𝐓𝐑𝐄𝐒

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Abrí la puerta de casa, extrañando no encontrarme a mi madre dentro.
Llamé a mi mamá después de asegurarme de que no estuviera en el piso de arriba.

— ¿Mamá, donde estás?

— En una entrevista, estaré en casa en unas horas.

Decidí matar mi tiempo libre saliendo a dar una vuelta por el vecindario, ya que no tenía amigos.

Fuí caminando con los auriculares puestos, cuando me encontré a Hannah girando la esquina.

— ¿Otra vez tu? - Le sonreí con dulcura.

— Vivo aquí, ¿porque siempre estás sola? - Ahora sonrió ella.

La verdad no tengo amigos. - Reí con pena.

— Voy al parque con mamá, ¿me acompañas? - Hizo formando un puchero.

Claro, iré a hablar con ella. - Dije mientras llamaba a la puerta agarrada de la mano de Hannah.

Una mujer de pelo negro abrió la puerta.

— Hannah, deja de molestar a la gente. - Dijo en forma de disculpa.

— No hay problema. No conozco a nadie aquí y Hannah me dijo si podía acompañaros, ¿sería molestia? - Pregunté rascandome la nuca.

— Claro que no. - Sonrió mostrando sus dientes.

Íbamos las tres de camino al parque mientras yo conocía mejor a Ana, que es la madre de Hannah y Kool.

— Nunca te había visto por el vecindario. - Dijo abriendo una conversación.

— Me acabo de mudar con mi madre, vivimos en la casa que está girando la esquina de la tuya. - Sonreí.

— ¿ De qué conoces a Hannah? La verdad me sorprendió, es muy tímida. - Afirmó

La conocí un día que iba con Kool por el vecindario, se acercó a hablarme porque decía que le estaba molestando. - Respondí.

—  Los hermanos son así. - Dijo riendo.

— Por desgracia soy hija única, pero me encantaría tener algún hermano. - Reímos.

Una llamada nos interrumpió.

— Hannah ven, mamá tiene que hacer cosas y no podemos ir al parque. - Dijo la mujer.

— No se preocupe, si quieres yo me quedo con ella. - Sonreí.

— Si por favor mamá. - Dijo la niña formando un berrinche.

Bueno, está bien. Lily, traela cuando quieras. - Dijo la madre después de darle dos besos a su hija de despedida.

Hannah se sentó en un columpio y comencé a empujarlo con poca fuerza. Las dos reíamos sin parar. Ahora nos dedicábamos a jugar al pilla pilla, yo me dedicaba a correr detrás de ella intentando alcanzarla.

Estaba comenzando a oscurecer, y una sensación invadía mi cuerpo.

—Hannah, nos vamos. - Dije mientras dirigía mi vista en todas las direcciones.

Íbamos caminando y Hannah me contaba como le iba en el colegio, pero yo seguía pendiente de la sensación de que alguien nos estaba vigilando.

Escuché un ruido a mi izquierda, y pude apreciar una silueta negra alumbrada por la luz de una farola.

— Deberiamos apurar o tu madre me matará. - Le dí la mano a Hannah y apuramos el paso.

Por suerte nuestra el parque estaba cerca de nuestras casas así que llegamos en un momento.
Timbramos y la mujer nos abrió la puerta.

— Muchas gracias, y espero que no fuera molestia. - Dijo regalándome una sonrisa.

Yo negué con la cabeza y miré para abajo. Hannah intentaba llamar mi atención tirando de mi chaqueta. Me agaché para que me dijera, pero en lugar de eso me dió un beso y entró rápido en la casa.
Al cerrar la puerta yo iba despreocupada cuando en la esquina me choque con Kol.

— Deberías mirar por donde caminas. - Sonrió descaradamente.

Lo miré de arriba abajo y pude reconocer su vestimenta.

— Por dios, eras tu el que nos andaba persiguiendo. - Dije abriendo mis ojos.

— No pensarías que dejaría a mi hermana a manos de una extraña, ¿verdad? - Alzó una ceja.

¿Y no podías acercarte a nosotras? o directamente si no te fias de mí podías decirme que me fuera. ¿tienes idea del mal rato que pasé? - Crucé mis brazos a la defensiva.

— No sería tan divertido. - Río.

— Me corrijo, no eres un depravado sexual, si no uno mental. Que te den tio. - Le contesté y seguí mi camino.

Entré en casa y me encontré a mi madre en el sofá.

— ¿Donde estabas? - Dijo apartando la mirada del televisor para enfocarse en mi.

— Estaba con la hija de una vecina en el parque, ¿y a ti como te fué? - Dije cambiando de tema.

— Me contrataron, pero es un trabajo que me mantendrá ocupada mucho tiempo, espero que te sepas apañar sin mi. - Dijo con pena.

— Claro que si, ya lo sabes. - Le sonreí.

Subí a mi habitación. Me coloqué el pijama y me tumbé en mi cama. Tengo que decir que jugar con Hannah me cansó más de lo que me gustaría admitir, así que no tuve problema en conciliar el sueño.

𝐘𝐔𝐀𝐍𝐅𝐄𝐍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora