"El burdel de las parafilias", capítulo 8: Necrofilia y fanatismo desmesurado

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Emily Gisbert pasaba horas en su computadora, buscando fotos sobre ellos: The Beatles. Cualquier imagen que apareciera frente a sus ojos, era robada y guardada en su memoria. A pesar de amar a los cuatro, sentía especial debilidad por John y George. Siempre imaginaba qué se sentiría pasar una noche con ello, y siempre se le ocurrían las cosas más perversas. Bien dicen que las personas vírgenes son las más malpensadas. Por eso cuando una amiga le pasó el dato de un burdel en el que trabajaría, asegurando que allí podría cumplir su sueño, Emily comenzó a ahorrar. No importaba cuánto dinero necesitara, lo conseguiría.

Cerca de un mes estuvo juntando dinero, y cuando obtuvo lo suficiente se dirigió al lugar que le había indicado. En la puerta del viejo edificio había una anciana harapienta. Emily le consultó sobre Liss, y la anciana le dijo que cruzara la puerta y bajara las escaleras. Así lo hizo, y cuanto más se internaba en ese lugar, más clara sonaba la música.

Llegó a la gran sala y la recorrió con la mirada. En una esquina, dos mujeres agitaban sus cuerpos semidesnudos frente a un público enloquecido. Se besaban y acariciaban con lujuria, causando que los espectadores masculinos se sobre-excitaran. Uno de ellos subió al escenario, bajó sus pantalones y bóxers, tomó por detrás a una de las chicas y entró en ella de forma violenta. De ambas gargantas brotaron gemidos. La otra chica besó el pecho del hombre y lo mordió con fuerza, arrancándole parte de la piel. Pequeñas gotas de sangre impactaron en los rostros de las personas ubicadas en la tercera fila. La chica pasó los siguientes minutos arrancando a mordiscos la piel del sujeto, mientras él seguía moviendo sus caderas al ritmo marcado por la otra mujer. Cuando del pecho del hombre solo quedó piel en carne viva, se cerró el telón. Emily sintió repugnancia y pensaba salir sin inmediatamente de ese lugar, cuando una voz conocida la hizo voltear. Era su amiga Jennifer, vestida con un traje de cuero que poco la cubría.

—Dios, Jennifer, ¿qué haces vestida así?

—Este es mi atuendo de trabajo. Muchos vienen aquí con ideas sadomasoquistas, así es como llegué a este lugar.

Emily no comprendió del todo a lo que se refería, pero decidió no indagar más en el tema.

—Ah, mira.  Ahí está Liss —miró por sobre su hombro a la joven de alta estatura y cabello castaño y rizado que se acercaba a paso rápido —. Ella te ayudará en lo que necesites. Debo volver al trabajo, suerte con tus biruls —rió y se fue.

—¿Emily?—Liss se dirigió a ella—. Mucho gusto, soy Alyssa —extendió su mano y la joven la estrechó —. Pasa a mi oficina —la guió al lugar.

Liss se sentó tras su escritorio y Emily frente a ella.

—Dime, ¿qué estás buscando?

—Quiero tener un trío con John Lennon y George Harrison —dijo sin rodeos. Liss alzó levemente las cejas.

—¿Quieres alguna edad en especial? ¿Un escenario? Un cuarto de hotel, un camerino...

 —Que John tenga veinticinco y George veintidós, y me gustaría una camerino —Alyssa anotó las peticiones en una hoja.

—¿Juguetes? ¿Sogas?

—Emm...No, gracias.

La mujer se levantó —Bien, te llamaré cuando tu cuarto esté listo.

—Sobre el pago...

—No te preocupes por eso, luego lo arreglamos.

Emily solo asintió y se dirigió a la "sala de espera". Se sentó en un sillón blanco, y una chica vestida de diablita cargando una charola se le acercó.

Beatles de terrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora