5: Ardiendo en llamas

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Mis tacones resuenan en el piso mientras atravieso el pasillo que da tras el escenario, atravieso la puerta del fondo y después de bajar unas escaleras en forma de caracol, me poso sobre una plataforma. Los engranes chirrean cuando comienzan a girar y sonrío cuando la plataforma empieza a elevarse, Diamonds are forever de Sabrina Campenter comienza a sonar y la plataforma se detiene dejándome en medio del escenario bajo la mirada del todo el público que se ha sumido en el completo silencio. Voy a paso lento hasta el tubo y apoyo mis manos en este, mi pierna derecha se flexiona subiendo lentamente contra el tubo, dejo caer la cabeza hacia atrás mientras muevo las caderas y mis manos se aferran al metal. Miro al frente y bajando mi pierna comienzo a contonear las caderas mientras mis manos viajan por mi cuerpo deteniéndose en puntos específicos, me aferro al tubo y me impulso hacia arriba, mis piernas rodean el metal mientras mis caderas se menean de un lado a otro, juego con mi cabello y bajo de tubo caminando hasta el borde del escenario y me agacho posando mi mano entre mis piernas para no mostrar de más y mi otra mano se apoya tras de mí, el letrero sobre el escenario se ilumina desatando gritos en todo el lugar e inmediatamente todos se acercan a mí para lanzar fajos de billetes mientras yo me levanto y me muevo al ritmo de la música. Bato mis caderas en círculos mientras mi cabeza se mueve de un lado al otro y mi mirada va hasta los palcos donde me encuentro con un Blas aferrado a las barandas con la mirada fija en mí, en mí siendo cubierta por una cantidad exorbitante de billetes. Lamo mis labios mientras sonrío y la música cambia a Boss Bitch de Doja Cat y mirando fijamente esos ojos verdes, mis manos se aferran al vestido y lo destrozan dejándome con un diminuto conjunto negro, voy hasta el tubo y me dejo llevar por la música contoneando mis caderas y acariciando mi cuerpo, antes de que la canción acabe me coloco de nuevo en la plataforma dándole la espalda al público y levanto las manos cruzándolas sobre mi cabeza y giro esta solo para ver el rostro serio de Blas y con una sonrisa le guiño un ojo para después descender junto a la plataforma.

— ¡Eso estuvo increíble! —Grita Victoria pasándome un albornoz y es imposible no reír.

—Sí, cuando encendimos el letrero fue... —La chica nueva calla cuando salimos al pasillo y Lulú se encuentra en este. Nos dedica una mirada severa para después acercarse.

—Creí que no te gustaban este tipo de espectáculos —suelta molesta y frunzo el ceño.

—Lo único que dije fue que no quería sexo, en ningún momento hable de espectáculos —respondo y con solo una mirada por parte de Lulú, las chicas huyen.

— ¿A qué juegas? —Pregunta y frunzo el ceño.

—A nada y ya déjame en paz —suelto pasando a su lado, pero ella me toma del brazo.

—Puedes ser la que más clientes atrae, pero aun puedo despedirte así que cuida lo que haces —masculla y me suelto de su agarre con brusquedad.

—Has lo que quieras, me da igual —suelto y dándole la espalda me encamino a mi camerino.

Dejo salir un suspiro al cerrar la puerta tras de mí, me acaricio el cuello mientras voy hasta el tocador y dejo de respirar cuando veo a la silueta sentada tras de mí, aprieto la mandíbula cuando descruza sus piernas dedicándome una sonrisa perversa. Rodea la mesa y se deshace de su saco dejándose solo una camisa blanca, acomoda las mangas de está dejándola doblada hasta su codo. Trago grueso cuando se acerca a paso lento y respiro hondo cuando su loción llega a mi nariz y tratando de controlar mi cuerpo; tomo el peine y procedo a peinarme, pero su mano detiene la mía. Su aliento choca con la piel sensible de mi cuello mandando un escalofrío por todo mi cuerpo que produce que mis pezones se hagan visibles sobre la fina tela del albornoz y eso es algo que él no pasa por alto ya que sus ojos se clavan el reflejo de estos.

Sus ojos verdes se conectan con los míos y mi piel arde cuando baja con lentitud mi mano dejando el peine de nuevo en su sitio. Mi boca se seca cuando la yema de sus dedos roza mi brazo ascendiendo por este, su boca se acerca a mi oreja y con una lentitud enloquecedora, muerde el lóbulo de está volviendo mi respiración un desastre. Me giro para encararlo, pero él es más rápido aprisionándome contra el tocador, sus ojos recorren el valle de mis senos y comienzo a sentir su erección presionarse contra la esquina de mi cadera acelerando mi pulso.

—Un millón de dólares, ¿Qué dices? —habla de repente y ahora su voz es mucho más ronca debido al susurro.

—En tus sueños —respondo reacia y sonríe mirándome a los ojos.

—O en los tuyos —contraataca dedicándome una sonrisa cargada de lujuria.

Todo mi cuerpo se eriza al sentir sus dedos rozar la cara interna de mis muslos. Trato de apartarlo pero sus manos son rápidas aprisionando la mías contra la madera, lleva su mano a mi cabello y toma el broche con mis iniciales y lo deja en el bolsillo de su camisa.

Acerca su rostro al mío y ladeo este huyendo de sus labios ‹‹Error››, solo le dejo el camino libre hacia mi punto débil; deja un beso húmedo en mi cuello y maldigo cuando mi garganta suelta un jadeo.

—Vamos, Kaile —susurra contra la piel de mi cuello y trago grueso ante los estragos que está produciendo en mi cuerpo.

Sus dedos rozan mi entrepierna y mi cuerpo responde retorciéndose mientras mis manos se aferran al borde la madera. Sus dedos acarician la esquina de mi cadera y pasan a tomar el delgado hilo de mis bragas para jugar con él.

—Quítate —Trato de que salga seguro, pero comienza a mover su dedo hacia el centro produciendo que mi respiración se corte.

¿Por qué causa esto? porque yo se lo permito, nunca me he dejado dominar de nadie y él, jamás, va a ser el primero en algo que tenga que ver conmigo.

— ¡Apártate! —Grito empujándolo, lo tomo desprevenido y logro moverlo lo suficiente como para salir de su alcance— ¡lárgate! —Rujo y lo veo apretar los puños.

—No otra vez —dice negando y se viene sobre mí, o eso creo.

Pasa a mi lado y toma su saco con brusquedad y yo abro la puerta, me mira y en sus ojos arde la rabia, la frustración y eso me hace sonreír. Muerde su labio asintiendo y camina hasta la puerta, pero antes de salir se detiene frente a mí y sin mirarme susurra:

—Te aseguro que ahora serás tú quien me busque.

Y con eso se va dejándome con todo mi cuerpo encendido, azoto la puerta y me dejo caer sobre el sofá tomando la botella de vino que dejo sobre la mesa.

¿En qué lio me metí?

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Adelanto capítulo 6 [Complicaciones]💢

"—Sí, mucho gusto—dice extendiendo su mano— Santiago Taylor—agrega e inevitablemente suelto un resoplido."


Prohibida [Codicia #2] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora