𝐃𝐎𝐒

13 5 0
                                    

Abrí mis ojos con pesadez después de escuchar los diez gritos de mi madre.
A pesar de saber que iba justa de tiempo decidí tomármelo con calma, al fin y al cabo yo no tenía tanta prisa. Me duché, me vestí con unos pantalones negros, unas botas altas de cuero y una chaqueta de la misma tela y color. Me hice una coleta alta y bajé a desayunar.

— ¿Puedes dejar de vestirte como si fueras a un funeral? - Rodó los ojos mi madre.

— ¿Podrías dejar de intentar controlar mi ropa? - Contraataque.

Me preparé un tazón de leche con cereales de chocolate y los comía tranquilamente.

— Eso, tu tranquila, ya llegarás a tiempo para la tercera hora. - Me regañó.

Ni siquiera me molesté en responderle, tenía un carácter que mejor no verlo.

Por último me limpié los dientes y fuí caminando al instituto.

Subí las escaleras de el recinto, no sin antes apreciar lo limpió que estaba todo. Podía ver mi reflejo por los cristales.
Seguí caminando hacia lo que pareciera ser un mostrador al final del pasillo. Caminé con la cabeza alta y decidida a pesar de estar muerta de vergüenza.

— Liliam, ¿verdad? - Sonrió la anciana.

— Si, mucho gusto. - Se la correspondí.

Agradecí no tener que dar ningún tipo de explicación, ya que no entra nadie a estas alturas del curso y todo el mundo sabe que yo soy la nueva.

— Aquí tienes tus horarios. - Dijo ofreciéndome una hoja de papel.

La cogí y lo comencé a analizar.

Literatura, aula 45.

Ví a un grupo de chicos y me acerqué a preguntarles.

— ¿Me podríais decir donde está el aula 45? - Dije mirando para mi hoja para decirlo correctamente.

— Nosotros tenemos que ir a la misma, así que síguenos. - Dijo señalando con el dedo una dirección.

Al llegar a la puerta estos la abrieron sin llamar. Todos nos adentramos por ella.

— Gian, ¿cuántas veces tengo que decirte que no entres en esta clase? - Dijo la profesora.

Miré confundida a los tres chicos, que eran demasiado guapos. Miré dirección a la profesora, pero no podía ver nada, estos chicos eran tan grande y yo tan pequeña que no me dejaban ver más allá de su pecho.

— Calmate profesora, solo queríamos que esta chica guapa llegara sana y salva. - Dijeron mientras se alejaban de mí.

— Hola. - Sonreí tímidamente mientras notaba como mis mofletes se teñian.

— Joder, pero que adorable eres. - Dijo Gian.

— Tu debes de ser Liliam, ¿no? - Dijo mientras yo asentía.

— Siéntate por dónde quieras. - Miré para todos los asientos vacíos y me dispuse a ir a uno al azar.

— Recuerda mi amor, si alguien te molesta dímelo y le pateo la cara. - Me guiñó un ojo.

Vete a clase ya. - Dijo la profesora ya empezando a cabrearse.

Me senté alado de un chico de pelo moreno y ojos verdes.

— Tienes que copiar los títulos que están escritos en el encerado. - Dijo mirandome.

— Gracias... - Dije esperando algo.

Régis, y de nada Liliam. - Me dedicó una sonrisa.

— Llamame Lily. - Dije finalizando la conversación.

Copié los títulos de las obras literarias en mi libreta, y así hice los vente minutos de clase sobrantes, ya que había llegado tarde.

— ¿Me acompañas a la cafetería? - Dijo relajando su paso y alcanzando el mío.

Yo asentí y seguí su dirección.

Esperamos en la fila nuestro turno, y cuando me compré unos bollos de chocolate nos fuimos a sentar en una mesa libre.

— Y dime Lily, ¿de donde eres? - Buscó mis ojos con los suyos.

— De Galicia, ¿se nota que no soy de aquí? - Reí.

— Tienes un acento curioso, pero es muy bonito. - Reí de nuevo.

Noté una mano en mi hombro e hizo que pegara un pequeño salto del susto.

— Perdoname guapa, ¿te importa que nos sentemos con vosotros? - Miré a Régis para ver si el aceptaba.

— ¿Podemos sentarnos hermanito? - Dijo Gian al ver mi intención.

Régis hizo un gesto con su mano como afirmación.

— ¿De dónde eres? - Me sonrió sin mostrar sus dientes.

— Es Gallega. - Respondió Régis por mi.

Seguimos conociéndonos todos un poco mejor. No parábamos de reír, hasta que alguien llegó.

— ¿Que es tan divertido? - Dijo una tercera voz.

Miré hacia ella, dandome cuenta de quién se trataba.

—  Kool, está es Liliam, la nueva. - Dijo Gian volviéndome a mirar.

Todos los de la mesa lo hicieron, y yo acto seguido me puse roja. Me daba vergüenza que todo el mundo me mirara, y más si uno de ellos es al chico que acusé de depravado sexual.

Kool susurró algo en el odio a su amigo. De repente los tres se levantaron de golpe y se fueron todos de nuestra mesa, dejándonos a Régis y a mi solos de nuevo.

— Vale, eso fue raro. - Dije quedándome totalmente quieta.

— Vamonos a clase. - Dijo mientras yo asentía.

Continuamos las siguientes clases hasta que ya era hora de irnos a casa.

— Nos vemos mañana Lily. - Besó mi mejilla y luego se fue.

Fui andando hasta casa agradeciendo que no quedara lejos.

𝐘𝐔𝐀𝐍𝐅𝐄𝐍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora