Comienzo

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Miro todos los libros que hay en el estante y una sonrisa se apodera de mis labios. Este lugar siempre me ha parecido un santuario y realmente lo es y de alguna manera no dudo que lo sea. 

Echo una última mirada hacia atrás y observo a una chica de cabellos oscuros y gafas entrar en la biblioteca del Saint Andrew. Enfoco mi mirada en el camino que me sacará de este lugar y lo que veo en la salida me hace sonrojar.

—Pensé que un derrumbe de libros te había sepultado y habías muerto, — le digo la chica de cabellos rubios, imitando la sonrisa de Zareck. 

—¿Es qué no lo sabes? — preguntó el chico. Ella me miracon una ceja levantada. 

—¿Saber qué? 

—Que soy sexy e inmortal... — le digo y dejo un beso en la mejilla de la chica. 

—Lo primero no te lo creo, — la veo meter ambas manos en los bolsillos de su chaqueta. — Pero, lo segundo podemos ponerlo a prueba justo ahora. 

—¡Cal! — le grito en relajo, dejando que una carcajada escape de mi boca. — Estás loca, claro que soy un simple mortal.

Siento su mano tomar una de las mias y bajamos hasta la calle Market. La veo posar como una de las modelos en la vitrina de Neu Look y no puedo contener la risa. Me lanza un beso y miro a las personas a mi alrededor. 

Observo a un anciano devolverle el beso a Cal y para su desgracia, la veo sonrojarse y tapararse rápidamente con la bufanda. 

—No sabía que te gustaran los viejos, — le digo en relajo y siento su pequeño puño estamparse contra mi brazo. 

—No me gustan los viejos, — me dice riendo. — Me gustan jóvenes y guapos como tú, — me dice y yo sólo puedo reírme. 

Nos detenemos frente al pequeño puesto de Starbucks y ambos entramos. Ella ordena y yo pago, escucho su teléfono sonar y veo como me señala rápidamente el bolso que cuelga de sus hombros. 

—Vamos, se perderá, — me dice, saltando y derramando parte del contenido de los vasos en mi camisa. 

—Gracias por esa, Cal, — la miro y sé que ella está divertida. 

Colocó el teléfono cerca de su oreja y la escuchó decir un par de cosas, pero la única que hace eco en mi mente es: Matarla. 

Trago duro e intento desviar mi atención de la conversación ajena a mi. Me hace un gesto con la cabeza y meto el móvil en su bolso. 

—Tengo que irme, — es lo que me dice y me tiende el pote de cartón. 

—Vale, — le digo, bajando un poco la mirada y mirando dentro de sus ojos azules. 

Siento sus labios tibios posarse cálidamente sobre mi mejilla y luego, otro más cerca de la comisura de mis abios. Se separa y me mira con ojos azules, similares al cielo de verano. La veo tomar un taxi y me quedó de pie hasta que desaparece. Miro el vaso de cartón y mis ojos captan algo negro en el bote. 

"Ten cuidado con ella." 

Esas son las palabras que leo y caminó calle abajo, meditando las palabras dentro de mi mente. Una voz me habla al oído y me percato de que es mi consciencia háblandome. Sin embargo, destierro el pensamiento y siento mi teléfono vibrar en el bolsillo de la chaqueta. 

Te veo mañana, Zar. Te quiero. *Cal* 

Suspiro y sigo caminando rumbo hacia mi casa, pensando en todo lo que había pasado aquel día. Siento algo apretado en mi pecho y sé que es un aviso, real y latente.

 


Memorias De Un PsicopataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora