Ashton

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Nos separamos y él habló.

—te he extrañado tanto, no puedo creer que estés tan grande—me dedicó una cálida sonrisa, sus ojos brillaban.

—yo tampoco puedo creerlo, aún veo al niño que siempre andaba con su bici para todos lados—rió ante mis palabras—¿O me equivoco?—.

—no, ahora esa bici es de mi hermano—mis ojos reflejaron sorpresa.

—¿Del pequeño Michael?—pregunté.

—nah, yo ya no lo llamaría pequeño, tiene 15—ahora estaba lo que le seguía a sorprendida.

—¿Y cómo está?—.

—perfectamente bien—sonrió— y... ¿A qué venías?, ¿A comprar?—.

—oh eso—rasqué mi nuca—de hecho venía a ver si tenían un vacante—le miré esperanzada, su cara se transformó en una de felicidad.

—¡Claro que lo hay!—me asusté un poco, él carraspeó—lo siento, me emociona mucho el tener a un compañero, esto de atender solo es horrible—me miró apenado—pero qué mejor si ahora la que me acompañará serás tú—esbozó una cálida sonrisa, yo hice lo mismo.

—bien, ahora que sé que hay, ¿Dónde y a quién le dejo mi papelería?—.

—tu no te preocupes, el manager es mi papá. Dame tus cosas, yo se las doy y vas a ver qué sin dudarlo hace que entres—sonreí por sus palabras.

—muchas gracias, ash—en sus mejillas se pudo ver un leve color rosa.

—no hay problema—miró a otro lado, pero a los pocos segundos se dirigió hacia mí de nuevo—¿Te gustaría ir a comer algo? Yo invito—sonrió y palmeó su bolsillo derecho, por la forma que se veía supongo que era su cartera la que se encontraba ahí. Negué con la cabeza.

—no ash, no te haré gastar tu dinero, aparte, todavía estás trabajando—dije.

—¿Qué dices?—soltó una risita—mi turno ha terminado, de hecho, ahí viene el otro trabajador—apuntó con su cabeza detrás de mí, me volteé y se trataba de una chica con el mismo uniforme del lugar—aparte, no hay problema en que gaste un poco de dinero, mucho menos por alguien como tú—me hizo sonrojar y tuve que voltearme a otro lado.

—bueno pero...—observé mi atuendo—no estoy lista—dije apenada.

—¿A qué te refieres?—se le miraba confundido.

—sólo mirame—me hice un poco para atrás para que pudiese verme mejor.

—¿Tu ropa? No importa—puso su mano sobre mi hombro—tu siempre te ves bien, siempre te ves hermosa—se acercó demás a mí, de esa forma iba a poder ver mejor mi cara completamente roja por lo que había dicho y eso precisamente era lo que no quería que notara. Con mis manos en su pecho lo empujé de forma gentil.

—gracias...—fue lo único que pude decir. Él sólo agrandó más su sonrisa.

—¿Alguna vez te han dicho que te ves divina cuando te sonrojas?—oh dios, es mejor que deje de decir esas cosas o tendré que salir corriendo de ahí a tes de explotar de vergüenza.

—¿Nos vamos?—cambié de tema, ya no quería seguir así.

—claro, pero si piensas cambiarte tienes que decirme tu dirección—se quedó pensativo un momento.

—¿Qué pasa?—pregunté confundida por su cambio tan repentino.

—¿Tienes algún lugar para estar? Ven conmigo, hay un lugar en mi casa, no tienes porqué preocupart-

—Dreonde, estoy bien. Tengo un lugar estable para vivir, no te preocupes—reí, me pareció tierna su actitud.

—bueno, ahora estoy tranquilo—imitó mi acción—vámonos entonces—nos sonreímos mutuamente para después salir del lugar hacia su carro.

***

—¡WoW!—su cara reflejaba una expresión de asombro.

—eso fue lo que pensé la primera vez que la vi—dije admirando la mansión frente a nosotros.

—oh dios, ¿Puedo entrar?—estaba emocionado, se notaba a leguas.

—claro—a paso lento pero desesperado deondre se dirigía a la mansión, con una sonrisa divertida le miraba yo. Al llegar, abrí la puerta y él se adentró primero. Era una completó caballero, me hubiera dicho que pasara primero pero ahora con su estado excesivo de asombro entendía el porqué no me dijo nada.

—oh. Mi. Dios.—revisaba cada rincón que podía con sus ojos, hasta la boca tenía abierta—no me la creo...—habló.

—ya lo creo...—contesté. el se volteó hacia mí.

—ya hasta me había olvidado de tí, lo siento—me dijo aún en su trance.

—no te preocupes, ven, vamos a mí cuarto—decido me siguió hasta él. Cuando ya estábamos ahí le dije que me esperara sentado en mi cama en lo que yo me vestía dentro del baño. Elegí un vestido azul marino para la salida y de calzado me puse unas sandalias café claro—¿Y bien?, ¿Qué te parece?—Sus ojos clavados en mi persona me dejaban en claro que estaba reluciente.

—te ves tan bien, oh Dios, te amo—al instante puso sus manos en su boca, se dió cuenta de lo que dijo.

—¿Qué?—incredula pregunté.

—Nada, yo no dije nada—quitó sus manos y habló. Su nerviosismo se le notaba en las palabras.

—mentiroso, oí que dijiste que me amabas—entrecerrando los ojos le dije mientras le apuntaba con mi dedo índice.

—¡No!, Yo no dije eso, solo dije que te veías muy bien y luego paré de hablar—gotas de sudor resbalaban por su frente.

—¡Dijiste que me amabas!—le alcé notablemente la voz, acusándolo.

—¡No, no lo dije!—asustado se hizo hacia atrás.

—¡Sí, si lo dijiste—le contesté más fuerte mientras me acerba a paso lento hacia él.

—¡No, no lo dije!—levantó su voz de igual forma, cada vez estaba más cerca.

—¡Sí, tu me amas!—ya había llegado hacia él.

—¡NO, NO LO HAGO!—me gritó en la cara, asustado. Yo también me asusté un poco y por la misma razón me hice hacia atrás. Estaba sudando a mares y jadeaba—lo siento...—respondió apenado después.

—no hay problema... Yo también lo siento—nos miramos con vergüenza.

—no pasa nada, vámonos ya—se levantó lento de la cama y salió de la habitación. Le seguí después ¿Qué mierda había pasado?

[Espera, aún te necesito] #EmndzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora