Capítulo 12: ¿Sé que siento?

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Llamada telefónica:

—¿Amor?— pregunto en cuanto descuelga el teléfono.

—¿Si? Dime— responde con sequedad.

—¿Podríamos ir a tomar un helado? Estoy aburrida en casa, es sábado— refunfuño.

—Estoy ocupado, Tatiana— espeta— Mas tarde voy a verte.

—Pero...— y colgó.

Llamada finalizada.

La impotencia se apodera de mi cuerpo, siento mis manos apretadas mientras mis nudillos se vuelven blancos. Respiro profundamente.

—Esta ocupado. Luego vendrá— me repito mientras bajo las escaleras.

—¡Pequeña!— exclama con la boca llena Tom.

—No hables con la boca llena, cerdo— regaño haciendo una mueca.

—La señorita Tatiana, siempre tan correcta— rueda los ojos con burla.

—¿Me llevas a tomar helado? Estoy aburrida— hago un pequeño puchero.

—¿Y tu novio?.

—Esta ocupado, ¿me llevas o no?— pregunto impaciente.

—Yo...

—No me lleves, gracias— exclamo cortándolo con sarcasmo— Voy a buscar a Natt para que me acompañe.

—¡Espera, no! Las acompaño— me mira mal— ¿Por qué nunca me dejas hablar?.

—Porque eres un maldito lento— rodeo mis ojos y marco a la pelinegra.

Llamada telefónica

Hola, hola, pepsi cola— hablo sonriente.

—¿Y esa felicidad?.

—Vamos a tomar helado.

—¿Es pregunta o afirmación?— pregunta burlona.

—Afirmación— contesto con seguridad.

—Vale, estoy en tu casa, pronto.

—No, te voy a buscar— me despido para luego susurrar:— Ponte guapa— y colgar dejándola con la duda.

Llamada finalizada.

—¿Ya estás listo?— pregunto cruzándome de brazos.

—¿Qué crees?— da una pequeña vuelta sobre su eje.

—¿Que pareces un vagabundo?— niega con malhumor— ¡Vamos!.

Lo tomo de la mano y la brisa nos embiste mientras comenzamos a caminar. La casa de la ojiazul no esta lejos.

Doy suaves toques en su puerta, ella abre con rapidez. Porta un vestido floreado por los muslos, con su cabello negro en una coleta alta.

—¡Pero bueno!— exclamo dándole una vuelta con mis manos, ella se sonroja levemente.

—¿Qué hace aquí tu hermano?— susurra tímida— ¿Por qué no me dijiste nada?.

—¿No quieres que esté aquí, Natt?— ella vuelve a sonrojarse— Me siento ofendido.

—Yo... no... quise... decir... eso— titubea ella.

—Ofendida se va a sentir ella si no le dices lo guapa que está— me cruzo de brazos.

—Es cierto, estas muy guapa, y no es porque Tati me haya obligado, en serio... estas... guapa— balbucea rascando su nuca.

—Gra...cias— secunda ella.

Creciendo Con Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora