Estábamos saliendo del palacio. Enseguida los muchachos corrían hacía nosotros, y cargaban un objeto rectangular con ellos.
- ¡Magnus, Magnus! Mira, encontramos un libro que puede ayudar. - Decía con entusiasmo el niño extranjero.
- ¿De donde lo sacaron? - Preguntó con desvelo mi padre.
- De ese lugar llamado "biblioteca". - Decía Siv, con encanto, señalando al edificio con cuervos tallados en sus columnas.
- ¡Escóndanlo! Por aquí hay muchos rus. Nos podrían tachar de ladrones. - Respondía con realidad a la inocencia de mi hermana. - ¡Nos vamos! Tengo un mal presentimiento.
Rápidamente volvimos al puerto. Allí nos esperaba Krammer, y su tripulación.
- ¡Esperen un segundo! - Gritaba de lejos el rey Edmon, mientras se acercaba con varios compatriotas. - ¡Ellos los acompañarán! Están bajo tu mando, jarl Gunnar.
Eran al menos 200 hombres. Todos guerreros de primera línea. Fortachones, barbudos, con hachas excesivamente afiladas. Llevaban los emblemas de la comarca de Tampere, la cual era un cuerno rodeado de colores rojiblancos.
- ¡Bien! Que sean bienvenidos, pues... - Decía mi padre de mala gana.
Las embarcaciones zarpaban. Eran más de diez navíos saliendo del fiordo de Turku. Era toda una flota con el tamaño y el poder para atacar un asentamiento. Sabía cual era el descontento de mi padre... Pensaba que los hombres del rey Edmon, lo vigilarían ahora que el era el líder marcial de todos los jarl y reyes de Noruega.
- Siv, lamento haber tenido tiempo para enseñarte a luchar...
- Estabas ocupado, Magnus, no te preocupes.
- ¿Te parece si aprovechamos el tiempo de navegación para practicar?
- Pero... ¿Y el libro...?
- Ya tendrás tiempo para interpretarlo. Necesitar aprender a defenderte al menos. - Le dije a mi hermana, pensado en su bienestar.
- ¡Bien, Siv! Toma el hacha y el escudo de Farguz. - Le decía mi padre, mientras le daba en sus manos el arma y la defensa del tripulante.
- Lo principal e importante, es aprender a utilizar tu escudo. No es solo una defensa... Puedes atacar, impulsar, moverte y defender con él. - Dije con todo el conocimiento que tenía. - Ahora intentarás escapar, eludir, atacar y defender, contra mí. ¡Siempre firme!
- ¡Bien! - Respondía, valientemente, Siv.
Di un par de patadas a su escudo, esperando que su firmeza fuera la correcta... Lastimosamente, cayó despaldas en la cubierta de la embarcación.
- ¡Adelante! - Le dije poniéndole la empuñadura de mi hacha en su cuello, y enseguida ayudándole a levantarse.
- ¡Ahhhhhhh! - Hacía su mejor grito, la pequeña, Siv.
Volví a intentarlo, pero la respuesta de Siv, fue mucho más sólida y agresiva... Y en mi última patada, utilizó su escudo como resorte para sacarme de equilibrio y empujarme como la fuerza acumulada.
- ¡Está perfecto! Pero eso no es todo. En la guerra, eso no significa el fin de un guerrero. - Dije con fervor hacía las batallas.
Enseguida, utilicé mi cuerpo para desequilibrarla, golpeando el escudo con mi hombro. Siv, caía nuevamente.
- ¡Si me hubieses acabado, no me hubiera levantado desprevenidamente a atacar...!
- ¡Ahhhh! - Nuevamente, Siv.
Esta vez, Siv, se lanzó hacía mí con el escudo, y al darle una patada, hizo el mismo movimiento anterior, empujándome hasta caer. Enseguida, me levanté e intenté desequilibrarla, pero me esquivó usando el mismo como punto móvil. Yo estaba a espaldas de ella, y golpeo con mucha fuerza hasta hacerme caer de nuevo, en la cubierta, y antes poder levantarme, tenía la empuñadura del hacha en mi cuello.
- ¡Excelente, Siv! - Dije alegre. - Descansa, seguiremos practicando...
- Si, Magnus. ¡Seré una gran guerrera!
- Lo han hecho bien muchachos... Lo necesitaran más pronto de lo que creen... - Decía el, ahora serio, Gunnar Ragnarsson.
Pasaron varios días y varias noches, sin que ocurriera un hecho importante. Estábamos navegando camino a casa, junto a muchos desconocidos, y nos dimos cuenta que su intención no era atacarnos, ya lo hubiesen hecho. Tenían mayor densidad que nosotros, y al ser así, tenían muchos arqueros a su disposición para atacarnos. Siv, mejoró mucho, hasta ya dominaba bastante el hacha que le había prestado Farguz.
Desde la embarcación, se veía el puerto del fiordo. Lo extraño de todo esto era carencia de los nuestros en el mismo... Al acercarnos veíamos a muchos guerreros cerca, la mala noticia... todos estaban muertos, y la mayoría mutilados.
Rápidamente, desembarcamos. Todos nuestros hombres en expectativa a lo que iba a ocurrir... Un silencio desgarrador en los vientos de la primavera, junto a un panorama moribundo y lleno de sangre.
- Avancen despacio... - Decía en voz baja mi padre.
Enseguida una lluvia de flechas se observaba en el cielo.
- ¡Escudos! - Gritaba el gran jarl de Rygu, mientras todos cubrían sus cabezas con ellos.
Tuvimos bajas de 20 hombres. Todos eran hombres del Rey Edmon. De improvisto, el jarl Aleksi, salió del centro...
- ¡Bienvenidos! ¡Siéntanse como en casa, y sirvan al jarl! - Decía Aleksi, con tono burlesco.
- ¡Era obvio que querías mis tierras! Por eso no fuiste a la gran reunión...
- ¡Traigan a los prisioneros! - De inmediato, se acercaron esposados Alf, Daven y Yves.
- ¡Papá! - Gritaba de preocupación Elin.
- ¡Suéltalos Aleksi, no tienen nada que ver en todo esto! - Decía Gunnar, preocupado.
Yo tenía un plan. Enseguida se lo comenté a Itheus, el cual sin queja alguna, lo aceptó. Lancé mi hacha mientras pensé en congelar las esposas. Así sucedió. Mientras Itheus, los distraía a todos con su poder de producir llamas de fuego, yo tomé mi hacha y destruí el hielo, dejándolos libres.
- ¡Todos corran, debemos refugiarnos en la montaña! - Dije mientras que aún la distracción del joven estaba activa.
- ¡Mi hijo dio una orden! ¡Todos a la montaña!
Mientras todos avanzábamos, Itheus, formaba un circulo de fuego alrededor de Rygu, imposibilitando la salida de los otros guerreros. La huida fue todo un éxito, e Itheus, regreso en una forma de ave en llamas. Ahora, todos estábamos a la intemperie, y era más fácil encontrarnos por la cantidad de hombres que éramos.
- ¡Debemos sepáranos en tres grupos! Enviaré a un solo mensajero a dar mis ordenes y nos veremos en este punto cuando les ordene por medio del mensajero. - Decía el gran Gunnar Ragnarsson, siempre frío.
- ¡Si, jarl Gunnar! - Todos respondiendo positivamente.
Ahora comienza lo más complicado, el contraataque... Y sabía, esta vez, que yo era una pieza clave en esta batalla.
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Camino Al Valhalla
AventuraMagnus, es un niño nórdico que tiene dones especiales otorgados por Odín, en su camino comprende la voluntad de sus dioses y se convierte en un guerrero digno del Valhalla.