Capítulo 1.

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¡Hola mis bonitos lectores! ¿Mucho tiempo muerta? Si, pero mañana tengo una conferencia muy importante con la universidad así que he sido una bolsa de ansiedad terrible, a la vida no más, si muero luego de eso al menos les deje algo ahora.

Creo que mis nulas habilidades de edición y dibujo resplandecen en mi perfil, así que una chica tuvo la gentileza y el amor de hacerme una portada, esta es la primera vez que recibo esa clase de detalles y lo aprecio mucho, no puedo etiquetarla porque no tiene cuenta, pero mil gracias <3 

Seguimos con Ash en este capítulo y espero que sea de su agrado.

¡Muchas gracias por leer!

Érase una vez un chico nacido al alba cuyos sueños se eclipsaron por edificios de papel y postes de melancolía

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Érase una vez un chico nacido al alba cuyos sueños se eclipsaron por edificios de papel y postes de melancolía.

Mi mente abandonó la coherencia la primera semana que estuve en Nueva York. Adaptarse a las clases no fue un problema, aunque Cape Cod era pueblo de ignorancia y simpleza, Griffin me regaló una caja de herramientas lo suficientemente grande como para defenderme de la ferocidad de la ciudad. Tener que vivir con el periodista tampoco fue complicado, lo evitaba la mitad del tiempo y la otra mitad solo me dedicaba a escucharlo, me sentía como si me hubiesen arrancado de las páginas de mi historia para escribirme en el libro de alguien más. Un fastidio. El problema fue aquel salto hacia la libertad. Desde que lo contemplé surcar los cielos no había podido sacarlo de mi cabeza, la violencia con la que retumbaban mis latidos me había dejado paralizado en más de una ocasión en la enfermería, una extraña e insaciable ansiedad se impregnaba a mis pensamientos para que volviese a él. Me alejaba para acercarme, me acercaba pero ya estaba en el mismo lugar. Eiji Okumura. Que escalofriante era tener interés en otra persona. Que aterrador.

¿Acaso quería un amigo? Patético.

—Aslan. —La voz de Griffin me trajo de regreso a la realidad—. ¿Sigues ahí? —No era lo mismo escucharlo por celular, me mordí el labio antes de repasar el cuarto en el que me estaba hospedando. Simple y aburrido, digna alegoría para el encanto de Nueva York.

—Lo siento, estaba pensando en otra cosa. —Los chirridos de la ciudad se colaron por las grietas de la ventana, el aroma a cigarrillos fue insoportable en una brisa, la cólera chasqueó la lengua, el vecino estaba fumando otra vez. Que molesto.

—Debes estar muy concentrado en tus clases. —Aquella pizca de sarcasmo me hizo reír, el rostro me hormigueó, la ansiedad me cerró la garganta. Lo extrañaba—. ¿Ya jugaste tu primer partido? —Me dejé caer sobre la cama para clavar mi atención en las manchas del techo. Aunque aquel apartamento era una mera estancia temporal el lugar parecía sacado de una de esas películas de bajo presupuesto que tanto disfrutaba mi hermano mayor.

—Aun no. —Mi equipo deportivo ni siquiera había dejado mi maleta—. Solo nos dieron el cronograma y la lista de materiales que necesitaremos durante el semestre. —El crujir del tiempo fue lento en esa conversación, el estómago se me revolvió cuando escuché su risa. Tan melancólica como agridulce.

Fly boy in the sky.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora