El destello de sus ojos

6

La siguiente misión era la más importante de todas, pues emprenderíamos rumbo a Shingashina con el objetivo de recuperar la muralla María e ir a la casa de Eren. Más específicamente a su sótano para descubrir los secretos tras las murallas y los titanes, por lo que todos debíamos mantener nuestras mentes en la misión. El comandante Erwin ya había trazado un plan para proceder una vez que llegásemos al distrito, claramente Reiner y Bertolt debían ser neutralizados lo antes posibles de lo contrario nuestro plan fracasaría; de eso nos debíamos encargar Eren y yo, él iría a por Bertolt mientras que yo debía impedir que Reiner se transformara en titan. Sabía que eso iba a estar complicado, trataría de usar mis habilidades para neutralizarlo, no estaba tan segura de que fuese a pasar. 

Caminaba por el campo de enteramiento cuando vi a Levi Heichou con Jean, Connie y Sasha. No puede evitar que mis ojos se fuera directamente hacia el capitán, desde hace días no era capaz de mirarlo a la cara no después de lo que pasó entre nosotros. Ese día recuerdo haber estado entrenando con él, a pesar de que había dicho que ya no lo haríamos parecía no querer dejarlo y yo menos. Tan rápido como llegué al campo me fui a mi habitación, no estaba segura de haber pasado desapercibida pero esperaba que nadie me hablara del tema. Me sentía como una tonta y la cabeza me iba a estallar, lo peor es que no podía conversar de lo que me pasaba con nadie por miedo a que pensaran que era una tonta.

Se sentía muy estresada y dudaba de si ya estaba loca o si estaba cerca de estarlo, un pequeño pero sonoro golpeteo en la puerta me sacó de mis pensamientos. Al abrir me encontré con Armin quien tenía una pequeña sonrisa en sus labios, con un ademán de que podía entrar ingresó en la habitación. Comenzamos a hablar del plan y de cómo se sentía respecto a recuperar la muralla María, de pronto sus ojos quedaron fijos en el alrededor de la habitación.

- ¿ Por qué estás nerviosa? - preguntó Armin.

- No estoy nerviosa - dije rápidamente.

- Si lo estás - dijo él cruzándose de brazos - las cosas a tu alrededor levitan cuando no puedes dejar de pensar en algo que te pone mal. 

- Me siento un poco estresada por algo - respondí, hice que las cosa que estaban levitando volvieran a su lugar.

- Puedes contarme lo que se Yuki por eso somos amigos - dijo él sonriendo.

 - Prometes que no me vas a juzgar - dije antes de contarle todo. Él asintió - Fue hace cuatro noches estaba entrenando con Levi Heichou.

Ese día todo había sido un caos y lo único que me dejaría un poco tranquila era entrenar un rato por la noche. A pesar de que él había dicho que no lo haríamos más seguíamos juntándonos en las noches para entrenar combate cuerpo a cuerpo, además de que mezclábamos mis poderes con las técnicas que él me enseñaba. Sentía una extraña dependencia hacia él y no me gustaba el camino que estaban tomando mis pensamientos y mucho menos mis sentimientos. 

Levi había sido mi gran amor de la infancia y al parecer mi corazón se rehusaba a dejarlo ir, además su trato hacia mi me confundía. En ocasiones actuaba como si fuera algo más que su subordinado y en otras me trataba como si fuera el peor de los monstruos, mi cabeza no dada más sentía que él de día era uno y de noche era otro. Cuando entrenábamos sentía como a veces me sostenía de la cintura pegándome a su cuerpo, sus manos recorriendo desde mis hombros hasta mi espalda e incluso una vez llegó a poner una de mis piernas en su cadera. Según él eso había sido para enseñarme a hacer una llave y así poder derribar a mi enemigo, pero no se sentía así. 

Él con sus acciones me provocaba demasiado y no sabía si era de verdad o era una mala pasada de mi delirante mente. Necesitaba que fuera honesto conmigo, por lo que tomé la decisión de hablar con él respecto a esto que nos pasaba; no me esperaba para nada lo que me dijo y sentía que el alma se me destrozaba en mil pedazos. Por mi mente estaba todas esas noches que luego de entrenar nos quedábamos conversando de cualquier cosa, o cuando el viento helado me erizaba la piel y él con sus brazos me brindaba calor.