Caramelos

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Me siento a un lado de Jaith y miro en completo silencio al cuerpo durmiente de Calleigh. Los cabellos rubios la hacen ver más sana de lo que puede estar, pero yo sé que no es verdad. Las palabras del médico retumban en mi interior. 

Muerte cerebral, y me hacen eco, como si estuviera en medio de una capilla.

—¿Crees que vuelvan? — le pregunto a Jaith, mientras miro a Ari.

—La esperanza es lo último que se pierde, Zaar.

Sus palabras se escuchan tan simples, pero tan llenas de sentimientos que deseo creerlas desesperadamente. Camino hacia donde está Ari y le quito un cabello rebelde de la cara.

—¿Y si no regresan? — le pregunto con el alma en la boca.

—El hecho de que mueran no significa que han dejado de amarte, — y veo la sonrisa dulce de Jaith y su intento por hacerme sentir mejor.

—¿Tu la quieres? — le pregunto y busco el dije sobre el cuello de Ari.

—¿Crees que te hubiera pedido que inmortalizaras un momento tan ewwk si no la amara?

Lo miro sobre el hombro y veo ese brillo juguetón en los ojos misteriosos de Jaith. Me hacen pensar en un lugar lejano en el cual no quisiera estar, pero a la vez me hace sentir calma. Algo que no está dentro de mi diccionario.

Le sonrió a Jaith y otra pregunta sale de mi boca. Pero es un simple susurro y Jaith no lo escucha. La puerta se abre y ambos nos volvemos a ella.

Criss.

Hola, — es todo lo que sale de su boca y se acerca a mi. — Estaba entre las cosas de Ari.

Veo su mano cerrada y coloco la mía debajo de la manita frágil de Criss. Y una vez que su mano se abre y siento lo que hay en la mía no puedo evitar tragar duro.

—Regresarán, — es lo que nos dice Criss. Su voz aun infantil me llena de esperanza. — Regresarán pronto.

Miro a Jaith quien parece tener la mirada más serena ahora, quizá porque Criss está aquí, quizá porque yo estoy aquí, quizá porque él está aquí...

Quizá, porque Calleigh está aquí.

Cualquiera que  sea razón de Jaith para estar en completa calma, me esfuerzo por imitarlo y al final lo consigo. Siento un alivio tan grande en mi alma al ver a Ari dormida como si fuera un ángel y en un deseo infantil me acerco a ella.

—¿Por qué haces eso? — me pregunta calladamente Criss, mirándome desde el borde de la cama.

Dejo el collar sobre el cuello de Ari, haciendo que el dije descance sobre su piel y le sonrió, para luego sentarme a un lado.

—Eso la ayudará a regresar a casa, — le digo a Criss y le regalo una sonrisa.

Inocentes, esa es la palabra que susurra Jaith al vernos sentados allí, como dos niños risueños esperando a que lluevan caramelos.


Memorias De Un PsicopataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora