La ciudad subterránea por más que fuera mi hogar, era un lugar muy aterrador, mi madre trabajaba como prostituta en un burdel en el cual se nos permitía vivir. Por supuesto que cuando llegaban los clientes de mamá, ella me dejaba salir a jugar afuera; aprovechaba esos momentos para intentar que Levi jugara conmigo. Aunque siempre me llamaba mocosa molestosa y se iba a otro lado, me lastimaba un poco que él fuera así conmigo; nuestras madres eran amigas, recuerdo que la señora Kuchel siempre me regalaba dulces.
Un día supe que su madre había muerto, sabía que algo andaba mal ya que Levi no había salido del dormitorio en más de dos semanas. Me quedaba mirando hacia su puerta con la esperanza de que saliera pero no fue así, un día un hombre entró ahí y pasado un rato Levi salió junto a él. No entendía qué sucedía hasta que mi mamá me explicó que probablemente no vería más a Levi, eso me puso muy triste y aprovechaba los momentos en que mamá trabajaba para dar vueltas cerca, en muchas ocasiones me topaba con Levi y lo veía entrenar.
Muchas veces me lo imaginaba como una especie de Robin Hood de la ciudad subterránea, eso me hacía admirarlo muchísimo. Pero un día todo cambió para mí, un cliente de mamá me había seguido cuando iba a ver a Levi; me miró con un poco de asco y luego me tomó entre sus brazos dijo que no vería más a mamá y que me llevaría a un lugar donde me tratarían como el demonio que era. No entendía a que se refería con demonio, nos íbamos alejando cuando me di cuenta de que me estaba sacando de la cuidad, comencé a gritar por ayuda.
- ¡Levi ayúdame! - gritaba pataleando - ¡LEVI! ¡AYUDA POR FAVOR!
- Pronto dejarás de gritar demonio - dijo el hombre sacando un pañuelo.
Vi a Levi corriendo hacia mí, pero no fue lo suficientemente rápido y no pudo evitar que me llevaran a aquel lado. Habíamos salido a la superficie, la luz me cegó por un momento y no podía entender a dónde me llevaban; tenía mucho miedo no sabía que estaba pasando, quería ir con mi madre las ganas de llorar me habían ganado y derramaba las lágrimas casi sin poder contenerla. El hombre puso el pañuelo en mi nariz y boca, lentamente los ojos me comenzaron a pesar e iba perdiendo el conocimiento; para cuando desperté estaba en una especie de jaula transparente, había muchas personas con batas blancas.
Un hombre en especifico me miraba con fascinación, lo escuchaba decir que con lo que me haría se ganaría el mayor honor en Marley. No entendía de que rayos hablaba, ¿Qué era Marley? mis ojos se pasearon por los alrededores tratando de ubicar donde estaba; las paredes eran grises y estaban con unas pizarras con muchas cosas escritas pero no entendía lo que decían. Se podían ver frascos con líquidos de distintos colores, unos más intensos que otros, el hombre de gafas tomó una jeringa y la llenó con extraño líquido verde.
- Puede que esto duela un poco - dijo él abriendo la jaula para entrar en ella - Pero estoy seguro que a los demonios no les duele nada.
Me inyectó aquel líquido en el brazo derecho, sentía como mis venas se quemaban con lo que les estaban poniendo. Grité tan fuerte que me dolió la garganta, quería salir de ahí e irme con mi madre; estaba vestida con extraño vestido blanco muy holgado, me tenían descalza y los pies estaba encadenados a la pared. Aquella cosa que me inyectaron me dejó muy débil, no sabía qué querían de mí pero deseaba con todo mi corazón que un día Levi me viniera a rescatar, puede que haya sido tonto pero él me gustaba mucho y sabía que en el fondo de su corazón había bondad en él.
Así pasaron los años y mi deseo iba perdiendo cada vez más fuerza, al igual que mi cuerpo. La sustancia que me inyectaba se suponía que debía darme habilidades extraordinarias, por lo que mis captores me habían dicho las usarían para destruir a los demonios de la isla Paradis. Aparentemente la ciudad subterránea junto con las murallas estaban en esa isla y mis secuestradores servían al gobierno de Marley cuyo único fin era destruirla junto a todos sus habitantes. Nos creían demonios y decían que lo mejor para el mundo era que nos aniquilasen, no entendía nada de lo que pasaba; según lo que me contaba mi madre el resto del mundo fuera de las murallas se había extinguido por los titanes y que lo único que quedaba de la raza humana eran los habitantes de la isla.
Había pasado mucho tiempo cuando comprendí la importancia que tenía la investigación que desarrollaban en mí. Cada vez me ponían más elementos para que tratase de moverlos con la mente, apenas podía mover unos cuantos cubos de madera; trataba de limitar mis nuevas habilidades para que ellos no pudieran hacer daño a la isla, conservaba la esperanza de que mi madre me estuviese buscando y debía protegerla. Con mucha práctica había logrado dominar mis poderes, por lo que unos momentos antes de que el hombre que me secuestro presentase su proyecto controlé su mente para hacer que perdiera el interés en la investigación y que la diese como fallada.
Me llevaron con los guerreros que irían a la isla, asistiría a la operación como su prisionera; claro que me mantendrían oculta, pues ellos desconfiaban de lo que había pasado con la investigación. Quizás no debí haber hecho que el hombre que me secuestró se suicidara, habían acordado que me dejarían en una cabaña escondida donde estaría encadenada. Me pusieron en una especie de incubadora que solo podía ser activada por el material genético de Zeke Jaeger.
Aquella incubadora me mantendría sumida en un sueño que se terminaría cuando Jaeger abriese la compuerta. La energía de un titan hacía que la incubadora me despertara, de esa forma me darían alimento; Marcel, uno de los guerreros, había dicho que explotarían mis poderes solo en caso de emergencia. Recuerdo haber querido huir cuando llegamos a la isla, pero al estar dentro de la incubadora me sentía muy débil y casi no tenía energías.
Annie me visitaba una vez a la semana para alimentarme o eso era lo que ella decía, recuerdo que la última vez que la vi ella dijo que quizás vendría Reiner o Belthord. La comunicación entre nosotros era muy escasa, deseaba poder huir con todas mis fuerzas y casi perdía la cordura de tantas cosas que había vivido, no recuerdo exactamente cuanto tiempo estuve dormida pero sabía que fue mucho tiempo porque me sentía muy débil. Me costó abrir los ojos y la luz hacía que me ardieran muchísimo.
- ¿Quién eres? - dijo un chico de cabello castaño y ojos verdes.
Una de sus manos fue a parar a la incubadora haciendo que esta se abriese, quedé impactada pero me sentía tan débil que ni siquiera me pude mover. Como pude observé el lugar había un hombre grande y muy alto de cabello rubio y ojos azules, una mujer de lentes y cabello castaño, una chica alta de cabello negro corto y ojos grises, un chico con cabello rubio y ojos azules y un hombre de baja de estatura de cabello negro y ojos grises.
- ¿Eres humano o titan? - preguntó el hombre rubio.
- Humana - dije arrastrando las palabras.
De pronto sentí como mi cuerpo caía al piso, el golpe me había dolido pero no tenía fuerzas para quejarme. El chico de ojos verdes se acercó a mi y me preguntó si estaba bien, no sabía si aquello era real o no, pero el hombre de cabello negro me recordaba mucho a mi primer amor; sentía muchas voces hablando sin parar a mi alrededor, me hacían sentir mareada y nerviosa.
- ¿Estas bien? - dijo el chico rubio.
- Solo quiero ir a casa y jugar con Levi - susurré antes de perder la conciencia.
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El destello de sus ojos
FanfictionUn viejo recuerdo comienza a atacar a Levi Ackerman, un error que cometió cuando aun estaba siendo entrenado por su tío Kenny; luego de un tiempo aquella memoria se manifestaba años después en forma de sueño, con el paso de los días el sueño se volv...