𝐘𝐔𝐀𝐍𝐅𝐄𝐍

𝐒𝐄𝐈𝐒

Me desperté bastante tarde ya que hoy no tenía pensado ir al colegio.
Baje a desayunar y me encontré a mi madre preparando la comida.

- ¿Vas a desayunar ahora? Falta una hora para comer. - Rodó los ojos.

- Vale vale. - Levanté mis manos en forma de tregua.

Me senté en el sofá esperando a que mi madre terminará de hacer la comida, y exactamente como ella dijo la comida estuvo lista en una hora. Ambas nos sentamos en el comedor.

- Confío en que seas lo suficiente madura como para apañarte sin mi. - Dijo con desinterés.

- Claro que si mamá, confía en mí. - Dije con la boca llena mientras ella solo rodaba los ojos por mi gesto.

- Me tienes que ayudar a preparar las maletas. - Dijo jugando con el tenedor.

- Claro, luego podemos ver una película. - Dije mirando sus movimientos.

Terminamos de comer y ambas subimos a su cuarto para preparar todo.

Cogió unas cajas de cartón y las colocó encima de su cama.

- ¿Tienes pensado llevar tanto? - Pregunté extrañada.

- Hija, me tengo que ir un año, aparte sabes que uso muchas cosas. - Resopló.

Las dos nos pusimos manos a la obra, ella doblaba ropa que iba sacando del armario y yo cogía objetos que tenía en los cajones de su mesilla.
Cogiendo cosas me encontré con un álbum de fotos, y cuando mi madre lo vio sonrió con nostalgia.

- Es el álbum familiar. - Dijo mientras se sentaba en la cama para verlo conmigo.

Lo abrió, y lo primero que vimos fue una foto de la boda con mi padre. Mi madre sonrió apenada y se quedó viendolo por un tiempo.

- Sabes, nuestra historia era muy bonita. - Sonrió.

El matrimonio de mis padres siempre fué muy fuerte, hasta que mi padre nos abandonó y se fue con otra familia. Ahora no paraba de estar con chicas, normalmente con madres de alumnos de mi antiguo colegio, esos alumnos que me trataban fatal, por eso nos mudamos aquí mi madre y yo.

- Nos conocimos demasiado jóvenes, tanto que no recuerdo mi vida antes de el. - Levantó una ceja. - Siempre estuvo detrás de mí, hasta que un día caí y me enamoré perdidamente de el. - Sonrió. - Al igual por eso se fue, necesitaba recordar quien era antes de mi. - Sorvó su nariz.

Sabía perfectamente que mi madre seguía sufriendo por el.

- Si que es una historia muy bonita, y aun que no tuviera un buen final me parece muy valiente que sigas adelante. - La abracé. - El día que te permitas superarlo conocerás a alguien genial, porque eres increíble y todos querrán estar contigo. - Me alejé de ella para verla llorando.

- Has crecido tanto pequeña, se supone que tendría que consolarte yo con tus amores, no tu con los míos. Sonrió triste.

- Mamá, sabes que te apoyaré y te ayudaré en absolutamente todo, así que vamos a terminar de una vez para ver triunfar esta familia. - Le sonreí triste.

Ahora ella sacaba cosas de él resto de sus muebles y yo seguía doblando ropa. Después de varias horas colocamos 6 cajas.

- No se si entrará todo en el taxi. - Se rascó la nuca.

- Cuando lo llames específica que quieres uno grande. - Levanté mis hombros con desinterés.

- Tienes razón, te la arreglarás bien sin mi, lo sé. - Me abrazó.

Bajamos las cajas a la entrada y nos sentamos en el Sofá. Pusimos una película triste, y las dos llorabamos. Nunca solíamos llorar por películas, pero era la excusa perfecta para llorar por la situación.

Al terminar la película eran las ocho p. m y mi madre llamó a un taxi.

Las dos salimos afuera, y después de que mi madre accediera yo saqué las cajas.

- Sé que nunca te muestro lo que siento pero... - No le dejé terminar porque la abrace.

- Lo sé mamá, yo también te voy a echar de menos. - Dije soltandome de su agarre.

Él taxi llegó, y los tres ayudamos a colocar las cajas.

Después de otro corto abrazo mi madre me decía adiós desde dentro del taxi.

Me quedé mirando como se alejaba el taxi, una vez lo perdí de vista me adentré en la casa y me fuí a dormir por el agotamiento.