Capítulo 4: ¿Popunerd?

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—¿Por qué no te sientes guapo? ¿Acaso tienes problemas con tu autoestima?— pregunté directamente sus ojos se abrieron— Perdón, por ser tan directa.

—Oh, la gran Tatiana Clair, disculpándose— fingió asombro.

—Vale, no estoy para que se burlen de mi, tú no me conoces para eso— intenté levantarme pero su mano me sujetó— Suéltame— ordené con la vista al frente.

—Escúchame, después marchate si quieres— dudé un poco.

—Está bien— se quedó en silencio y eso me impacientó— ¿Entonces, por qué no te consideras guapo?.

—Aquí es todo diferente, los chicos con espaldas y brazos marcados, caras bonitas y una gran altura son populares— asentí— Pero en Italia eso es muy común, allá yo no era popular— abrí mi boca pero la cerré para que continuara— Chicos como yo, hay por doquier, los populares tienen otros cuerpos que allá son hermosos. Yo era un chico equis— oí un resplandor de tristeza en su voz— Ni popular, ni nerd, solo era uno más del montón, los deportistas solo se creían mejores a todos y las chicas solo me ignoraban.

—Auch— bromeé tratando de romper el silencio, ninguno dijo nada más en un largo tiempo— Creo que deberías disfrutar la experiencia, ¿no? Haz lo que quisiste hacer cuando estabas allá, hazlo sin miedo, ahora eres popular y perseguido por muchas chicas. Aunque te equivoques los errores pasan y vuelves a ser el mismo aclamado de antes— le di una palmadita en el hombro— Sé quien quieras ser, aquí puedes— le sonreí a medias.

—Te juzgué adelantado, si puedes ser una chica compresiva— puse un dedo frente a su cara y negué con él.

—No soy una chica comprensiva— volteé mis ojos— Soy una chica borracha que necesita una buena ducha de agua fría— me paré de la acera.

—¿Entonces... somos amigos?— negué.

—¡Que pesado estas con eso!— tallé mis sienes cansada.

—Solo quiero llevarme bien con todos.

—Bueno, estamos en fase de conocernos, pero, nadie lo sabrá. No voy por la vida repartiendo mi amistad, ni siquiera mi tiempo, así que siéntete afortunado.

Hizo una graciosa reverencia— Muy afortunado, señorita no-princesa— solté una carcajada.

—Eres gracioso.

—Ves, soy agradable.

—Y un egocéntrico también. Mejor me voy antes que caiga en tus redes de popunerd— su ceño se arrugó ligeramente y formuló una sonrisa sin despegar sus labios.

—¿Popunerd?— sonreí.

—Si, soy muy creativa. Ese será tu apodo, a partir de hoy— esa frase me recordó una canción que comencé a cantar segundos más tarde— A partir de hoy, le vendaré los ojos a mi corazón, no quiero que te mire y vuelva a enamorarse— me callé abruptamente al ver que me veía sonriendo— El alcohol— me excusé— Hasta mañana— comencé a alejarme

—Adiós no-princesa.

—¿Es en serio?— me volteé.

—Si, será tu apodo, a partir de hoy— repitió.

—¡Como digas!— seguí caminado y llegue con algunos tropiezos a casa.

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