Capítulo 10.

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¡Hola mis bonitos lectores! Hace mucho no actualizaba tan tarde, que no se pierdan mis viejas costumbres. El capítulo de hoy efectivamente lo narra Eiji, muchas gracias a las personas que se toman el tiempo y el cariño para leer.

¡Espero que les guste!

Él me extendió los pedazos de su corazón cuando los sueños se hicieron papel y soplarle a la luna fue insuficiente

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Él me extendió los pedazos de su corazón cuando los sueños se hicieron papel y soplarle a la luna fue insuficiente.

—¡Otra vez!

Me apreté el pecho frente a la línea de partida, cada respiración fue una aguja de adrenalina directo a las venas, mis yemas rozaron la pista, contuve el aliento y flecté las rodillas antes de comenzar a trotar. Impulsivo y frenético, cada paso me retumbó desde la planta del pie hasta la mandíbula, corrí sin parar antes de clavar la pértiga contra el piso y desear que esta vez fuese suficiente, sin embargo, mis zapatillas acariciaron la barra y el travesaño cayó hacia el tapete.

—¡Otra vez! —La voz del entrenador me taladró la cordura—. Si vas a dar un espectáculo tan patético mejor renuncia. —Cada músculo me quemó un infierno, la fatiga fue delirante, las náuseas se retorcieron en mis entrañas, estas prácticas intensivas eran un martirio.

Volví a correr, salté y otra vez fallé.

—Chico, esto no está funcionando. —Sin embargo, esas palabras solo erupcionaron aún más mi frustración.

Porque podía hacerlo mejor ¡sí! Estaba seguro de que era capaz de arrastrarme más lejos. Esa decadente ira me impulsó para dar el tercer intento, luego el cuarto, después el quinto. Perdí la cuenta y me abrumaron las risas. Mis hombros fueron barquitos de papel bajo el mar de la desesperanza, las mofas me hicieron demasiado consciente de mis fracasos, no obstante, debía continuar. Amaba el salto de pértiga, lo adoraba con una pasión pura e inquebrantable. Me mordí la boca, las fosas nasales me ardieron con la tierra, mis piernas parecían a punto de deshilacharse como una muñeca de trapo vieja.

—¡Ya ríndete Okumura! El título de Fly boy te quedó demasiado grande. —Estaba famélico.

—Cédele el primer lugar a alguien más. —Pero si yo me rendía ellos ganaban.

Y no dejaría que me quitasen esto.

—¡Otra vez!

Mis zapatos retumbaron contra cada grieta de pensamiento, la respiración me destrozó, la garganta se me cerró, corté el viento con esa carrera antes de extender la pértiga y clavarla en el suelo, el agujero de la cancha chirrió con la violencia del roce, como si el piso fuese de goma reboté contra la pista para alzarme en el aire. Solté la garrocha, las luces en la lejanía de la facultad fueron una sinestesia maravillosa, los latidos me hicieron eco en la tráquea, el sudor se convirtió en lluvia, sonreí, cerrando los ojos mientras las chispas me consumían. Los colores solo se deslizaron entre mis dedos mientras lo efímero de la belleza era consumido por una fotografía eterna.

Fly boy in the sky.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora