VIII

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Una vez en la estación y mientras esperábamos el tren, los entrenadores tomaron lista y comenzaron a formar las parejas. La verdad, pensando en que no tuve pareja al inicio, me resigné a ir sola de regreso a Tokyo. Los entrenadores nos entregaron nuestros boletos y esperamos a que el tren llegara mientras seguíamos platicando.

Una vez llego, comenzamos a abordar y buscar nuestros lugares. Verifique que nada se nos olvidara y aborde el tren siendo la última en subir de los estudiantes. Me senté en mi lugar y me dispuse a esperar que el tren comenzara el viaje, cerré un momento mis ojos ya que estaba bastante cansada, pero no tarde mucho en volver a abrirlos al sentir como alguien se sentaba a mi lado, lo cual no esperaba. Abrí los ojos para poder ver de quien se trataba, pero me llevé una gran sorpresa al ver quien se había sentado a mi lado.

—K-kenma —susurre algo sorprendida —. P-pensé que te sentarías con Kuroo-san —musite mirando como se acomodaba en el lugar.

—Se supone, pero Kuroo insistió que me sentara contigo —explico un poco fastidiado, parecía haber recordado algo —. Aunque también quería dormir un rato sin que me molestara —dijo quitándole importancia a la situación.

—Ya veo —respondí aun un poco nerviosa —. No te hare ruido —dije entrelazando mis manos sobre mi regazo.

El peli teñido asintió y se dispuso a jugar con su consola antes de dormir. Por mi parte, volvía cerra los ojos y a pesar de mis nervios, me quede completamente dormida por lo cansada que estaba.

Probablemente hubiera seguido en mi sueño si no hubiera sido por el ruido de algo cayéndose en el vagón, el cual me levanto. Abrí mis ojos de a poco para acostumbrarme a la oscuridad del vagón, ya que como era de noche las luces iban apagadas para que todos pudieran dormir. Una vez estando un poco más consiente de mi entorno, sentí un liguero peso sobre mi hombro izquierdo, por lo cual volteé buscando el origen de ese peso.

Era Kenma, se había dormido sobre mi hombro. Me sentía algo nerviosa por la cercanía, pero esos nervios desaparecieron al ver su cara llena de tranquilidad, lo cual lo hacía ver demasiado lindo.

Sin pensarlo, aparte unos mechones de cabello que caían sobre su cara y los puse detrás de su oreja intentando no despertarlo. Me transmitía demasiada tranquilidad y paz, como nadie me lo había transmitido.

Inconscientemente, no pude evitar sonreír, aunque pude estar nerviosa no podía dejar de pensar en lo lindo que sería estar así con Kenma más veces. Tan tranquila estaba que mi sueño volvió, pero no por cansancio, debía de admitir que Kenma sería un buen método anti-insomnio o anti-pesadillas.

No tardó mucho en quedarme dormida, esta vez reposando mi cabeza sobre la de Kenma. No fue hasta que una voz me despertó.

—_____ —musito la voz del capitán del equipo tocando repetidamente mi mejilla.

—¡Un taiyaki, por favor! —exclame despertando de golpe sin pensar en lo que decía.

—Ya llegamos a Tokyo —explico el pelinegro mientras me tallaba los ojos para reaccionar por completo —. ¿Podrías despertar a Kenma? —pregunto a lo cual asentí y el agradeció levantando la mano para seguir despertando a los demás.

—Kenma —susurre tocando sus mejillas.

—Uhm~ —se quejó frunciendo ligeramente el ceño.

—Ya llegamos, necesitamos que despiertes —mencione sin dejar de tocar sus mejillas.

—Uhm~ —volvió a quejarse, pero volvió a ignorarme.

—¡Kenma! ¡Tenemos que bajar, ya! —eleve un poco la voz haciendo que el mayor reaccionara.

Ojos de GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora