía empujarte si ponías mal los pies incluso para alguien tan grande como lo era el oficial Son.

Hyunwoo había nacido y crecido aquí, en Indiana. En una familia de siete hijos y dos padres demasiado mayores como para perdurar lo largo de los años que ocuparían cada hijo en crecer. Hyunwoo habia perdido a sus padres y hermanos mayores con el paso de los años.

Haciendo el tiempo al oficial Son alguien solitario con años de aislamiento bajo su raíces. Las navidades ya no las celebraba con nadie y las fechas festivas eran solo una razón para comprar cerveza y quedarse dormido seguramente en horas vergonzosas. Ocho de la noche y caía en coma.

Bien, Hyunwoo, aún así era completamente dedicado a su labor. No. Él estaba casado con el trabajo de su vida.

Era de esos hombres que al pasar de los años y al no encontrar pareja se quedaban en casa mirando televisor o salía a algún bar a conocer personas que se interesaran en él.

Quizás la segunda opción sería agradable pero la verdad era que Hyunwoo no podía crear relaciones con nadie, ni cortas ni largas, porque apuntaba muy arriba.

Y arriba era un matrimonio... Bien, un matrimonio con el camarero Lee. El chico de secundaria que enamoró a todo Richmond en los años noventa y ahora continuaba con su cafetería, trabajando como camarero a la vez y sin anillo de oro brillante que decorara su dedo.

Lee Minhyuk era conocido en el pueblo por ser independiente, dulce, amigable y un estándar de esposo ideal. Todos soñaban con ser el esposo que calentaría la cama de Lee Minhyuk.

El oficial Son estaba entre esos, no era como si peleará por llamar la atención de su compañero de juventud, pero un poco si era la única persona con la que se sentía bien hablar por más que unos míseros cinco minutos y eso lo volvía especial.

— ¿Todo bien esta mañana? — Saluda Minhyuk, caminando hasta él con un recipiente de café recién preparado en la mano. Sonrió y volvió a llenar la taza del oficial Son como era costumbre en Lee.

— Todo en calma, señor Lee

Si, un hermoso hombre que los años no pasaban por él, cerca de sus cuarenta y con la sonrisa aún de un quinciañero.

— Veo que tienes nuevos ayudantes

— Oh, ¿Ki? — Respondió, mirando al chico con sonrisa simpática en la caja. — Si, ha sido muy bueno intuyendo que puedo estar necesitando desde que llego

— Me alegro que tengas ayuda, no es bueno que sobre trabajes, ya tienes a todo Richmond enamorado de... tu café

Minhyuk río y limpió de nuevo la mesa ya limpia para que Son se mantuviera en la cafetería el tiempo que él quisiera.

Se fue y Dios, Son a veces como que sentía que había un vacío en su vida. Se levantaba con la misma rutina por las mañanas durante quince años y llegaba a dormir, se acostaba a tiempo récord si no había obstáculos que le atrasaran de cerrar un caso en la comisaría. Como lo fue el de hace dos días.

El caso del banco local que había estado a punto de ser archivado si el oficial Son no hubiese puesto atención en los detalles de los despedidos en los últimos dos años. Era como su truco barato para lavar dinero sucio y continuar en funcionamiento.

Al oficial Son eso le revolvía las entrañas, ver como alguien que pudo haber sido conocido de toda la vida, salía a la luz con las manos metidas entre lodo y mierda.

Había considerado a Mark Hillard amigo de infancia pero las cosas resultaron ser de ese modo, llevándose una fuerte desilusión.

Llevar a amigos cercanos a la cárcel era más normal de lo que debería.

Son dio un suspiro y estiró su espalda antes de llevar la taza a los labios y ver por encima del hombro a una familia levantarse para salir. Al chico del banco, el del incidente, Kihyun, limpiando una de las mesas detrás de ellos.

Son un poco como que sentía pena por él, ser nuevo en un pueblo y llevarse esa experiencia desagradable no debía ser muy motivador, al contrario, mucho optaban por correr y hacer vida nueva en otra parte.

No fue su caso, al parecer.

Los ojos negros del oficial Son pasaron de Kihyun a la mirada de Kihyun fruncida, fijos en el suelo frente a una señora mayor de cabello blanco.

Se corrió un poco y noto como había una extraña cáscara de banano lanzada en suelo por uno de los familiares de la persona adulta mientras ella miraba al frente escuchándolos hablar.

Sospechoso y espeluznante.

Se volteó en su asiento mirando a Kihyun listo, detrás de ella como si preparará la fuerza suficiente en sus manos y pies para sostenerla en caso de que tropezara.

Lo mejor sería avisarle que había algo resbaladizo en el suelo pero la familia parecía hundida en una conversación como para tal caso, quizás, proviniendo de él, sería irrespetuoso.

De todos modos, Kihyun estaba actuando bien, algo que no muchos harían.

Cuando la señora tropezó, todo pudo haber llegado a ser relativamente gracioso, sus pies en el aire, Kihyun pálido detrás de ella, golpeándose la cadera con el filo de una mesa pegada al suelo para alcanzarla, la señora grito y lloro como lo haría cualquier otra mujer a su edad luego de un fuerte golpe en la espalda y Kihyun otro que le dejaría marca.

No lo hizo reír, y lo interesante no fue sino lo que vino después.

La mueca de enojo que no ocultaron dos mujeres y un hombre frente a ellos, presumiblemente hijos que en menos de un mili segundo cambiaron todo a un gesto de asombro y preocupación.

— ¡Mamá! ¡No, Oh Dios! ¡El camarero ha querido lastimar a mi madre! — Grita una de ellas, golpeado cada tímpano en los oídos del oficial Son.

Él no reaccionó, se quedó en su lugar.

— ¡No! De verdad. Se equivocan, he seguido sus pasos para que ella no se golpeara

— ¡No sueltes verdades que no son! Es tu responsabilidad tener el suelo limpio ¿quién deja algo tan descuidado en el piso como un banano en estos tiempo?

Kihyun hizo una mueca de cachorro herido y el oficial Son no evitó pensar que se veía muy tierno. Otra vez el chico había caminado directo a conseguir problemas.

Silenciosamente, el oficial Son se puso de pie y caminó hasta jalar el hombro del hombre que reconoció como Kalev Greenwall. Otro conocido que acabaría entrando a prisión por el tan obvio intento de homicidio contra la anciana que lo miraba con lágrimas en los ojos. Los labios de Greenwall incluso tenían restos del banano que acaba de comer. Idiota.

— Hijo... pero ¿por qué?

Jodido infierno.

El oficial Son suspiró, este era sino, otro día más, de mierda, que podía agregar a la lista.

Perfecto Policía [ ShowKi ]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora