Capítulo 6

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Supuse que aquel era uno de esos días en los que el dolor de cabeza no me iba a dejar en paz. Horas antes había estado bajo la ducha fría, mientras la corriente de agua alejaba de mi toda clase de pensamientos estúpidos y masoquistas. Había pensado que con una ducha sería suficiente para apartar de mi esa imagen que me rondaba la cabeza una y otra vez. Esos ojos desafiantes y cargados de odio que me seguían mirando incluso si cerraba los ojos.

Mierda.

Si lo único que quiero es apartarme de ella por qué demonios aparece siempre a mi alrededor. Ya he captado el mensaje de que no me quiere cerca de ella, y por consiguiente yo tampoco necesito escuchar como su lengua venenosa me provoca. No voy a pasar por eso, es más no quiero pasar por ese juego macabro. Solo necesito que este lejos.. lo suficiente para no tener que recordarme cada día lo que quiero y no puedo tener.

Ignórala, solo tienes que ignorarla y punto.

Pero es tan tentador molestarla.. y como ya he dicho, soy un estúpido masoquista.

Doblemente mierda.

Con ese pensamiento había llegado a casa de Tyler, al otro lado de la ciudad. No me apetecía estar en casa solo, y menos después de escuchar como la puerta del apartamento de Elena se había cerrado de un portazo. Reconozco que me tentó la idea de abrir la puerta y preguntarle de manera casual a donde iba esa noche, pero me controlé. Bien sé que necesité toda mi fuerza de voluntad para eso.

¿Ya había echo nuevos amigos y se iba con ellos? ¿salió quizás a tomar el aire? O puede que....

Sacudí la cabeza.

Y un cuerno. No puede estar con el capullo de Disney. Imposible.

-Un dólar por tus pensamientos – soltó una voz a mi lado -.

Observé como Tyler se llevaba una copa a los labios y le daba un sorbo mientras no apartaba la mirada de mi. Llevaba la camisa de cuadros desabotonada y parte de los relieves de uno de los tatuajes que tenía desde el hombro hasta el pecho, se le veía. La primera vez que lo conocí me contó la historia de todos sus tatuajes y confesó que su favorito era el primero que había marcado su piel. Una especie de espiral muy pequeña que llevaba en el tobillo, era el mas minúsculo de todos pero se reía al contar como sus padres habían puesto el grito en el cielo cuando se lo notaron.

Él decía que hizo una especie de apuesta con su hermano mayor y por consiguiente al perder se lo hizo, pero no se arrepentía y a partir de ese día solo fueron incrementándose por todo su cuerpo.

Torcí una sonrisa en su dirección.

-No quieras saberlo – contesté -.

Él enarcó las cejas en mi dirección.

-Estas muy callado desde que has llegado y eso no es propio de ti – me dijo -.

-La cabeza me esta matando – confesé -.

Tyler me hizo un gesto con la mano y se levantó de un saltó en dirección a la cocina. Antes de que me diese cuenta esta de vuelta y en su mano llevaba una cerveza.

-Toma – me entregó el botellín – esto hace milagros.

-Todo lo arreglas con alcohol – bromeé dándole un sorbo a la cerveza -.

Se tumbó en el mullido sofá que estaba frente a mi. Dejó su copa en el suelo de parqué y puso los brazos detrás de la cabeza mientras me miraba.

-Digamos que con alcohol el mundo tiene una perspectiva diferente – murmuró -.

-Me gusta tu filosofía de vida – puse los ojos en blanco -.

Él chasqueó la lengua.

-Venga Aaron, dime de una vez que ronda por tu cabeza – entornó los ojos al decirlo – creo que te conozco un poco y sé que algo te perturba.

Siempre fuiste tu +20  (Mientras Dure Versión Aaron)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora