VII

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El fin de semana tan esperado había llegado. Estaba emocionada de viajar con mis amigos, pero a la vez estaba algo triste ya que Lev no había conseguido el permiso y no podría venir con nosotros.

Estábamos todos en la estación de Tokyo, todos iban hablando, pero guardamos silencio un momento mientras pasaban lista antes de entrar al vagón. Tenía algo de curiosidad por saber con quién me tocaría hacer el viaje, ya que tenía planeado que Lev fuera mi compañero de viaje, pero como ahora sabíamos que no vendría no sabía quién podría ser mi compañero. La persona más cercana a mi después de Lev era Kenma, aunque la verdad aun me daba nervios estar tan cerca de él después de nuestra "cita", pero aun así estaba bastante cerca de el por la seguridad que me brindaba.

Los entrenadores comenzaron a asignar lugares y mientras esperaba mi turno de ser acomodada, no dejaba de pensar en cómo serían las mánager de nuestros equipos rivales, sobre todo lo pensaba porque quisiera hacer una amiga. Quería mucho a mis amigos, pero había temas que no eran cómodos de hablar con hombres. Aunque también pensaba en lo nostálgico que era volver a Miyagi después de tanto tiempo, había nacido y vivido los primeros años de mi vida ahí, y aunque sabía que era casi imposible ir a buscar a mi familia materna que residía ahí, tenía esperanza de topármelos en algún lugar y saludarlos antes de regresar a la capital.

Al terminar de acomodar a los chicos, ya no había ningún sobrante más que yo, por lo cual pasaría todo el viaje sola hasta llegar a Miyagi, lo cual no me gustaba del todo, pero ya no tenía nada más que hacer o tendrían que mover a todo mundo de lugar.

La mayoría de los chicos estuvieron dormidos la mayor parte del camino, otros iban hablando o viendo película o como Kenma, jugando con su consola. Normalmente, estaría jugando al igual que Kenma, pero por alguna razón, el único transporte en el cual ver una pantalla me mareaba, eran en los trenes bala, vehículo el cual eligieron para este viaje.

Al llegar a Miyagi se tomó lista nuevamente cuando bajamos del tren y comenzamos el camino hasta la escuela rival. Todos íbamos conversando mientras seguíamos a nuestros entrenadores, hasta que se percataron que nuestro armador no venía con nosotros.

—¿Y Kenma? —pregunto Naoi-sensei volteando hacia Kuroo-san y a mí.

El capitán y yo volteamos a ver a nuestras espaldas buscando al peli teñido, pero no estaba.

Todos comenzamos a buscar a nuestros alrededores, pero al no verlo cerca, hicimos grupos de dos para buscar por las zonas cercanas al camino que ya habíamos recorrido. Estábamos algo preocupados por Kenma, ya que, por su nula necesidad de socializar, no podría pedir indicaciones para regresar y aunque pudiera pedir indicaciones, estábamos en una prefectura desconocida para todos, así que era como darle indicaciones a un bebe recién nacido.

Después de unos minutos en los que Kuroo-san y yo caminamos, encontramos a Kenma en una calle algo vacía, pero nos sorprendió que no estaba solo y no solo eso, ya que estaban teniendo una pequeña platica. Aunque sorprendida, también me alegraba que hubiera gente que pudiera sacar tan rápido la ansiedad social de él.

—¡Kenma! —grito el pelinegro llamando la atención del antes mencionado.

—Ah, es Kuroo —musito levantándose del lugar donde se encontraba sentado —. Bueno, hasta la próxima vez Shoyo —se despidió Kenma con una sonrisa muy natural.

—No vayas caminando por donde sea —reprendió el capitán comenzando a caminar.

—Disculpa —dijo Kenma siguiendo el paso del mayor.

Me había dado curiosidad el chico de cabellos naranja, y creo que no lo pude disimular ya que me quedé viéndolo unos segundos.

—_____, vamos, no te vayas a perder tú también —exclamo Kuroo-san haciendo que saliera de mi trance.

Ojos de GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora