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—Por supuesto que te amo, — la voz llegó hasta mis oídos, como si fuera una caricia. — Te amo cuando te hago sangrar cada noche de placer, — siento como sus manos acarician mis cabellos. — Amo tu dolor y tus lágrimas. 

Su respiración era calmada, mientras susurraba esas palabras contra mi cuello y seguía subiendo lentamente hacia mi oreja. Sus manos, jugando con los cabellos largos que llegaban hasta la mitad de mi cuello y caían por mi frente. 

—Planeaba asesinarte, — siento su lengua jugar con mi oreja. — Quería hacerte lo mismo que a todos, — sus ojos se centran en los míos. — La belleza es traicionera, — escucho ese pequeño susurro. — Pero, la tuya mi hermoso niño... Mientras la bañe de dolor la mantendré por siempre a mi lado. 

—¿De verdad poseó eso que odias? — le pregunto, mirando dentro de sus ojos. 

—Contigo no la odio, — siento su mano meterse bajo mi suéter. — Tu eres más de lo que la mirada deja ver. Tu eres perfecto. 

Sus labios tocan los míos y es un simple beso que despierta todo lo que hay dentro de mi. Cada fibra de mi cuerpo, reacciona frente a su toque y no hay nada que pueda hacer para detenerlo. 

—Te ves realmente hermoso con la sangre manchando tus manos, — sonríe contra mis labios y me besa nuevamente. —Quiero que tu me demuestres cuanto me amas, Zareck, — sigue jugando con mis labios y por laguna razón, deseo seguirla en este juego macabro. 

—¿Cómo te lo demuestro? — le pregunto, capturando sus boca una vez más. 

—Mátala, — susurra contra mi oreja y siento como su mano se entrelaza con la mía. — No aceptan que nos amamos. 

Y no puedo pensar en una respuesta mientras me besa.

—Lo que no nos sirve, que no viva más, Zaar, — me dice y su cabello me hace cosquillas, para luego sentir como el fuego crece en mi interior con cada beso que me da. 

No estaba meditando las palabras de ella y realmente, no encontraba una negación en su corazón para matarla. Si sus pensamientos lo enviaban al infierno, que así fuera. El era similar a un demonio, como su nombre lo decía, él era el sufrimiento hecho hombre y con él, llegaba la miseria. 

Aunque el método lo convirtiera en un monstruo, sabía que tenía que matarla. 


Memorias De Un PsicopataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora