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Suena mi teléfono, supongo que es un mensaje. Lo ignoro, me vuelvo a hacer bolita en la cama.

Me siento terrible. Tanto mental como físicamente.

Tomo el celular y conecto mis audífonos que estan en la mesa de noche. Me aparece la opción de música, y le doy a "aleatorio".

No reconozco los temas, pero me vuelvo a dormir. A cierto punto tocan la puerta, yo me quedo callada. No quiero ver a nadie.

- ¿Carmín? - preguntan abriendo la puerta.

- ¿Manuel? - me destapo reconociendo la voz.

- Hola.

Se acerca y se sienta en la cama.

- Hey.

- Hola. - me vuelvo a arropar con las colchas.

- ¿Cómo estás?

- ¿Es necesario que te lo responda? - murmuro.

- No, desde aquí se nota tu estado depresivo. - bromea, le miro mal.

- ¿Perdón?

- Nada, intentaba animarte.

- Intento fallido.

- Anda Carmín, levántate.

- ¿Por qué no te vas con tus amiguitos?

- Hey, tu eres mi mejor amiga, por nada del mundo te voy a dejar hundirte así sola.

- Bia te debe estar buscando. - me siento en la cama.

- No me importa, ella tiene a todo el grupo. Tú ahora no tienes a nadie.

- Ahora soy la pobre chica inestable.

- No eres la pobre chica, solo te sientes mal, y está perfecto, no siempre hay que mantener una sonrisa.

- Me siento dolida. - murmuro, evito llorar.

- Lo sé, créeme que lo sé, pero para eso estoy aquí, no voy a dejar que vuelvas a llorar.

- ¿Y... y Alex?

- Abajo.

- ¿Abajo? - me incorporo rápido.

- Señoras y señores, buenas tardes, buenas noches, buenas tardes, buenas noches, señoritas y señores. - entra mi novio con una bandeja sobre la cual hay 1 taza. - Esta tarde estar aquí es mi pasión que alegría.

No puedo evitar reír. Estos saben como sacarme una sonrisa.

- Buenos días. - digo al ver a Alex acercarse y besar mi frente.

- Hola princesa, ¿Cómo sigues?

- Mal.

- Lo imaginaba. He aquí una deliciosa taza de chocolate con pequeños malvaviscos especialmente para la señorita. - me ofrece la taza.

- No tengo hambre.

- Carmín son casi las doce, anda.

Tras sus insistencias, finalmente tomo la taza. Tomo un sorbo, esta buenísimo.

- ¿Cómo lo hicieron?

- ¿Te gusta? - asiento. - La receta mágica de tu madre funcionó.

- Tiene sentido, no podía pensar en que ustedes dos pudieran cocinar. - me miran indignados.

- Alex, la real retiración, ahora mismo.

Él ríe.

- Gracias enserio.

Dust 》CarmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora