𝐒𝐞𝐢𝐬

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Al día siguiente, Kihyun necesito colocar hielo con té de manzanilla en sus ojeras para volverlas más decentes.

¿Qué había esperado?

Que su héroe usara una capa roja todo el tiempo y cuidara de él incluso cuando no había razón justificada para lo que sucedió ayer. Kihyun debía estar delirando.

Pero con sus manos apretadas entre ellas hubiese deseado, aunque sea un poco, que las cosas hubieran resultado diferente.

Habían avanzado demasiado rápido y ni siquiera estaba seguro de si el hombre tenía un interés en alguien más que él. No había preguntado, no habían hablado de absolutamente nada cuando Kihyun se le insinuó y eso lo que más le golpea.

Que él pudiera parecer un acalenturado con el primer hombre que le derramaba atención.

Habían tantas maneras de haber evitado eso pero desde que olió su perfume la primera vez que lo abrazó, se encontraba semidesnudo y él no paraba de decir que estaba a salvo con él, su cabeza no midió alarmas de que podría salir lastimado si se ilusionaba.

Y Kihyun era tan tonto.

Kihyun no estaba mínimamente ilusionado por lo que fuera a suceder entre ellos, él casi que podía verse a él mismo haciendo el amor con el oficial Son cada vez que volvía a casa por un largo tiempo en una relación a largo plazo.

Sus mejillas se sonrojaron ante eso porque tenía el corazón palpitando con fuerza cuando Son le acunó la barbilla y lo levantó de su pene chupado para besarle la boca y desvestirlo.

Un poco más de él y Kihyun era capaz de hacer cualquier cosa por ese hombre.

Su hombre. Dios, debía parar si no quería hacerse más daño.

Salió de la cocina luego de dejar sus cosas en el estante y se dirigió a la caja de cobro de la cafetería mientras Muriel, su compañera de los jueves lo acompañaba y hacía las bebidas de los clientes que habían llegado temprano por la mañana.

Muriel no era la mujer más simpática de todas, tenía un rostro serio y no socializaba mucho, la verdad era que no habían convivido demasiado y ninguno tenía la intención de llegar a ese punto aún.

Mirando las cuentas de la libreta bajo la caja registradora, una garganta se limpio frente a Kihyun y levantó la mirada.

Minhyuk estaba allí con su sonrisa de hombre madrugador por naturaleza habitual.

— ¿Qué haces aquí? — Sonrió Kihyun, tratando de reponerse un poco. — Incluso los jefes tienen días libres

— Así es pero los extrañaba, bolitas — Aludió con cariño, Muriel incluso sonrió un poco. — Y bueno, fui citado por cierto caballero para tomar un café con él

Minhyuk puso el radio y alegró el ambiente con un poco de música, más, cuando todos los hombre que pudieron haber entrado por esa puerta, uno en especial llegó. Kihyun odio en ese mismo instante ver a ese único vestido con su uniforme de policía detective, con el chaleco de cuero y felpa y su pantalón apretado, a Kihyun se le escapó un suspiro.

Son Hyunwoo caminó a sentarse en el mismo lugar de siempre y Minhyuk volteó sobre su hombro antes de pedir dos cafés con leche y poca azúcar y dos panes con maracuya.

Lo que le gusta a Hyunwoo. Pensó Kihyun.

Hasta que... maldición.

Maldición, no.

Su corazón se escapó de su pecho y su estómago cayó muy bajo al ver al sonriente Minhyuk salir y caminar hacia él, acariciar su espalda como un viejo amigo y sentarse al lado de Son Hyunwoo.

El dolor lo tomó como si un rayo hubiera caído encima de Kihyun volviendo cenizas toda su semana de... desgracias desde que había pasado lo del banco en el centro de Richmond.

Son no había perdido el tiempo, estaba allí sentado, seguramente platicando con el amor de su vida mientras Kihyun seguía detrás de la caja registradora con los labios apretados. Solo.

Tuvo que respirar hondo cuando se sentía ahogarse, la alegría en el ambiente no fue suficiente y pequeñas lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.

Así que no puedes parecer más digno.

No puedes ordenar tu mente.

No había sido solo uno, sino dos. Dos hombres que lo habían rechazado como la segunda opción al no poderse hacer con ellos al señor, Lee Minhyuk.

Siempre era Lee Minhyuk.

Quería derrumbarse, golpear todo.

Pero seguía en el trabajo y sabía que habían más de ojos curioso viéndolo como parecía no poder calmarse.

— Muriel

Oh, Ki — Dijo asustada, sin poder moverse de la máquina de expreso por estar con dos tazas debajo del filtro. — ¿Qué necesitas? ¿Estás bien?

— ¿Me podrías suplantar un segundo? — Dijo, limpiandose las lágrimas con la muñeca de la mano. Muriel asintió y su corazón no paro en remediar que seguramente más de una persona estaba hablando de él, sacando conclusiones propias.

Kihyun abrió suave la puerta y entró a la cocina con los pedazos de su corazón en la mano.

¿Por qué dolía tanto?

¿Por qué lloraba?

El oficial Son y él no eran nada, Kihyun no había especificado nada y Hyunwoo no había dicho ninguna palabras alentadora para creer, que lo que había oído de su boca en su casa dormitorio había sido un error.

No lo fue.

A él le gustaba Minhyuk.

Como a todos los hombres en Richmond, Indiana al parecer.

Y Kihyun solo era una aventura de una noche del que no se esperó mucho.

Antes de que su cerebro volviese todo más grande, el aire pareció confinarlo, se desahogaría y luego lo dejaría ir. Eso es lo que haría. Kihyun camino a la puerta traerá de la cafetería y la abrió para salir a la zona donde Muriel pasaba la mayor parte de su tiempo fumando, a veces en compañía de Min.

Al abrirla, suspiró y abrió sus ojos. Lo que encontró no fue privacidad, sino a tres hombres con un alfa apuntando un arma a otro que estaba inclinado de rodillas pidiendo por su vida.

Cuando el hombre alfa disparó, Kihyun convirtió su rostro completamente pálido hasta ser una hoja de papel y supo que ya no había marcha atrás. El sujeto de ojos negros inyectado de locura llevó su risa poseída en dirección a Kihyun, caminando hacia él y dejando atrás un charco de sangre del hombre que yació sin piedad muerto sobre sus pies.

Perfecto Policía [ ShowKi ]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora