Historia de Elizabeth - Final

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Los días pasaron y traté de seguir con mi vida como si nada. Una versión anterior de mí se habría quedado afligida después de leer aquella carta, pero había llegado al punto en el que ya no me importaba nada. Todo me daba igual y había encerrado el dolor junto con mis sentimientos en lo más profundo de mi corazón. Me había convertido en un ser inerte, cumpliendo la misma rutina día tras día, negándome a sentir cualquier cosa para no volver a ser lastimada. Todo eso cambió un día, cuando vi a Laura y a su amigo en un centro comercial.

El amigo era aquel que se había hecho pasar por taxista y vi cómo caminaban tomados del brazo, riendo a carcajadas y disfrutando de algún chisme mientras secreteaban. En ese momento, una rabia inmensa se apoderó de mí al ver que las personas que habían arruinado nuestras vidas estaban ahí, siendo felices como si nada hubiera pasado. Pensé en acercarme y ver qué cara ponían al verme, pero realmente no valía la pena confrontar a dos personas tan enfermas como ellos. Cargada de enojo y frustración, me dejé llevar de mis impulsos y me dirigí a la casa del estúpido que me había hecho tanto daño. Necesitaba sacar todo ese dolor que había contenido dentro de mi pecho. Ya no podía aguantar más y necesitaba decirle cuánto me dolió lo que hizo. Quería que supiera cuántas noches me la pasé llorando por él. Necesitaba decirle cuánto lo odiaba y cómo había arruinado mi vida. Tenía que hacerlo, tenía que decirle que estaba equivocado si pensaba que una simple carta borraría lo que había hecho, y que no tenía ni la más mínima idea de cuánto me había hecho sufrir.

Cuando abrió la puerta, le di una cachetada tan fuerte que tuvo que retroceder dos pasos. Luego, me lancé contra él dándole fuertes puñetazos en el pecho mientras le decía entre sollozos lo mucho que lo detestaba. Él, sin responder, dejó que descargara toda mi ira y escuchaba atentamente cada palabra que entre llantos me esforzaba por gritarle. Cuando me calmé, me abrazó y me dijo cuánto se arrepentía de haberme perdido. Con ese abrazo sentí que toda la ira se fue y que la tormenta se convirtió en calma. Después de un momento, levantó mi cara para mirarme a los ojos con esa mirada tan tierna, iluminada por el brillo que le provocaba verme. Esa mirada fue como una inyección que penetró directamente a mi corazón, fue como un analgésico que en un instante sanó todo mi dolor. No pude decir nada, en ese instante comprendí que mi felicidad estaba con él, que a pesar de todo lo que me había hecho sufrir, aún hallaba paz entre sus brazos.

Me besó y lo mordí. Volvió a besarme, y lo volví a morder. Pero a la tercera vez, no pude resistirme y le respondí con un beso apasionado. Luego me pegó contra la pared y comenzó a besarme el cuello. Traté de apartarlo, pero volvió a acercarse. Sabía que lo deseaba y, por más que quisiera hacerme la orgullosa, sabía que sucumbiría ante las intensas ganas que tenía de estar con él. Esa noche hicimos el amor como nunca antes; fue salvaje, mágico, algo indescriptible

A partir de ese día empezamos a reconstruir nuestra relación desde los escombros de lo que alguna vez fuimos, y aferrados a la visión de lo que queríamos llegar a ser. Nos costó bastante llegar donde estamos ahora; dejar atrás el pasado y empezar de nuevo no fue tarea fácil. Sin embargo, si de algo estoy segura es de que valió la pena. Todo lo que sufrimos nos ayudó a fortalecer nuestras debilidades y nos hizo mejores como personas y como pareja. Hoy en día no me arrepiento de habernos dado otra oportunidad. Pero dime, Jorge:

—¿Por qué querías escuchar una historia que ya conoces si la historia de mi primer amor es la nuestra?

—Conozco mi versión de nuestra historia, pero la tuya es completamente diferente. Escuchar tu perspectiva, tus vivencias y emociones, es algo único. No es lo mismo conocer nuestra historia que escucharla desde tu propia voz, entender lo que experimentaste, lo que sentiste.

—Eso es cierto, pero ya ves, tú eres mi primer y único amor, Jorge. Y a partir de mañana seré la mujer más feliz del mundo, porque mañana... seré tu esposa.

Mi primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora