Lado

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Siento el vibrar de mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón y no le presto atención. He vuelto a recibir ese montón de mensajes sin sentido de nuevo, pero esta vez, no son sádicos como en el pasado.

Jaith está a un lado mio, mirándome desde la mesita ratonera junto a Uriah, Joey y Will. Los tres parecen unos inmaduros, mientras me miran desde abajo, pero la mirada de ninguno me hace cosquillas.

Excepto, los enormes lagos celestes de Uriah que me piden que ceda en completa tranquilidad. Pidiendo, rogando... Prácticamente, llorando.

—Por favor, Zaar, — me dice y en sus ojos veo el anhelo.

Me cruzo de brazo y miro al gemelo mayor, luego mi mirada se posa sobre Joey para luego quemar, literalmente, a Jaith con mis ojos azules, que poseen ese brillo tétrico, que adula Calleigh.

—¿Por qué? — es lo que sale de mi boca, y levanto una ceja, esperando la respuesta de cualquiera de esos tres.

—Porque tío no está, — es lo que me dice Uriah con su natural tono angelical.

—Porque está cerca, — le sucede Joey.

—Porque es fin de semana y necesitamos aprovecharlo, — me dice, desinteresadamente, recargándose del escritorio que está en mi habitación. — Además, Zareck, eres el único que puede llegar hasta ellos sin perder una pierna, ser raptado o violado, en el proceso.

Pero, yo no estoy tan convencido de las palabras que escapan de la boca del pelinegro. En cuestión, mi vida en el colegio no es fácil, tomando en cuenta que salgo con los gemelos y con Jaith, y que ellos me concideran "Amigo."

Con esas razones, es suficiente para no querer acercarme a ese lugar.

—¿Y si no quiero? — pregunto, mirando directo a Joey.

Los tres parecen meditar mis palabras en completo silencio. Jaith mira a Uriah buscando algo de aprobación, pero mi hermano simplemente le devuelve la mirada, pregutándole por un plan.

Yo... Yo he entablado una guerra de miradas con Joey. No pretendo perder en esta ocasión, porque sé lo que me pasará más tarde si se me ocurre secundar la moción de estos tres.

—Zaar, — me llama Uriah con su dulce tono, que promete tener la voz tan gruesa como la de papá. O la que yo recuerdo.

Hago un pequeño movimiento de rostro y luego, escucho la voz de Jaith. Una sonora carcajada inundando el ambiente. Joey lo mira como si hubiera perdido la razón y yo no dudo de ese pensamiento.

¿Por qué? Muy sencillo, es Jaith y su grado de sadismo es más alto que el de cualquier adolescente de nuestra edad.

—Mira Zaar, a parte de ti, al único que dejarán entrar será a Uri, — dice Jaith, sabiendo que él es mi debilidad. — Así que, sólo hay dos opciones, vas tú o va Uri.

Pero, ni muerto dejaría que Uriah pisara ese lugar. Primero, me mataría o torturaría hasta la muerte a cualquiera que pusiera en peligro a mi tesoro más grande. En Uriah yo puse todo. Vida, alma, corazón y mente.

—Touché, — es lo que sale de los labios de Will.

Ellos secundarán su moción y Uriah no los abandonara.

—Está bien, — digo, sabiendo de antemano lo que sucederá. — Yo lo haré, pero ustedes harán el resto.

Escucho un "SÍ" de partir vigoroso de las bocas de mis mejores amigos y hermanos. Los tres me miran brevemente y puedo ver la sonrisa frágil en los labios de mi hermano menor.

Él es realmente hermoso. Si tan solo no fuera mi hermano.

—Y te quiero involucrado en lo demás, — dirijo mi mirada hacia mi joya más hermosa. — ¿Entiendes?

Él asiente con cuidado y se mueve dentro de mi alcoba, sacando de mi ropero una chaqueta negra que le queda grande. Se la pone y me regala una de sus mejores sonrisas.

—No dejes que nadie más se entere que ese niño es tu debilidad, — escucho la voz de Jaith. — O lo podrán usar como target para hacerte daño.

Y confió en las palabras de Jaith, por eso mi amor a Uriah está límitado a ser mostrado entre estás paredes. Y aunque, él sabe que mi amor siempre se rendirá ante sus caprichos, intento no ser obvio en ningún otro lugar que no sea esta casa.

—Deberiamos irnos, — la voz de Will me pone atento. — O, se nos ahrá realmente tarde.

Le echo un último vistazo a mi habitación, recordando exactamente donde dejé cada cosa. Saco mi teléfono celular del bolsillo de mi pantalón y miro los mensajes.

Cal.

Una sonrisa cálida se dibuja en mis labios y el corazón se me calienta de alguna forma. Recuerdo, las palabras que le dije a ella misma mientras intentaba esconder mis más grandes miedo.

Todo por pretegerlos, a ellos.

Y aunque, pudiera dolerme, son lo que más amo en el mundo y mi lealtad siempre estará con ellos, pero el deber, el deber siempre es primero que la lealtad. Sin una, no podría existir la otra. Y mi deber es cuidar de ellos, hasta que las cosas vuelvan a su estado normal.

—¿Ya sabes quién te acosa?

Niego suavemente con la cabeza, y por mi mente pasa aquella chica de cabellos dorados como el sol. Sus palabras como simples susurros, dejaron a mi corazón completamente helado cuando sus labios se abrieron.

Quiero ver la sangre correr, en especial la tuya, — y después de esas palabras, desapareció.

Sin embargo, esta vez, debía permanecer en silencio.



Memorias De Un PsicopataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora