1. El problema Son

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—Modales, Chaeyoung —exclamó hablándole con firmeza a su hija el patriarca de la familia Son— ¿Sabes el prestigio que tiene la familia con la que cenaremos hoy? Oremos al cielo que no los espantes con tu falta de educación, ruego para que no rechacen el compromiso.

—Bueno, si tanta molestia causo, ¿no era más sencillo para ti dejarme en la casa? —dijo Chaeyoung firmemente, aunque dentro de ella sintiera un nudo en la garganta y sus ojos arder mientras miraba la ventana del coche para disimular su rostro triste.

—Ahí está otra vez, tu falta de modales —bufó el señor Son— En efecto, hubiera sido lo mejor para mí, sin embargo, ¿qué crees que pensarán al ver a la prestigiosa familia Son incompleta? Prefiero ahorrarme rumores, ya tengo suficientes gracias a ti —respondió mientras fumaba un cigarro.

Chaeyoung simplemente continuó viendo por la ventana. Se resistía a demostrarlo, pero cada vez que su padre le hablaba era únicamente para regañarla, y ella podía sentir cómo su corazón dolía. Le dolía saber que sólo la veían como una decepción, que era la mancha en una familia que parecía ser perfecta. Su padre se encargaba de recordarle que se quedaría sola. Nadie se atrevía a contradecir al señor Son, ni siquiera la madre de la pequeña. Ya debería estar acostumbrada, pero esta noche era diferente, algo dentro de ella se lo decía.

"El problema Son", así era como cualquier persona del pueblo se refería a ella, principalmente su padre. Era una chica hermosa, de estatura baja, con cuerpo pequeño, un bello cabello largo negro, ojos cafés oscuros, su piel era suave y de un tono claro; labios gruesos y de color rosa ideal, junto a ellos, un hermoso lunar.

Su belleza era admirada por los jóvenes de su edad, pero la señorita Son no admiraba a los jóvenes. Su fama con los chicos no era buena, lo que le complicaría poder comprometerse. No se había sentido atraída por alguno, mucho menos había sido testigo de mariposas o cosquillas en el estómago como describían los libros de romance. Pero vivir el amor no era algo primordial para ella.

Ciertamente Chaeyoung no podía quedarse callada, agachar la cabeza y acatar ordenes como debía hacerlo una jovencita de su posición, sus intenciones no eran ser grosera; la realidad era que las personas la condenaban por tratar de dar su punto de vista; se sentía atrapada y sin derecho a expresarse. Pero su "falta de educación" era el mínimo de los problemas; su manera de vestir, sus gustos por el arte, los libros, idiomas, montar caballos; su mala fama con los hombres y sus constantes dudas sobre la existencia de Dios era realmente lo que sacaba de quicio a su padre.

Jaebom, un hombre apuesto, con mirada firme, de carácter frío, siempre usaba trajes elegantes; mostrar una imagen ejemplar y enseñarles a los demás hombres cómo ser un buen líder de familia era su objetivo principal, poco importaba si sus hijos o su esposa eran felices, él se sentía dichoso siendo el hombre más rico y admirado del pueblo. Había heredado una fortuna de su padre, y planeaba heredársela a su primogénito, así debía mantenerse el legado Son.

—Tranquila, hija —dijo Nayeon mientras tomaba la mano de Chaeyoung.

Nayeon era una mujer madura y dichosa de una belleza incomparable, admirada por hombres y envidiada por las mujeres. Aunque ya estuviera en su cuarta década de vida, seguía siendo igual de hermosa que en su juventud. Ella era la feminidad en persona, un ejemplar de cómo debía comportarse una madre de una familia tan prestigiosa, al menos en las apariencias. Su seguridad intimidaba a cualquiera que tuviera el placer de pasar a su lado. Se le notaba orgullosa de quien era, y jamás se le había visto titubear.

—Jinyoung, eres el orgullo de esta familia, no nos falles en dar la mejor impresión posible en esta cena —dijo el señor Son.

—Tranquilo, padre, cuando volvamos a subir a este coche, habrá una Myoui Mina suspirando por mí —exclamó el joven entre risas.

Chaeyoung rodó los ojos, si hubiera algo que la fastidiara en extremo, era cuando su padre hacía énfasis en que Jingyoung era el orgullo de la familia, que alguien como él fuera la imagen de hijo perfecto, no parecía justo. Conocía a su hermano, lo había escuchado hablar de manera despectiva sobre las chicas con las que había estado, e incluso molestar a las sirvientas. Y ahora, ese mismo patán sería el heredero de todo y estaba a punto de sellar su compromiso con la joven más codiciada del pueblo.

Ella sólo había visto a Mina un par de veces, si se podría decir ver, ya que fue a varios metros de distancia y rodeada de personas, en una de las tantas fiestas lujosas que daban sus padres. Nunca la había visto de frente o había cruzado palabras con ella. Por lo que recordaba, sí era una joven hermosa, un par de años mayor que ella, pero nada extraordinaria a su parecer.

Todas las chicas morían por Jingyoung, seguramente Mina no sería la excepción, pero no le interesaba en absoluto lo relacionado con su hermano, mucho menos le importaría su futura cuñada. Ella sólo deseaba que esa noche terminara lo antes posible.

Algo que siempre estaba presente en la mente de Chaeyoung era que, si las personas del pueblo de Suwon pudieran saber la realidad de la familia Son, quedarían impactados por lo que esconden las apariencias.

Ella notaba que su madre tenía una mirada triste, detrás de su vestimenta, que siempre era hermosa e impecable, Nayeon se refugiaba en la moda, las compras y las reuniones del té; pocas veces le prestaba atención a sus hijos, la educación de Jinyoung estuvo a cargo de su padre; mientras que Chaeyoung se crió con nanas y sirvientas, jamás había estado en algún cumpleaños de su hija, la señora Son era un misterio, ni siquiera su hija podía entenderla.

Su hermano Jinyoung, el orgullo Son, todos lo admiraban por su vestimenta impecable y elegante, sus buenos modales y buen corazón. Chaeyoung sabía la realidad, era poseedor de ideas machistas y un comportamiento misógino que escondía detrás de una sonrisa inocente y un semblante serio. No le sorprendía que su padre estuviera orgulloso de haber criado una replica de él.

En cuanto al matrimonio de los Son, ellos no se soportaban, apenas y se dirigían las miradas cuando las puertas de su casa se cerraban, esa era la verdad detrás de la mayoría de los casamientos arreglados por dinero. Con frecuencia se preguntaba cuál era su secreto para lograr actuar como una pareja perfecta, orgullosa de estar a punto de cumplir 21 años de matrimonio.

Lo poco que había escuchado de la señorita Myoui era sobre su educación y elegancia impecable. Pero esas eran las apariencias, todos en el pueblo y en su familia eran hipócritas; Chaeyoung detestaba la hipocresía, por eso ella se mostraba sin máscaras, aunque le haya traído consecuencias negativas. Pero, por un momento, sintió curiosidad de cómo sería Mina en realidad, detrás de esa imagen de joven perfecta.

Sabía que ella no le agradaría a la señorita Myoui, pues eran completamente opuestas a los ojos de la sociedad, seguramente tendría presente sus rumores y la ubicaría como "el problema Son", así que antes de darse cuenta, Chaeyoung ya había decido que no le agradaba Mina.

—Llegamos —habló el chofer al estacionarse frente a la gran casa de la familia Myoui.

Chaeyoung suspiró, no dejaba de pensar en la imagen errónea de ella que tendría la familia con la que estaban a punto de cenar, seguramente la juzgarían por su manera de caminar, por el vestido que había elegido, harían muecas cada que ella hiciera un comentario. Estaba cansada y aún no había empezado. Vaya que había empeñado todos sus pensamientos de la noche en la señorita Myoui, pero era simple curiosidad.

La familia Son bajó del coche, subieron los escalones que llevaban a la gran puerta principal, y esta se abrió.

—Buenas noches, sean bienvenidos a la casa de la familia Myoui —exclamó una joven sirvienta. Chaeyoung a regañadientes fue quien entró primero, pero no estaría preparada para lo que iba a apreciar.

—Buenas noches —dijo con timidez una voz cálida que pertenecía a una hermosa joven de cabello negro que llegaba debajo de sus hombros, con un vestido rojo que, pese a que era amplio, lograba resaltar una pequeña cintura. Su postura era elegante y dicho color de la prenda combinaba perfectamente con su piel clara que se apreciaba tan suave; sus ojos oscuros brillaban, no era broma, realmente aquellos ojos parecían brillar, Chaeyoung sintió que podía perderse en ellos. —Buenas noches, señorita Son —repitió Mina con una sonrisa, esta vez fijando su mirada en la coreana.

Chaeyoung se paralizó, su corazón latía de una manera que jamás había sentido antes.

The Reason Why [Michaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora