Capítulo 10. Los rumores del palacio.

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Capítulo 10. Los rumores del palacio.

Alem llevaba 3 días encerrado en aquel lugar, afortunadamente no estaba solo. Flira y Yicho le acompañaban durante todo el día, veían que estuviera bien, lo alimentaban y cuidaban. Por las mañanas, Flira obligaba al príncipe a hacer pequeñas rutinas de ejercicios, sencillos, pero bastante útiles. Desayunaba y se aseaba para que pudieran cambiar su vendaje y luego disfrutaban de charlas e invitados que se preocupaban por el príncipe. El primero en la puerta siempre era Castor que cumplía las órdenes de su rey, supervisando los cuidados y apoyando a ambas mujeres en lo que ellas no podían. Luego seguía Io que mantenía los rumores de su relación y cada que visitaba a Alem, pedía que los dejaran solos para poder hablar sin pena y, sin embargo, ese no era el motivo. La reina aprovechaba esos momentos a solas con el príncipe para poder educarlo en cuanto a la magia, por ahora eran simples lecciones acerca de la naturaleza del poder y cómo funcionaba el intercambio divino.

Por las tardes y luego de que el príncipe comiera, su padre iba a visitarlo para instruirle tan bien cómo le era posible, Orus temía por su vida, si el fallecía, nadie sería capaz de llevar a Divina a la improbable victoria y no confiaba tanto en alguien para instruirle, ya que temía que sus conocimientos fueran usados en su contra. Solo su hijo era lo suficientemente listo y confiable, mantener el poder es una tarea difícil; necesitaba gente que le sirva, sea capaz y virtuosa, pero a la vez que no sean más capaces y virtuosos que él y al fin llegar a reemplazarlo. Cómo Alem era el legítimo heredero, era un ganar-ganar el instruirlo

En la noche era visitado por su madre, pasaban poco tiempo ya que estaba muy ocupada con asuntos políticos. Luego lo visitaba Daila, con sus 2 nuevas aprendices, inseparables a ella y demasiado divertidas cuando estaban juntas. Cenaba con ellas y era el momento del día que más disfrutaba. Mientras que Castor, Io, Orus y su madre lo ponían al tanto de la situación, las gemelas y Daila le hablaban de los divertidos chismes y rumores sobre lo miembros de las cortes.

La mañana invadía la habitación de Alem, las pesadas cortinas fallaban en el intento de bloquear la luz del sol y mantener por unos efímeros instantes la cálida oscuridad de la noche.

Yicho había prometido que sería el último día que permanecería encerrado y, si todo salía bien, mañana podría desayunar en el palacio con el resto señores. Por eso estaba ansioso de que pasara rápido, se sentía listo y más fuerte que antes. Sin duda alguna Flira era una mujer muy dotada en el difícil arte de la medicina, su recuperación había sido al menos 10 veces más rápida de lo que debía y, de acuerdo con lo que Io le había dicho, tenía la suerte de estar vivo.

—Buenos días príncipe—le dijo Flira mientras llevaba su medicina. Cómo parte de atender al príncipe había tomado el compromiso de dormir una hora más tarde que él y levantarse una hora más temprano para poder estar lista, como Yicho estaba obligada a ayudarle, hacia lo mismo, aunque guardaba resentimiento a Alem y aprovechaba cada momento para hacer que el príncipe entendiera su disgusto.

—¿Dormiste bien? —preguntó Yicho con sarcasmo.

—Demasiado bien—le respondió burlándose.

—Bueno, ahora ve a asearte en lo que ordeno el desayuno—le pidió Flira de muy buen humor.

Alem asintió y entró al cuarto de baño, afortunadamente podía hacerlo solo y no como el primer día que había requerido de la cariñosa ayuda de Yicho, que aprovechaba cada momento para hacerlo sentir incómodo.

—Creo que será nuestro último día de niñeras—comentó Yicho—¿Viste la energía con la que se levantó?

—¡Si! —dijo muy feliz—¡lo logré Yicho! ¡lo logre!

La ultima reina de la magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora