Capítulo 13. La calma

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Capítulo 13. La calma

La General Imogen estaba haciendo Justo lo que le había ordenado su rey la noche anterior, el sol había salido y como comandante al mando de la infantería, su día empezaba mucho antes que las del resto de la ciudad. Despertaba antes de que los primeros rayos del sol salieran y, para cuando estos aparecían, ya estaba lista para realizar sus actividades. Lo primero en la lista de hoy, era entrenar al príncipe, luego de 20 días lejos de Magna, esperaba que el trabajo estuviera más atascado que de costumbre, pero no fue así; Arthur y Magon se las habían arreglado para mantener al ejército en buen forma, incluyendo la pequeña nueva tropa. Si un general debía madrugar, un rey o príncipe, debían hacerlo de igual manera, incluso quizás, con más esfuerzo. Basada en esto, camino por el pasillo que daba al dormitorio de Alem, notaba una extraña ausencia de ruido o de guardias patrullando la zona, finalmente, cuando estuvo frente a la puerta, empezó a tocar. Primero fue tranquilo, con algunas palabras ente los golpes, luego, al no tener una respuesta y, pensando que el príncipe podía estar dormido, aumentó la fuerza y su temperamento empezó a subir.

—Maldito holgazán—susurró desesperada al ver que no se le respondía. Totalmente molesta, empezó a jugar con la cerradura en la puerta—¿Pero qué clase de idiota deja la puerta abierta? —se preguntó al ver que se abría—Uno que no está en su habitación, claro—No había rastro de Alem, todo precia en perfectas condiciones y por la apariencia de la cama, el príncipe no había dormido ahí—¿Sabes dónde está tu tonto dueño? —le pregunto a colmillo, que al igual que ella no tenía idea del paradero de Alem—¿No? Bueno, quizás pueda encontrarlo por ambos. Tengo una pequeña idea de donde podría estar, pero no creo que quieras oírla o más bien yo no quiero decírtela. ¿Qué tan mayor eres en años perro?

Colmillo no se movía del pequeño cojín en el suelo, el perro tenía la única intención de esperar a que volviera su dueño y no se movería hasta que Alem entrara por esa puerta. Imogen tomo aire y sabiendo que la actual ubicación del príncipe podría ser la habitación de Io, fue hacía ese lugar. Detestaba a la reina y detestaba lo tonto que Alem era con Io, pero lo que más odiaba, era lo bien que se veían juntos.

Se detuvo frente a la habitación de Io y a diferencia de las demás, Imogen veía varios trazos luminosos en el borde de la puerta, era algún tipo de magia que ella ni siquiera entendería. No le tomo más importancia, salvo la curiosidad permisible y, tocó la puerta 3 veces.

Escucho de inmediato pasos del otro lado de la puerta y tomo una posición firme, Justo como la que debía mantener frente a un superior.

—¿Sí? —preguntó Io antes de abrir.

—Mi señora, soy Imogen. Me pregunta si uste...—no pudo completar la frase, ya que Io había abierto la puerta. Juzgaba la apariencia de la reina y podía notar que aún llevaba parte del cabello en el rostro, sus ojos, aunque estaban abiertos, parpadeaban muy lento y pesado.

—¿Qué puedo hacer por ti general? —preguntó distante.

—Me preguntaba si sabe dónde está el príncipe de Belli.

—¿Soy su niñera? —preguntó sarcásticamente.

—Entiendo, discúlpeme por molestarla—respondió Imogen, no deseaba ver el rostro de esa mujer más tiempo del necesario.

—¿Puedo saber por qué lo buscas? —pregunto Io—Pero mira que humilde me he vuelto. Claro que puedo saber, soy una reina ¿Por qué lo buscas?

"Tal vez necesite enseñarte un poco de humildad" pensó Imogen.

—Tengo órdenes de entrenar con él, no tomare más de su tiempo. Debe estar muy ocupada, tal vez la almohada la extrañe mi señora—se burló.

La ultima reina de la magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora