The Reason Why [Michaeng]

26. Im Nayeon

El incendio se había salido de control, Nayeon se sentía atrapada dentro de aquel lugar. El humo y calor comenzaban a afectarle, su vista estaba nublándose mientras no encontraba la salida.

Jihyo le había advertido de lo peligroso que sería, ¿por qué no la escuchó?

Con este incendio, los Son perderían ganancias y poder, eso dificultaría la búsqueda de Mina y Chaeyoung. 

Nayeon hacía su esfuerzo por caminar, pero se volvía más difícil con cada paso. Escuchó las campanadas de la iglesia y bullicio afuera de la fábrica, debía darse la vuelta y salir por la parte trasera.

Pero el humo se colaba en sus pulmones tan fácilmente. Colapsó en el piso, decidió arrastrarse hasta una pared cercana, en donde se sentó. Escuchó que forzaban la entrada.

—¡Maldita sea! —gritó Jaebum— ¡Vamos, inútiles! Traigan agua, de prisa.

—Padre —trataba de hablar Jinyoung pero la ebriedad invadía su cuerpo.

—Eres un maldito borracho —expresó el hombre.

El miedo invadió a Nayeon, pero estaba muy débil como para escapar. Las lágrimas comenzaron a escurrir por su rostro, era tan difícil aceptar que no podría ver por última vez a Jeongyeon.

—Padre —habló nuevamente Jinyoung.

—¿Qué quieras ahora? —dijo tosiendo con dificultad— Debemos salir de aquí.

—Esa... ¿esa no es mi madre?

Jaebum giró la mirada hacía donde apuntaba la mano de su hijo. Vió a Nayeon, débil e indefensa, apenas con fuerzas para mantener abiertos los ojos. Se acercó a ella.

—Jeongyeon —murmuraba con dolor.

—Vaya, así que tú fuiste la responsable de todo esto —habló su marido— Siempre supe que me causarías problemas.

—Vete al diablo —respondió Nayeon con sus pocas fuerzas.

—¿Sabes lo que puede provocar tu pequeña broma? —cuestionó mientras sacaba de su abrigo un arma— Me iré a la quiebra por tu maldita culpa.

—Entonces lo hice bien —respondió con orgullo la castaña.

—Padre, ¿no le harás daño, cierto? —cuestionó Jinyoung con temor.

—¿Ahora actuarás como el hijo protector? Por favor. Sabes que es una desgraciada impura.

Jaebum le había contado la historia de Nayeon y Jeongyeon al joven desde que era pequeño, asegurándose que odiara a su madre. Pero, pese a eso, no pudo evitar que aquella noche quisiera protegerla.

—No te atrevas —dijo con furia el joven.

—En lugar de preocuparte por esto, ¿por qué no vas a ver si tu prometida y hermana aún están aquí? —cuestionó el hombre.

Jinyoung miró sorprendido a su padre, giró la mirada hacia Nayeon que estaba indefensa en el piso.

—No le harás daño, ¿cierto? —preguntó a su padre.

—No lo haré —dijo guardando el arma— Detenlas, seguro esto fue para ayudarlas a escapar —Jinyoung se mantenía inmóvil— ¡De prisa! Demuéstrame que no eres el fracaso que siempre creí.

El joven asintió, creyendo ingenuamente en las palabras de su progenitor. Miró a su madre, ella continuaba llorando. Se dió la vuelta y comenzó a correr rápidamente hacía el automóvil.

Nayeon se quedó a solas con su marido. Sabía que él mentía, por supuesto le haría daño.

—Jeongyeon, te amo —susurró Nayeon.