—¿Estás seguro de que quieres escuchar la historia de mi primer amor?
—Sí, quiero escucharla. No debe asustarme tu pasado, de alguna manera u otra es lo que te hizo ser quién eres.
—Bueno, entonces prepárate otro trago, mientras, yo iré a prepararme un café. Lo vamos a necesitar.
Lo conocí en el colegio. Yo estaba en primero de bachiller y él en tercero, pero desde que lo vi por primera vez se convirtió en mi crush. De solo verlo, mi corazón se aceleraba y empezaba a imaginarme cientos de escenarios en donde él se me acercaba y me decía que yo también le gustaba. El tiempo pasó y nunca se me acercó, es más, tenía la sensación de que ni siquiera se enteró de mi existencia. Sin embargo, yo siempre estuve loca por él y nunca lo olvidé.
Siempre estuve muy enfocada en mis estudios y nunca le hice mucho caso a los hombres. A todo el que se me acercaba con intenciones de enamorarme, le hablaba de manera fría o lo ignoraba para que me dejara tranquila. La verdad es que no quería estar con nadie, pero con él era diferente, pues había algo en él que me atraía demasiado.
Un año después de terminar el colegio, me lo encontré en la universidad, se me acercó y me saludó como si fuésemos viejos amigos. ¡Hola, Elizabeth! ––dijo. ¡Wow, se sabe mi nombre! ––pensé. Habían pasado tres años y aún me causaba emoción verle, me sentí como en aquellos días de colegio, en donde el simple hecho de saber que estaba a unos metros de mí, me provocaba cosquilleos en el estómago. No hablamos mucho, pues como nunca fuimos amigos, solo nos saludamos y cada quien siguió por su camino. Yo pensaba que un crush era algo que solo se te metía en la cabeza por un tiempo, pero me di cuenta de que hay cosas a las que el tiempo no le afecta. Quizás era por los años sin verle, pero lo vi más guapo que antes, y de repente, todo eso que sentía en el colegio volvió a mí. Me pasé todo el trayecto de regreso a casa pensando en él; en esos ojos color café, y esa sonrisa tan encantadora que me volvía loca. Desde que llegué, llamé a mi amiga Isabel y le conté lo que había pasado. Isabel y yo éramos amigas desde el colegio, así que sabía cuánto me gustaba ese chico en aquel entonces. La llamé muy emocionada, pero sólo pasaron unos pocos minutos antes de que nos desviáramos del tema y empezáramos a recordar anécdotas de nuestros tiempos del colegio.
El día siguiente me la pasé pensando en él, quería saber qué había sido de su vida. ¡Qué tonta fui! ¿Por qué no mostré más interés cuando tuve la oportunidad? Ni siquiera le pregunté qué estaba estudiando —me reprochaba. Pero eso fue todo, después de ese día todo aquello se fue desvaneciendo hasta que apenas recordaba aquel encuentro, todo hasta que un mensaje a través de Facebook, lo cambió todo.
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Mi primer amor
Short Story¿Leerías una historia que sabes cómo termina? Descubre la historia que inicia con un mensaje de texto dando fin a la relación.