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Jungkook se encontraba acomodando unos papeles en su bonito escritorio

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Jungkook se encontraba acomodando unos papeles en su bonito escritorio. Sonreía debido a que mucha más gente estaba llegando al spa de su madre. Sus tratamientos se hacían cada vez más conocidos y los pedidos de turnos y reservaciones iban en aumento, no podía quejarse de las finanzas en ese momento. Había pasado una semana y media desde que estaba hospedado en su nuevo vecindario y todo sería perfecto sino fuera por los jueves a domingos, dónde el maldito ruido del bar a su esquina no le dejaba dormir como quería.

Su puerta sonaba y le permitía el paso a quien fuera. Para su grata sorpresa, su madre le sonreía al otro lado.

— ¡Omma! —soltaba con una voz melosa y aniñada. Se levantaba de su silla y e iba abarazar a la pequeña mujer que, era una imagen delicada de la suya propia. Jeon Na-Ri
— ¡Mí niño! —soltaba la mujer feliz—. Estás tan precioso

—Mamá, nos vimos hace una semana. Estoy igual... No exageres —pedía con dulzura besando la frente de la mujer—. ¿Estás lista para almorzar juntos?
—Lo estoy... —soltaba la mujer, tomando a Jungkook del brazo.

Al salir se dirigían en el auto del muchacho camino a su nuevo vecindario, Jungkook la llevaría a almorzar a la bonita cafetería donde había encontrado al vecino que lo había abordado pero que más allá de un "Hola y adiós" no había intentado conquistar a Jungkook una vez mas. En ese lugar, también había conocido al odioso tipo de los tatuajes sin sentidos, a quien había vuelto a ver muy de forma fugaz.

Se habían cruzado un par de veces en la semana donde SeokJin solo pasaba a buscar su café, miraba en dirección a su mesa y si encontraba los ojos de Jungkook, se inclinaba levemente con una sonrisa que hasta lo hacía parecer un buen tipo. Pero Jungkook siempre evitaba sus ojos y fingía ver su tablet.

Finalmente llegaban a la cafetería que Jungkook ya había adoptado como su segundo hogar y unos de sus lugares favoritos.

—La comida es deliciosa. Lo que sea que vayas a pedir te gustará —afirmaba, mientras tomaban una mesa y la invitaba a sentarse.

—Es un hermoso lugar —halagaba la mujer—, por lo que veo, aún no gustas de cocinar mucho

—Soy bueno, solo que no me gusta hacerlo —exclamaba, sonriendo a su madre y tomando su lugar mientras se quitaba su chaqueta.

Llevaba una polera negra y un jean del mismo color, ambas prendas se pegaban a su figura y su cintura y muslos resaltaban a la vista curiosa junto al ventanal. Jungkook alzaba la mirada mientras ponía la chaqueta tras su silla y ahí estaba.

«Mierda» pensaba el pelinegro.

SeokJin llevaba un buzo deportivo de color gris y su cabello estaba hacía atrás sin cuidado. Su sonrisa monótona era bonita en su perfecto rostro y Jungkook sentía que no podía escapar de él cuando lo veía alzar la mano para saludarlo, casi divertido. Los ojos del pelinegro se entrecerraban y lo saludaba de forma monstruosamente formal, sin dedicarle mucho tiempo y tomaba asiento.

¿Y si digo que no? - Jinkook [Cmpt✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora