Piedra Lunar

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Adyacente al conocido monte Targon, se ubicaba una cordillera aún más pequeña, en ella: Nerimazeth, una ladera rodeada de otras tantas montañas.
Aunque perteneciente a la denominación del Monte, Nerimazeth era un lugar mucho más tranquilo y despejado en densidad de población; allí vivía Aphelios.

Un jóven físicamente alto, de apariencia delgada, tez pálida  cabello negro, ojos azules oscuros  profundos como las mismas noches Targonianas, acostumbrado a vestir en tonos oscuros la mayoría de veces.
Era un muchacho peculiar y un tanto enigmático , según le describían el resto de adeptos (una presentación un tanto acotada), lo cierto era que ninguno de ellos le conocía realmente.

"Nacidos durante una extraña convergencia lunar en la que la luna física fue eclipsada por su reflejo en el reino espiritual, Aphelios y su hermana melliza Alune fueron celebrados como los hijos del destino por los practicantes de la fe Lunari de Targón"

Él ; dotado de los dones físicos de la Luna piedra, mientras que los de ella eran el fiel reflejo mágico de Luna inmaterial en el plano espiritual.

Ambos crecieron inmersos en la religión, desde pequeños cumpliendo con sus destinos, separados por la realidad de una existencia física en el mismo plano, pero increíblemente cerca.

Aphelios fue entrenado durante un corto período de su vida en su tierra Natal : Nerimazeth, y no fue hasta cumplido sus seis años de formación, cuando fue enviado a los monasterios sagrados en lo mas alto del Monte Targon, donde se vio en el deber de abandonar el lugar de su nacimiento para aprender prácticas más complejas.

La formación Cenit, era el nombre que recibían los entrenamientos tanto físicos como espirituales que se le otorgaban a los fieles de la Luna.
Se impartían a corta edad; no sólo prácticas de combate y meditación, si no que también profundas lecciones de estudio para instruir en conocimiento a los Jóvenes.

Se les enseñaba múltiples idiomas, y todo acerca de los eventos celestiales, desde el movimiento de la Luna al rededor de la tierra, como dificultosas constelaciones un tanto dificiles de hayar.
Aprendían a usar instrumentos complejos de precisión para determinar su ubicación propia a partir de las estrellas, y también objetos que le permitieran predecir los siguientes eventos celestiales.
Dotados de misterio y enigmas, así era la formación de los adeptos.

Por otra parte, estaban aquellos con dones mágicos como lo era Alune.
Pará ella el tipo de entrenamiento aunque a partir de los mismos principios de enseñanza, se impartían de forma diferente.
Los adiestramientos físicos, se traducían en extenuantes prácticas mentales como vidente.
En ella residían las respuestas que los adeptos necesitaban responder, era la guía espiritual.

Ambos aprendieron rápidamente, llegando a convertirse tempranamente en prodigios de la fe Lunar, todos los adeptos habían oído de ellos, y prontamente adquirieron su lugar en los altos cargos.
Formaron sus vidas a partir de aquellas enseñanzas y costumbres impuestas por la única sociedad que los rodeaba.
Sin más que objetar, o más realidades que conocer, habían aceptado su destino, forjando sus personalidades acorde a las limitaciones sociales de su religión celestial.

Aphelios se había vuelto " el arma de los adeptos", título que le había sido otorgado luego de llevar a cabo una serie de peligrosas y arriesgadas misiones a la perfección.
De ahí su apariencia seria e inexpresiva tan característica tomaban lugar.
Sin embargo a pesar de aquella personalidad; resultaba ser un joven bastante más sensible y perceptivo, incluso más de lo que aparentaba .
Su comportamiento con Alune aunque serio en cuanto a fe, era bastante cercano e íntimo, después de todo ella la única persona con la que podía compartir sus pensamientos.

No obstante, las cosas no fueron siempre asi; luego de un tiempo de absoluta devoción el muchacho flaqueó en Fe.

Mientras que Aphelios debía asistir a misiones cada vez más peligrosas, Alune aprendía a manejar la clarividencia desde su reflejo espiritual , obligada por el deber, al poco tiempo, ella debió abandonar el templo que les había visto crecer.
El lunari, sintiéndose sólo, y sin la única compañía que durante toda su vida había tenido, empezó a alejarse de las costumbres y tradiciones, cuestionandose constantemente su verdadero propósito.

Eclipse  LunarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora