Capítulo 7. Bienvenidos hermanos.

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Capítulo 7. Bienvenidos hermanos.

2 semanas después.

La siempre tranquila puerta suroeste, ahora estaba inquieta, se escuchaban tambores pasando a través de la muralla, con grandes bestias de 2 metros que tiraban de carrozas, muchos soldados vestidos de amarillo eran saludados por lo vigilantes de la puerta. Los habitantes que vivían cerca de la zona, salían a sus balcones para saludar al recién llegado, era increíble el escándalo que había armado apenas al cruzar la puerta, acúmulo a varios cientos de lugareños antes de llegar al palacio de Isis, en busca de su anfitrión.

Estando frente a la puerta, las bestia más grande rugió y se tumbó al suelo, las otras le imitaron como una manda de inmensos lobos.

Ante tal espectáculo, el rey Peter salió del palacio corriendo, muy deprisa para su sobre peso, salió y puso una gran sonrisa al reconocer a la bestia que tenía frente a él.

—Ha pasado mucho tiempo—dijo el Rey de Magna mientras acariciaba el hocico de la bestia—¿Dónde está el ebrio que tienes por rey?

La bestia se mostró alegre al reconocer a un viejo amigo, era un lobo, de pelaje totalmente negro, llevaba una armadura que cubría perfectamente todo su cuerpo, debajo llevaba su cota de malla, luego se reforzaba con placas de metal que cubrían las zonas más vulnerables, el resto de los lobos eran de menor tamaño, pero se veían igual de feroces, protegidos con la misma armadura, pero de un color diferente.

—! Peter! —grito una mujer, el rey de inmediato reconoció la voz y encaró a la mujer.

—! Sildre! — le saludó de con el mismo entusiasmo—¿Fue un camino difícil mi señora?

—Fue muy agradable— interrumpió un hombre de inmensa altura, con una barba que le llegaba al pecho—¡Agradable! ¿Dije bien? — cualquiera que viera a ese hombre se aterraría de inmediato, media 2.20 m de altura, tenía una increíble musculatura cubierta de tan solo prendas de cuero, su cabello y barba eran rubios. Sin embargo, su voz era diferente, más aguda de lo que aparentaba, nadie nunca se atrevería a insultarle o burlarse por su tono de voz al ver lo que el hombre podía hacer con sus propias manos, antes de si quiera ver su habilidad con el hacha.

—Lo has dicho muy bien cariño— le respondió Sildre.

—¡Gorgi! — Gritó la reina Io corriendo a abrazar al inmenso hombre, el resto de los invitados del rey Peter, le habían imitado en salir del palacio, estaban casi todos reunidos.

—Io— le respondió Gorgi—vengan, pronto, pronto. Familia— indicó a los demás mientras corría a su carruaje.

—¿Quién es padre? — le pregunto Daila

—Es Gorgi— dijo con una sonrisa— el Rey de Reas, la mujer es su esposa, la reina Sildre.

—Es inmenso y ella es tan baja de altura— comentó Daila—¿cómo es posible?

—El amor es muy curioso a veces princesa— interrumpió Magon— Uno a veces no puede evitarlo— le dijo viéndola de pies a cabeza, sonriéndole coquetamente.

—Por favor, mi esposo no ha parado de hablar acerca de presentarles a nuestra familia—les dijo Sildre—incluso está aprendiendo su idioma para poder hacerlo debidamente.

Reas era la ciudad más avanzada de todo Divina, los fuertes y grandes constructores que habitan el país, sorprendían con inventos vanguardistas que los mantenían siempre como una de las naciones más importantes en el mundo, aún a pesar de sus pocos habitantes, la lengua oficial de Reas era muy diferente a las de las otras 4 ciudades, no solo eso, si no que estaba prohibido enseñarlo a cualquiera que no fuera un ciudadano de Reas, de tal forma que solo ellos fueran capaces de entender sus confidenciales documentos, algo similar a lo que hacían los magos de alto nombre en Pell, creaban una lengua totalmente nueva y solo la enseñaban a sus discípulos para que solo estos pudieran aprender de ellos, no se tiene el número exacto de cuanto conocimiento se perdió debido a que algunos fallecían sin haber enseñado su lenguaje y sus enseñanzas se perdían para siempre.

La ultima reina de la magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora