Notorio

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—¿Uriah? — llamo una vez que estoy frente a la puerta del cuarto de mi pequeño niño. 

¿Qué es eso que quiere decirme? Supongo que es algo importante cuando no me lo ha dicho por teléfono. 

Los latidos de mi corazónn se aceleran cuando la puerta se abre derrepente y siento unos brazos envolverse al rededor de mi cintura. Bejo la mirada únicamente para encontrarme con el fuerte agarre que sostenía contra mi camisa, como si la vida dependiese de ello. 

—¿Uri que pasa? — pregunto mientras mis pensamientos se inundan de preocupación. — ¿Alguien te ha hecho daño? — le pregunto nuevamente, sintiendo como la ira se apodera por completo de mi cuerpo. —¿Uriah que pasa? 

Mi respiración se calma por completo cuando me doy cuenta de que mi pequeño ángel no está llorando, es todo lo contrario. Una hermosa sonrisa ilumina su rostro por completo y eso hace que mi corazón se derrita al instante. 

¿Por qué mi hermano tiene que ser tan adorable? 

Si tan sólo no fuermanos hermanos. Pero, los reprimo de inmediato. Uriah es mi hermano y jamás podría verlo con diferenes ojos y él a mi tampoco.

—No es eso, Zareck, — me dice alegre. — ¡Estoy tan feliz! — y lo veo en sus ojos azules. 

—En ese caso, — lo tomó desprevenido y me lo tiro al hombro, como si fuera un saco de papas. — Más te vale que me lo cuentes todo. 

—¡Zareck, bájame! — lo escucho decirme entre risas. 

—No, — abro la puerta y lo tiro en la cama. — Hasta que me lo cuentes todo. 

—¿Y si no quiero? — arquea una ceja, tal y como lo hacía mamá. 

—Te lo sacaré a las malas, — le digo, poniendo mis manos en su costado dispuesto a hacerles cosquillas. 

—Está bien, — lo escucho decirme entre risas. — Te lo contaré. 

Me siento frente a Uriah y veo ese brillo inusual en sus lindos ojos azules. Un adorable sonrojo cruza sus mejillas blancas y siento la cuchillada en mi corazón. 

—Es que... — vacila y yo lo miro con ternura. — Es que yo le...

—Dilo ya, campeón, — le apremio. 

Gatea hacia mi y recuerdo cuando este chico era sólo un bebé y lo mucho que lo cuidaba en ese entonces. Y lo mucho que daría por él en estos momentos. Recuesta su cabeza contra mi pecho y una sonrisa se apodera de mis labios.

Su aroma es simplemente delicioso. 

—¿Qué es eso que tienes que decirme, pequeño? 

—Me ha dicho que sí, Zar, — lo escucho decir con alegría. — Jennifer me ha dicho que sí quiere ser mi novia.

Y de inmediato siento como la sonrisa se desvanece por completo de mi rostro. Siento la emoción en cada una de esas palabras y sé que ninguna está dirigida hacia mi. De alguna forma, manejo el alud de sentimientos que amenazan con hacerse reales y dejó a Uriah en la cama con cuidado. Le regaló una sonrisa que no toca mis ojos y me levanto.

—¿Pasa algo Zareck? — lo escucho preguntarme.

Niego suavemente con la cabeza y agrego:

—Sólo he olvidado algo en casa de Will, — recojo mi mochila y salgo de la habitación de Uriah, bajando las escaleras y pasando de largo a mi tío.

Siento la brisa acariciar mi rostro y lucho contra las emociones que de alguna manera están demasiado revueltas en mi interior. Camino hacia el único lugar donde puedo encontrar algo de paz y escucho la voz de mi mamá pidiéndome que cuide de Uriah siempre.

Puede ser que, por el momento, no lo estoy cuidando como ellos me lo pidieron. Cierro los ojos y sé que Uriah no es un niño, pero el amor duele y lo sé de primera mano. Hice una promesa de alejarlo del dolor y de la mano furiosa de Odia.

Pero, realmente no sé como cuidar de mi hermano. Mucho menos en estos momentos. Mucho menos ahora que tiene novia.


Memorias De Un PsicopataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora