Engranajes Y Viajes

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Con el paso de las noches juntos, ya se habían acostumbrado a la forma tan peculiar de dormir.

Sett se recostaba en el pecho de Aphelios para que este la acriciara las orejas, y al cabo de un rato esté caía en un profundo sueño.
Mientras que con el ronroneo felino, el lunari cedía a dormirse.
Durante el transcurso de las noches, daba la situación de que Aphelios siempre terminaba por llevarse la mayoria de las sábanas por ser el más friolento, Sett en cambio terminaba durmiendo a la interperie sobre el cuerpo pequeño del lunari.
Así despertaban en distintas posiciones todas las mañanas.

Ese día, Sett se levantó primero.
Miraba al menor aún dormido; adoraba cada expresión inconsciente  de este. Lo veía acurrucarse entre las sábanas buscando algo  de calor, por lo que decidió acomodarle el resto de las cubiertas de la cama para que siguiera en su sueño sin pasar frio.

La mañana era algo  más helada que de costumbre, por lo que decidió preparar un té caliente de hierbas para ambos.
Estaba calentando el agua, cuando percibió sobre la mesa el astrolabio.

Aphelios lo había estado intentando arreglar durante la noche anterior, pero como ya sabía;  una de las piezas faltaba para terminar con el meticuloso trabajo.
Sett tomó el obejeto y con delicadeza lo volvió a guardar en el bolsillo de su abrigo. Tenía la intención de conseguir la pieza faltante para así poder terminar por completar el trabajo de Phel y obsequiarle el astrolabio, pues estaba seguro de que sería un buen regalo .
Pensó que sería una buena idea ir ese mismo día al mercado del pueblo y buscar el engranaje faltante.

Mientras el agua hervía, el lunari despertaba aún somnoliento entre bostezos.

-. Ahh Buenos días niño luna-.
Le indicó sonriente.

-. Buenos días...-.
Respondió este con dificultad para abrir los ojos producto del sueño mañanero.

-. Ten... Con cuidado -.
Señaló el felino  entregándole en las manos una taza de té tibia, que Aphelios bebió de inmediato.

-. Phel .... Me gustaría ordenar un par de cosas y asuntos pendientes aquí. Iré a la aldea   ahora, pero tu puedes quedarte aquí, no creo que demore mucho-.

Aphelios  pensó que quería acompañar a Sett, pero este solo se despidió dejándole un beso en la frente, en seguida tomó sus cosas y salió.

Terminó de tomar su té mientras recordaba parte de las conversaciones que involucraban considerar una reconciliación con su hermana.
Extrañaba a Alune y quería volver a hablar con ella, pero no tenía ya nada en liquido de noctums como para poder establecer un enlace.
Entonces pensó en los pétalos de la flor que habían encontrado en el lago de los lirios días antes, con ellas podía establecer la conexión con su hermana.
Sin embargo consideraba que de igual manera sería apropiado volver.

Se le vino a la mente Targon
Allí había dejado todas sus pertenencias, sus cosas, y aunque le costaba asimilar la idea de tener que volver, no podía evitar su pasado allí.
Jonia era un lugar increíble, pero en Targon estaba toda su vida, quería volver a Nerimazeth y rebuscar en sus recuerdos natales fragmentos de la vida que creía haber olvidado.

No sabía si luego de esta extraordinaria experiencia de viaje,  o después de haber conocido a Sett volvería a ser el mismo Aphelios que era hace meses atrás. Pues ahora se había dado cuenta de cosas que en su pasado jamás podría haber percibido.

Su visión del mundo había cambiado, junto a su personalidad, y no se veía capaz de encajar de la misma manera en que el resto de Adeptos le conocían.
Luego de un largo rato de pensar bien las cosas dió con su última sentencia:
Volver a Targon era necesario.

Eclipse  LunarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora