57: Iceberg e intrusa

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Blas

Una semana; Kaile sigue en cuidados intensivos ya que algunas heridas estaban infectadas, su madre tuvo que aportar sangre ya que ella había perdido mucha, sus amigas no paran de llamar asustadas por su estado, pero siempre debo de responderles lo mismo; está muy débil.

Dos semanas; la ansiedad va a matarme y es poco lo que entiendo del plan que trazan Alessandra y el capitán Crown acompañados de Lucas y su amigo, Edwin.

Tres semanas; Kaile por fin mejora y ya no está desnutrida y eso la ayudó a poder salir de cuidados intensivos, pero sigue débil y tanto su madre como yo buscamos los mejores especialistas.

Cuatro semanas; por fin nos dan la orden del traslado y aunque insisto, Alessandra no deja que pague el traslado con la estúpida excusa de que "Es su hija", llegamos a Los Ángeles y sus amigas no tardan en aparecer.

Ya un mes sin ver sus hermosos ojos, sin poder verla feliz o al menos diciéndome el error que fui en su vida, porque me dolía pero de cierta forma me gustaba que me consideraba parte de su vida aunque fuera así.

Dejo salir un suspiro mientras miro la lápida frente a mí y la ira vuelve a recorrer mis venas de manera violenta y desmesurada, mi respiración se torna pesada y desearía tenerlo en frente para decirle cuanto lo aborrezco por hacerme lo que me hizo, a lo que me condeno de por vida y a lo que ahora me pica en la nuca como una asquerosa garrapata, él me condenó y obligó a vivir bajo una atadura que por más que quiera no puedo romper. Y lo peor...no fue la única.

Adolphe Berraud fue un hombre intimidante pero sumiso cuando de la mafia se trataba, solo de recordar la primera vez que me llevó a una de sus reuniones la ira se intensifica llegando a niveles demasiado peligrosos, hasta para mí. Gracias a esa dichosa reunión me amarre a una persona que me odiaba así como yo la odiaba.

Dejo salir un resoplido cargado de rabia y me giro encontrándome con los cuatro hombres en la entrada los cuales no paran de dar indicaciones por sus radios, esto se está tornando cansino y solo causa que mi odio y ganas de matar a Damián se intensifiquen. Doy un paso para poder salir de este maldito lugar, pero mi teléfono vibra en el bolsillo de mi saco y lo tomo frunciendo el ceño al ver el número desconocido, me lo llevo a la oreja pero no hablo, ellos lo harán o él.

—Blas Taylor, el honorable—mi cuerpo se tensa cuando la voz de Damián resuena en mi cabeza como un maldito parasito.

—Damián, ¿Por qué llamas? ¿Para implorar perdón?—respondo relamiendo mis labios—de una vez te aviso que este no será concedido, aunque el que estés vivo considéralo un acto de piedad, porque la próxima vez que te vea no la tendré—agrego con los dientes apretados.

—No amenaces en vano, el que esté vivo solo es una confirmación de lo inútil eres ya que el hecho de que no notaras la ausencia de la chica ya te deja muy mal parado—responde con burla y sonrío.

— ¿Por qué simplemente no vienes de frente?—pregunto y la línea permanece en silencio haciendo sonreír aún más— ¿Tienes miedo?—pregunto ahora con mi tono cargado de burla y lo escucho reír.

—No lo hago porque no soy impulsivo—responde con orgullo causando que suelte una carcajada.

—O estás asustado al saber que ya no soy solo yo, ahora se ha unido Ludovico y ella, a la que tanto odias y de igual forma temes—suelto lentamente y lo escucho resoplar.

—No le temo—responde y rio.

—Entonces ven por ella—demando y lo escucho reír.

—Pronto—responde y relamo mis labios sonriendo triunfante.

Prohibida [Codicia #2] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora