¿Rumbo a Tampere?

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   La nieve ya cubría el lugar. El viento gélido paseaba por los alrededores de Rygu y el ambiente era muy pacífico. Era una paz de desvarío, teniendo en cuenta que la guerra contra los Rus, apenas comenzaba. Era el momento de destazar a las cabras y a los cerdos. Este invierno sería largo y necesitábamos grasa para resistirlo. Muchos se quedaban en sus moradas y algunos tomaban cerveza en "La Posada Del Enano". 

  Nosotros pasábamos el invierno con quietud al lado de la fogata y comiendo pan, carne y avena. Estoy agradecido con los dioses, nunca habíamos estado tan cómodos. Antes solo comíamos estofados de hongos y algunos frutos. Siv, se veía bastante feliz. Es increíble ver como hace poco sufría con su anterior familia.

- ¡Hey, Siv!

- Dime, Magnus.

-  Eres rus... ¿Cierto?

- La mitad de mi sangre lo fue, pero siempre he tenido más influencia de mi madre. Era toda una vikinga, sin miedo a nada. Aunque mi sangre lo compruebe, mi corazón lo refuta.

- Entiendo. Jamás permitiré que ningún arma te roce.

- Magnus, quiero aprender a luchar. No quiero todo el tiempo depender de los hombres a mi alrededor.

- ¿Quieres qué te enseñe? 

- Estaría muy contenta de que lo hicieras...

- Esta bien hermanita. Primero, deberemos encontrar información sobre Alfheim.

   A la mañana siguiente, me encontraba con Siv, Elin e Itheus. Nos reunimos en el centro del lugar bajo el techo fuera de una cabaña, mientras azotaban los aires fríos contra el asentamiento. 

- ¿Tienen alguna idea de cómo encontrar la entrada a Alfheim? - Les preguntaba a mis amigos.

-  De donde vengo, las respuestas siempre las tienen los ancianos. - Me respondía con facilidad, Itheus.

- Tiene razón, Magnus. Podemos ir a preguntarle a Cheska. - Con genialidad inmediata aportaba, Elin.

- ¡Bien! Vayamos a visitar a Cheska.

   Fuimos a la choza de Cheska, era sencilla y en mayoría hecha de paja. La llamamos desde fuera y nos invitó a pasar adelante mientras nos ofrecía cerveza de raíz.

- ¿En qué puedo ayudarlos?

- Tenemos una duda muy grande, anciana. - Le decía Elin con mucho respeto.

- Queremos saber si algún modo de entrar al Alfheim. 

- Que increíble es la mente de los niños... Yo también era muy curiosa de pequeña. La única forma de saberlo, es que lo investiguen.

- ¿Como..? - Le replicaba.

- Mi hijo, Azur, siempre va a un lugar llamado "biblioteca" que se encuentra en Tampere. Dice que allí hay mucha información de nuestros ancestros y de los dioses.

- ¿Biblioteca..? - Aportaba con duda, Siv.

- Es un lugar donde existen todo tipo de libros. - Con su intelecto, Itheus.

- ¿Libros..? - Solté con ignorancia.

- Los libros son inscripciones, como las runas, representan un idioma y guardan información útil.

- El joven tiene razón. - Decía Cheska.

- Su información fue de mucha ayuda. - Dije, mientras nos despedíamos de la anciana.

  Ahora nuestro problema era llegar a Tampere. Hay que cruzar todo Skåne. Luego deberemos tomar un viaje por el mar hasta llegar al asentamiento de Rauma. Y finalmente, subir las montañas para llegar a la comarca de Tampere. Solos no podremos llegar, ya que, Tampere es un reino a cargo de un rey Rus. El rey Edmon, era uno de los más poderoso, pero era tranquilo, o eso dicen las malas lenguas.

  Transcurrieron varios días sin poder movilizarnos, y nuestro mayor obstáculo era mi padre. No sabíamos cómo decirle que partiríamos a Tampere. Además, sería bastante complicado mantener a los caballos con el frío y la escasez de alimentos. 

- ¿Magnus, quieres salir de viaje? - Decía mi padre.

- ¿Dónde pretendes ir?

- El rey Edmon quiere conocerte.

- ¿El rey de Tampere...?

- Así es, pero no te llevaré si no lo quieres.

- Iré con una condición...

- Díctame tus caprichos... - Respondía mi padre sin ninguna dicha en su cara.

- Quiero que nos acompañen Siv, Elin e Itheus.

- Solo cuidaré de ti y de Siv, no me haré responsable de los demás.

- Tranquilo, ambos saben cuidarse solos.

  Reiteradamente, me reuní con mis camaradas y le expliqué todo lo que acontecía. 

- Es perfecto, Magnus. - Me expresaba el forastero.

- Tendrás que hablar con mi padre, Magnus. - Decía la intrépida, Elin.

- Lo haré...

 Inmediatamente fui a buscar a Alf. Pero esta vez le llevaba una ofrenda. Un par de corderos para sacrificarlos en su honor. Esperaba que fuese suficiente para mi queridísimo amigo. 

- ¡Magnus! ¿Cómo podría ayudarte este humilde constructor?

- Alf, necesito llevarme a Elin a Tampere con mi padre.

- ¿A Tampere...? No lo sé, muchacho, está muy lejos...

- Le juro por estos dos corderos y su sangre dada a Freyja, que la he de proteger dando hasta mi propia vida por ella.

- Es difícil decirte que no mi queridísimo amigo.  Llévala contigo, pongo mi confianza en ti.

- ¡No lo defraudaré! ¡Partiremos cuando el hielo comience a derretirse! - Dije mientras corría lejos a contar a mi amiga.

   Ahora estaba todo concluso. Solo faltaba esperar el momento justo para iniciar el viaje por tierra. 


Camino Al ValhallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora